Ya he contado muchas veces en mis notas, que yo en realidad no soy experto en nada, si acaso conocedor de algunas cosas, pocas. Pues bien, sobre el volcán qué voy a decir, si en realidad sé lo mismo que cualquier otra persona con cultura básica.
Ahora bien, si se refiere a considerar la erupción volcánica como una respuesta de la naturaleza a las agresiones que sufre por la acción del hombre, la verdad es que no sé qué contestar a eso.
Sin embargo sí hay una cosa que no le he dicho, pero que me gustaría decir ahora. Esta mañana leía en la prensa el testimonio de un empresario italiano que estaba atrapado por el caos en el aeropuerto de Barajas (Madrid). El hombre se quejaba de que estaba perdiendo cientos de euros diarios porque no podía viajar a Italia y atender su negocio por culpa del volcán. Parece ser que este señor había viajado desde Italia hasta Ecuador para visitar a su familia y ahora estaba de vuelta.
Bueno ¿Y qué? ¿De qué nos sorprendemos? Vaya de antemano que siento mucho lo que le pasa a este señor, no se lo deseo a nadie, pero que un volcán entre en erupción, sin avisar previamente a las compañías aéreas, en el planeta TIERRA, es algo ABSOLUTAMENTE NATURAL ¿O no?
Lo que no es natural, es que alguien pueda viajar desde Italia hasta Ecuador en apenas 10 diez horas, que salga un viernes desde su casa en Milán, pase el fin de semana con su familia en Quito y vuelva el domingo por la noche a casa para trabajar el lunes en su negocio italiano, eso NO ES NATURAL. Eso es posible, es un gran logro técnico del hombre y es algo increíble, pero no natural visto con la óptica de la naturaleza.
Vivimos en el planeta Tierra y este tiene sus reglas. A escala temporal nosotros apenas somos unos recién llegados a este maravilloso planeta, que como defiende la teoría de Gaia, funciona como un ser vivo, que tiene su propio sistema vital y que viene funcionando a su manera desde hace millones de años.
Pero nosotros no lo entendemos así, creemos que el complejo sistema terrestre está ahí para nuestro uso y disfrute y que tiene que someterse a nuestras reglas. Pues no, ni las erupciones volcánicas, ni los terremotos los podemos programar a nuestro antojo y decidir si se producen o no, ni dónde ni cuándo.
Es probable que ahora las compañías aéreas demanden a los defensores de la biodiversidad planetaria, de la conservación del planeta y del respeto y cuidado del medio, como cómplices de la vil madre naturaleza que solo les causa pérdidas económicas.