Sin embargo, desde hace ya muchos años, la expansión mundial del negocio del papel y la celulosa viene cubriendo millones de hectáreas de tierra con estos monocultivos. De forma equivocada, muchas veces estos monocultivos son llamados y considerados bosques, cuando en realidad son plantaciones extensivas que deterioran enormemente el medio donde se encuentran.
Este problema es muy común en Latinoamérica, pero en España también existe gran número de ejemplos de estos desiertos verdes, principalmente en comunidades del norte como Asturias o Galicia.
Aunque no todo está perdido, la certificación forestal acredita que productos de origen forestal como madera, papel, tableros, carbón vegetal…, han sido extraídos de bosques gestionados desde un punto de vista sostenible. España cuenta, desde el año 2003, con bosques certificados en su territorio.
Estos bosques obtienen el sello de certificación de gestión sostenible perteneciente al Forest Stewardship Council (FSC), el único de ámbito mundial y que está apoyado por las principales organizaciones ecologistas internacionales.
Aunque la media de bosques con certificados voluntarios de gestión sostenible de Europa occidental es del 52%, liderado por Finlandia, la situación en España está lejos de esa cifra. Según los datos presentados del Programa de Certificación Forestal (PEFC, de sus siglas en inglés), sólo el 7% de los bosques españoles posee este título.
Para llegar a conseguir el sello de calidad, estos bosques han tenido que pasar diversos controles realizados por un equipo de auditores, coordinados por una de las entidades certificadoras independientes acreditadas por el FSC. Los controles que rigen la auditoría van desde la protección del suelo, la calidad del agua, la conservación de la biodiversidad y los impactos paisajísticos, pasando por la existencia de un plan de ordenación del bosque, hasta la garantía de seguridad de los trabajadores de la explotación y las condiciones de contrato. Una vez superado este examen, se obtiene un certificado con una duración de 5 años, si bien anualmente se realizan controles de seguimiento.
Por tanto, la certificación de estos bosques supondrá que los productos que se obtengan de ellos (madera, carbón vegetal, frutos…) llevarán el sello FSC, que permitirá al consumidor saber que su compra de productos forestales no contribuye a la destrucción y degradación de los bosques.
Pero para garantizar esta procedencia es necesario un control desde que estos productos salen del bosque hasta que llegan al consumidor final. Por ello, el FSC tiene una segunda vertiente, que es la inspección de la “cadena de custodia“, la certificación de la cadena de transformación y suministro.
Un ejemplo de estas empresas de creación de bosques artificiales es Bosques Naturales, S.A., una empresa española cuya principal actividad es la promoción y el mantenimiento de plantaciones forestales sostenibles de maderas nobles (principalmente nogal y cerezo), que permiten producir este tipo de maderas de formar respetuosa con el medio ambiente. Bosques Naturales tiene 1.400 hectáreas de plantaciones de maderas nobles, con unos 277.000 árboles plantados en las fincas que posee en Cáceres, A Coruña, Gerona, Toledo, Cuenca y Navarra.
Maderas Nobles de la Sierra de Segura S.A. es otra de ellas, una empresa dedicada a la promoción y gestión de plantaciones forestales de especies de frondosas (nogal, cerezo, roble, sabina, algarrobo…) que, mediante técnicas de silvicultura intensiva y no agresiva con los propios árboles y con el medio, proporcionan en plazos relativamente cortos, entre 18 y 20 años, maderas nobles de alta calidad y elevado precio.
Este tipo de empresas forestales intensivas, ecológicas y sostenibles va a experimentar un importante desarrollo en los próximos años, puesto que el fomento y regeneración de los bosques y de la biodiversidad que hay en ellos, es una tarea pendiente y necesaria, más en estos meses en los que los incendios forestales casi son algo cotidiano.
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