Hubo un tiempo en que España se puso como objetivo erradicar los humedales. Con la salud como coartada (se atribuía a las zonas húmedas enfermedades como el paludismo) se estableció por norma perseguir, drenar, desecar miles y miles de hectáreas de humedal.
Con el tiempo, la experiencia, los conocimientos y la espada de Damocles del cambio climático sobre estos imprescindibles ecosistemas, se cambió de mentalidad y se comenzaron a proteger, valorándose su rol como ecosistemas y su importancia para la naturaleza, la biodiversidad y para nosotros.
A día de hoy toda España conoce su valor y sabe que tanto Doñana, como las Tablas de Daimiel, el Mar Menor o el Delta del Llobregat, son sistemas que están en grave peligro y que deben protegerse. este fue el tema principal de la jornada que se llevó a cabo recientemente.
Los humedales necesitan protección Urgente
La sobreexplotación de sus acuíferos y la contaminación de sus aguas no solo afectan de manera negativa a los humedales españoles, sino que «coloca a una parte de ellos en peligro de desaparecer», han advertido medio centenar de expertos en geología, agua y ecosistemas de toda España.
Estos especialistas, reunidos en una jornada sobre la investigación hidrogeológica como base para mejorar la gestión de humedales organizada por el Centro de Hidrogeología y la Real Academia de Ciencias de España, alertan sobre la situación de algunos de estos ecosistemas y el impacto que «de no tomarse medidas urgentes que frenen el deterioro de los mismos» tendría sobre el entorno, según informan en un comunicado.
El director del centro de Hidrogeología de la Universidad de Málaga y coordinador del encuentro, Bartolomé Andreo, ha insistido en la necesidad de revertir el deterioro de estos ecosistemas, que son «parte del patrimonio cultural y socioeconómico de una región», por lo que «es importante el aprovechamiento sostenible del agua, contando siempre con la implicación de los usuarios».
Un ejemplo de ello, indica, son los humedales de Doñana, sin los cuales «el Rocío no sería lo mismo» pues aunque continuara la ruta de peregrinación «se producirían variaciones en el paisaje». La extracción de aguas y los vertidos consecuencia de las actividades humanas -como las explotaciones agrícolas o el urbanismo- han convertido «algunos humedales en auténticas cloacas» ha añadido Andreo.
Según los expertos, a día de hoy solo se ha estudiado bien el 10 % de estos espacios peninsulares como los de Doñana, Ruidera o Gallocanta, mientras que de muchos otros «ignoramos cómo se originaron, el área de recarga y la forma en la que se alimentan». Por todo ello, los participantes en la jornada solicitan «intensificar su estudio en un momento en el que el cambio climático puede poner en peligro su existencia». EFE / ECOticias.com