La eficacia real de las cremas antiarrugas es un tema más complejo de lo que suele vender la publicidad. En general, estos productos pueden aportar beneficios visibles, pero rara vez eliminan las arrugas profundas; su efecto típico es mejorar la hidratación, la textura y la luminosidad de la piel, y reducir ligeramente la profundidad de arrugas finas.
Todo depende de la formulación, la constancia y las características individuales de cada piel. Sin embargo, la publicidad a menudo exagera resultados y presenta soluciones rápidas para problemas complejos. Las cremas no sustituyen tratamientos más potentes como la terapia con láser, rellenos, o tratamientos médicos cuando la piel ya tiene arrugas marcadas.
¿Realmente estas cremas sirven para atenuar las arrugas?
Muchas mujeres querrían lucir una piel más lisa y están dispuestas a gastar en ello sumas que al cabo del año pueden ser muy altas. En este sentido, una organización de consumidores ha analizado cremas que no son de alta perfumería para conocer su nivel de eficacia.
En total se han estudiado 13 cremas de una selección que ha intentado buscar un grupo homogéneo en cuanto a alegaciones (antiarrugas e hidratantes), público objetivo (mujeres de 45 años o más), presencia en distintos canales de venta (farmacia, parafarmacia, supermercado, perfumería), formato (40 o 50 ml), precio (máximo 60 euros)…
Y gracias a ese análisis se tiene la respuesta: las cremas analizadas tienen un efecto de reducción de las arrugas de entre el 10 % y el 20 %. Solo dos productos resultan “buenos” en eficacia antiarrugas: Filorga Creme Time Filler (que reduce un 20,5 %) y Cien Q10 Intense (un 20,3 %). Una de las más caras del análisis y otra de las más baratas.
Ninguna se considera «muy buena» en reducción de arrugas. Ahora bien, todas las cremas son hidratantes bastante o muy eficaces, con Filorga en niveles óptimos, seguida de Vichy y de Cien. La buena hidratación afecta de rebote a las arrugas, aunque los beneficios están más relacionados con la prevención que con la reducción.
¿Qué se entiende por arrugas?
Las arrugas son las huellas que dejan en la piel las contracciones musculares repetidas y pueden ser finas o profundas dependiendo de si tienen menos o más de un milímetro de profundidad. Con la edad, se acusan porque la piel se vuelve más seca, delgada, transparente y limitada en su capacidad de cicatrizar, debido a una menor producción de sebo, colágeno y elastina. A todo ello se suma, en el caso de las mujeres menopaúsicas, la caída de los estrógenos.
Aunque ese proceso es inseparable del envejecimiento, hay factores extrínsecos que contribuyen a acelerarlo o agudizarlo, y sobre ellos sí podemos actuar:
- Conviene reducir la exposición de la piel desnuda a los rayos UV y usar protectores solares.
- No hay que fumar o fumar cuanto menos mejor.
- Las medidas generales para una buena salud, como una dieta equilibrada, una actividad física suficiente y una buena higiene del sueño, también pueden ayudar a mejorar el aspecto de la piel.
- Hay que darle a la piel una hidratación regular.
¿En qué basan su eficacia las cremas antiarrugas?
Las cremas cosméticas no pueden penetrar más allá de la epidermis, que es la capa más superficial de la piel, no por falta de sustancias capaces de hacerlo, sino porque las regulaciones lo prohíben, pues se entraría ya en un campo propio de los medicamentos. La obligación de mantenerse en la superficie de la piel limita las posibilidades que tienen las cremas de actuar contra las arrugas, aunque la industria pone mucho empeño en mejorarlas. De hecho, desde nuestro último análisis de cremas antiarrugas su eficacia ha crecido en términos generales.
Entre los ingredientes al uso hoy día están el retinol (que mejora la textura, la pigmentación y las arrugas finas), las vitaminas C, E, B3 o Q10 (que combaten el daño oxidativo), los ácidos glicólico, láctico y cítrico (que exfolian y estimulan la producción de colágeno) o el ácido hialurónico (que retiene agua).
