Se han asumido ambiciosos compromisos internacionales para preservar la biodiversidad, con el objetivo de prevenir extinciones y mantener la resiliencia de los ecosistemas. Sin embargo, la eficacia de la protección a gran escala para prevenir extinciones a corto plazo sigue siendo incierta.
En este estudio los científicos emplearon un enfoque basado en rasgos para demostrar que las acciones globales —como la reducción inmediata de todas las amenazas en al menos la mitad de las áreas de distribución de unas 10 000 especies de aves— solo evitarán la mitad de las extinciones de especies y la pérdida de diversidad funcional proyectadas, atribuibles a amenazas actuales y futuras, en los próximos 100 años.
No obstante, los programas de recuperación específicos que priorizan la protección de las 100 aves amenazadas con mayor singularidad funcional podrían evitar el 68 % de la pérdida de diversidad funcional proyectada. Las acciones dirigidas a la pérdida y degradación del hábitat evitarán la mayor cantidad de extinciones de especies y la mayor proporción de pérdida de diversidad funcional en relación con otros factores de extinción, mientras que el control de la caza y la recolección, así como de las perturbaciones y la mortalidad accidental, salvaría menos especies, pero aumentaría desproporcionadamente la riqueza funcional.
Estos hallazgos muestran que la conservación de la diversidad aviar requiere acciones distribuidas entre todos los impulsores del declive y resaltan la importancia de comprender y mitigar los impactos ecológicos de las extinciones de especies que se prevé que ocurrirán incluso con niveles optimistas de acción de conservación.
500 especies de aves desaparecerán
El cambio climático y la pérdida de hábitats provocarán la extinción de más de 500 especies de aves en los próximos cien años, más del triple de todas las extinciones de aves registradas desde el año 1500 d. C., según un estudio de la Universidad de Reading (Reino Unido).
Esta extinción afectará a algunas de las aves más singulares distribuidas por todo el planeta, como el cóndor andino, el albatros errante, el aguilucho secretario, el picozapato, el guacamayo de lear, el pingüino de Galápagos, el Kākāpō, el cálao de casco o el suimanga de vientre amarillo, aves emblemáticas, y únicas en el mundo.
Según el estudio, la pérdida y degradación del hábitat de los próximos cien años será la principal causa de las extinciones, seguidas de la caza y la agricultura, aunque los autores han analizado otras amenazas indirectas como las muertes accidentales o la introducción de especies invasoras.
Además, la desaparición de estas 500 especies de aves tendrá un efecto negativo en los ecosistemas que dependen de ellas, advierten los autores del estudio publicado ayer martes en la revista Nature Ecology & Evolution.
«Las amenazas pueden afectar tanto a la biodiversidad taxonómica (el número de especies que podemos perder) como a la biodiversidad funcional (su papel en el ecosistema) pero para un ecosistema no es lo mismo perder un paseriforme que come semillas que un buitre que come carroña. El impacto no es el mismo», explica Manuela González-Suárez, investigadora en la Universidad de Reading y autora principal del estudio.
Con todos estos datos, el estudio concluye que, incluso con una protección completa frente a amenazas causadas por el ser humano, como la pérdida de hábitat, la caza y el cambio climático, unas 250 especies de aves podrían seguir desapareciendo.
«Para muchas aves, la situación ya no es reversible, pero podemos evitar más perdida de biodiversidad funcional si nos centramos en las especies que son funcionalmente más únicas y las protegemos con programas específicos para impulsar su recuperación, como proyectos de cría o la restauración de hábitats ya perdidos», explica González-Suárez.
«Nos enfrentamos a una crisis de extinción de aves sin precedentes en la era moderna. Necesitamos medidas ambiciosas, coordinadas e inmediatas para reducir las amenazas humanas en todos los hábitats y programas de rescate específicos para evitar la desaparición de las especies más singulares y más amenazadas», añade en un correo electrónico, Kerry Stewart, autora principal del trabajo.
La naturaleza pierde especies a un ritmo inédito
Para hacer el estudio, los investigadores examinaron casi 10.000 especies usando datos de la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN, sus siglas en inglés), el inventario más reconocido mundialmente sobre el estado de amenaza de las especies.
Utilizando la probabilidad de extinción para cada categoría de la lista (Casi amenazada, Vulnerable, En peligro, En peligro crítico) y basándose en las amenazas a las que se enfrenta cada especie, hicieron una estimación del número de especies que desaparecerán en las próximas décadas.
«Antes de la llegada del ser humano, cada año se extinguían aproximadamente una de cada millón de especies, por lo tanto, si no hubiera actividad humana, cabría esperar la extinción de una especie por cada 10.000 aves en cien años», comenta Kerry Stewart. «Pero desde la expansión humana por todo el planeta, las tasas de extinción han sido más altas y se han registrado 164 extinciones de aves desde el año 1500 d. C. (Lista Roja de la UICN, 2024)», añade.
«Sin embargo, en los próximos 100 años, prevemos más de 500 extinciones, lo que supone más del triple de las que se han producido en los últimos 500 años. La magnitud de la amenaza en la época moderna no tiene precedentes», concluye.
Las amenazas serán variable
El estudio precisa que las aves de gran tamaño son más vulnerables a la caza y al cambio climático, mientras que las aves de alas anchas sufren más por la pérdida de hábitat. Además, el estudio identifica qué medidas de conservación preservarán mejor tanto el número de especies de aves como sus funciones ecológicas.
Así, detener la destrucción de los hábitats salvaría a la mayoría de las aves en general, mientras que reducir la caza y prevenir las muertes accidentales salvaría a las aves con características más inusuales, que son especialmente importantes para la salud del ecosistema.
Pero «dar prioridad a los programas de conservación de solo 100 de las aves amenazadas más inusuales podría salvar el 68 % de la variedad de formas y tamaños de las aves. Este enfoque podría ayudar a mantener la salud de los ecosistemas», subraya González-Suárez. EFE / ECOticias.com