La crisis sanitaria, la climática, las guerras ponen en jaque el actual sistema alimentario. Lejos de caer en manipulación y temores infundados, desde Greenpeace proponemos un conjunto de medidas para caminar hacia un modelo que asegure un sistema alimentario sostenible con las personas y el planeta.
¿Cómo caminar hacia la transformación del sistema alimentario?
- Proteger a las personas priorizando en la ayuda humanitaria a las personas directamente afectadas por el conflicto, tanto en Ucrania como en terceros países afectados. Y garantizando el derecho a la alimentación de todo el mundo y frenando cualquier subida de precios de los alimentos debido a la escasez de productos que pueda provocar la guerra de Ucrania.
- Invertir en alimentos, no en piensos. Recordemos que más del 60% de la tierra de cultivo europea se emplea para alimentar animales, muchos de los cuales se encuentran en granjas industriales. ¡Solo el 19% de los cereales se dedica al consumo humano!
Es fundamental una moratoria inmediata contra la creación de nuevas granjas industriales o la ampliación de las existentes.
Las tierras de cultivo deben destinarse a alimentar a personas, teniendo muy en cuenta a los países más vulnerables a la inseguridad alimentaria. - Menos productos de origen animal en el plato y más de origen vegetal. Y es que la población europea consume el doble de carne que la media mundial, por lo que requiere grandes cantidades de tierras de cultivo y piensos importados. La inseguridad alimentaria es un problema de acceso, no de cantidad. Se necesitan medidas urgentes para reducir el consumo de carne y promover el consumo de frutas y verduras y que éstos resulten más baratos a la ciudadanía.
- Reducir los fertilizantes químicos. Europa depende peligrosamente de las importaciones de fertilizantes así como del gas fósil para la producción de fertilizantes nitrogenados. Los Gobiernos de la UE deben eliminar progresivamente la importación, la producción, el comercio y las inversiones en gas y en infraestructuras conexas de empresas de combustibles fósiles rusas, junto con otros combustibles fósiles. Así se reducirán sus elevadas emisiones de gases de efecto invernadero y protegerán a agricultoras y agricultores expuestos a las subidas de precio.
- Dejar de quemar alimentos como combustible ¿Sabías que más de la mitad de los aceites vegetales (como el de colza) que se utilizan en la UE se convierten en biodiésel para los coches? ¿O que Alemania utiliza más de un millón de hectáreas de tierra para cultivar maíz que se destina a producir biogás? Es urgente prohibir que se empleen cultivos de alimento y pienso en agrocombustibles.
- Dejar de desperdiciar alimento. La UE genera la alarmante cifra de 88 millones de toneladas de residuos alimentarios al año. Los motivos por los que se desperdician los alimentos son muchos, pero la sobreproducción es una pieza clave de la ecuación. Si la UE redujese la cantidad de alimentos que desperdicia podría aumentar su soberanía alimentaria, en lugar de aumentar los niveles de producción a lo tonto, a menudo a expensas del clima y el medio ambiente.
- No dar marcha atrás a los avances conseguidos. Suspender el Pacto Verde Europeo, que se amplíe la agricultura intensiva a tierras actualmente reservadas a la naturaleza , que relajen las restricciones europeas a los transgénicos y plaguicidas. Ni un paso atrás en los escasos compromisos ya asumidos para mejorar la sostenibilidad de la agricultura europea, sino que hay que prepararse para acelerar la transición necesitamos urgentemente.