Ahora bien, la evidencia científica apunta a que todos ellos funcionan mejor o peor según muchos factores (como su concentración o su combinación con otros ingredientes que los “vehiculizan”) y a que las pruebas para afirmar que combaten las arrugas son limitadas. Todo ello coincide con estos hallazgos.
¿Cómo analizamos las cremas antiarrugas?
Las 13 cremas del estudio fueron juzgadas a la luz de varios criterios, unos con más peso que otros:
- La eficacia era lo más importante (65% de la calificación global), sobre todo desde el punto de vista de la lucha contra las arrugas pero también contra la sequedad.
- La prueba de uso fue segunda en importancia (15%) y atendió a la satisfacción de las usuarias con las cremas, tanto en general como en relación a la textura y el olor, la aplicación, la absorción, la percepción de eficacia, la tolerancia, la intención de compra…
- El análisis del etiquetado (10%) y del envase (10%) iban a la par, por detrás de los parámetros anteriores.
Cada crema fue usada mañana y noche durante 28 días por treinta mujeres seleccionadas bajo la supervisión de un dermatólogo. Todas tenían entre 40 y 65 años, y patas de gallo leves o moderadas. Aplicaban en una mitad de la cara la crema estudiada y en la otra mitad un placebo, es decir, una crema sin propiedades que proporcionó el laboratorio, ambas empaquetadas en envases anónimos.
- Para medir las arrugas iniciales en la zona de las patas de gallo y su eventual alisamiento al término de la prueba, el laboratorio empleó el dispositivo PrimosCR, cuyo sensor capta la proyección de luz de la superficie cutánea y ofrece precisas imágenes tridimensionales de sus rugosidades, volúmenes, etc.
- Para medir el grado de hidratación antes y después de la prueba se usó un corneómetro en cinco puntos diferentes de la mejilla. Este aparato mide la capacitancia del estrato córneo utilizando un campo de dispersión eléctrica que penetra entre 10 y 20 micras en sus primeras capas. Cuanto mayor es el valor que arroja, mayor es la humedad retenida por la piel.
Buenos resultados de uso
Las 30 usuarias que han probado las cremas tienen la impresión de que sus arrugas se han atenuado en una medida que califican de “ligera” en el caso de Cien, Nivea, Sisbela y Weleda, y de “buena” en el resto. La hidratación y la sensación de suavidad y elasticidad se perciben siempre como muy buenas o buenas, y por lo general son cremas cuyo uso y olor resultan agradables; ni lentas en absorberse, ni pegajosas, ni latosas de sacar de su envase…
Envases y etiquetas mejorables
Para evaluar el etiquetado,no solo se fijaron en que cumpla la normativa, sino también en si incluye mensajes no regulados o carentes de base científica, pero capaces de dar una sensación de garantía infundada (“hipoalergénico”, “para piel sensible”…), o de convertir en reclamo publicitario una obviedad (“dermatológicamente probado”).
En la lista de ingredientes se comprobó, además, la presencia de fragancias reconocidas como alergénicas, que están presentes en distinta medida en varias marcas: las llevan Nivea Q10 y Deliplus (una fragancia alergénica), Cien y Cosmia (tres), Weleda (cinco) y Xhekpon (ocho).
Todos los envases son mejorables por presentarse en cajas de cartón prescindibles o emplear demasiado material en relación al contenido, que se aprovecha mejor en los tarros que en los tubos. Avène tiene un envase “refill” que no convence: aunque parezca muy ecológico, prueba que hay formas de distribuir cremas usando pocos recursos y que el envase corriente podría ser más escueto.
En definitiva, el consejo práctico es elegir productos respaldados por la evidencia científica, usar protector solar diario, iniciarse con concentraciones bajas si se usan retinoides, y tener paciencia: los cambios visibles suelen requerir al menos 8 a 12 semanas de uso constante. ECOticias.com