El Quercus ilex subsp. ballota, conocido como Encina de bellota dulce, es un árbol de gran longevidad y resistencia, fundamental en los paisajes mediterráneos. Su porte majestuoso, su sombra densa y sus bellotas comestibles lo convierten en una elección ideal para reforestaciones, jardines rústicos y proyectos de recuperación ecológica.
El Quercus ilex subsp. ballota es un árbol de crecimiento lento pero extremadamente longevo, pudiendo superar los 500 años de vida. Alcanza entre 10 y 25 metros de altura, con una copa amplia y densa, que proporciona una sombra fresca y densa.
Su tronco es grueso y rugoso, con una corteza gris oscura y profundamente fisurada con la edad. Las hojas son perennes, de color verde oscuro en el haz y con un envés blanquecino cubierto de un fino tomento que reduce la pérdida de agua, lo que le permite soportar condiciones extremas de sequía.
Florece en primavera con amentos colgantes amarillentos poco vistosos. Su fruto, la bellota, madura en otoño y es de sabor dulce, siendo un alimento fundamental en la alimentación del ganado y de la fauna silvestre.
Es una especie clave en los ecosistemas mediterráneos, formando bosques conocidos como dehesas, fundamentales para la biodiversidad y el aprovechamiento agropecuario.
Conservar la diversidad genética de esta especie
EL Instituto de Investigación y Formación Agroalimentaria y Pesquera de Baleares (IRFAP) y el de la Naturaleza (Ibanat) han plantado más de 50 ejemplares de encinas de bellota dulce (Quercus ilex) en la finca pública de Mortitx (Escorca) para conservar la diversidad genética de esta especie y dar valor a su legado natural y cultural.
El proyecto tiene la finalidad de conservar variedades tradicionales de encinas dulces seleccionadas a lo largo de siglos por sus cualidades y su interés cultural, ambiental y gastronómico, fuera de su hábitat natural, ha informado la Conselleria de Agricultura, Pesca y Medio Natural en un comunicado.
Los trabajos empezaron con una labor cuidadosa de prospección e identificación de variedades dulces de encina en Mallorca, incluyendo fincas públicas como Son Amer.
Esto ha permitido catalogar unas treinta variedades locales, muchas con nombres tradicionales como ‘avellaneta’, ‘de la campaneta’, ‘de castanya’, ‘de la senyora’ o ‘d’en Cremat’.
Con la selección rigurosa de mudas de estas variedades, se han injertado brotes producidos en el Centro Forestal de las Illes Balears (Cefor), que posteriormente se han plantado en la finca pública de Mortitx.
Reservorios de biodiversidad
Esta plantación forma parte de una estrategia más amplia del Govern para convertir las fincas públicas en espacios de conservación activa de la biodiversidad agrícola y forestal de Baleares.
La colección de encinas plantadas en Mortitx se suma a otras actuaciones como la plantación de olivos tradicionales en s’Alqueria Vella (Artà), dentro del Parque Natural de la Península de Llevant, la colección de cerezos en la finca pública de Planícia y la de algarrobos, almendros e higueras en la finca pública de Son Real.
La iniciativa, impulsada de manera conjunta por el IRFAP y el Ibanat, se enmarca dentro de un convenio de colaboración más amplio entre ambas entidades, con el apoyo del Fondo de Garantía Agraria y Pesquera de las Illes Balears (Fogaiba) y la colaboración técnica de la Asociación de Variedades Locales.
El conseller de Agricultura, Pesca y Medio Natural, Joan Simonet, ha destacado la importancia de preservar «el conocimiento vinculado a las variedades locales«, un legado que, a menudo, es desconocido por gran parte de la población.
«Iniciativas como estas pueden ayudar al desarrollo rural, y también ser un recurso educativo y una fuente de innovación para el futuro del sector agroalimentario del archipiélago«, ha señalado.
«Cada bellota es un fragmento de historia, supone un legado vivo que puede alimentar el futuro y que tiene un gran potencial agroalimentario, ambiental e, incluso, gastronómico«, ha apuntado Simonet.
Estas iniciativas muestran un modelo de gestión que combina la conservación genética agrícola y forestal con la recuperación de conocimientos tradicionales y el fomento de las variedades locales. Las fincas públicas gestionadas por el Govern «tienen un papel clave para convertirse en laboratorios vivos donde la ciencia y la tradición se unen para proteger el patrimonio de Baleares», ha subrayado el conseller. EFE / ECOticias.com