El 70 % de los jóvenes ha mantenido relaciones sexuales bajo los efectos del alcohol o/y drogas con una pareja en estado de ebriedad, según un estudio de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción-Juventud sobre el consumo de sustancias y las relaciones sexuales juveniles, presentado este miércoles.
El informe Consumo de sustancias y relaciones sexuales juveniles: evidencias desde una perspectiva cuantitativa y cualitativa, para el que se ha encuestado a 1.200 jóvenes de entre 16 y 29 años, muestra que el 9 % de los varones ha aprovechado «bastantes veces» la ebriedad de una persona para ligar, y casi el 5 % lo hace «mucho».
En cómputos globales, el 66 % de los jóvenes rechaza haber aprovechado el consumo de alguna sustancia por parte de su pareja sexual para tener relaciones íntimas, aunque las mujeres confiesan asumir habitualmente el peso de frenar y dicen sentirse responsables de poner límites y evitar situaciones incómodas, según ha explicado Anna Sanmartín, directora del centro Reina Sofía de FAD-Juventud.
Copas que van y vienen
Una noche de fiesta, con la música alta y copas que van y vienen, es habitual que termine con alguna relación sexual entre dos personas que probablemente no hubiera sucedido si hubieran estado sobrias.
La mayoría de jóvenes asegura que no tendría sexo con alguien que ha bebido o se ha drogado, pero, según los estudios sobre Consumos de sustancias y relaciones sexuales juveniles de Fad Juventud, uno de cada tres reconoce haberse aprovechado de que la otra persona iba bebida o colocada para intentar «liarse» o mantener relaciones sexuales.
En el caso de los chicos, la cifra supera el 40%, casi el doble que las chicas. Muchos no lo entienden como un abuso; sin embargo, prácticamente todos reconocen que, bajo los efectos del alcohol u otras drogas, no se puede dar consentimiento.
A pesar de que la música y los amigos son los elementos que perciben como más importantes en una noche de fiesta, el alcohol también ocupa un lugar destacado, principalmente para desinhibirse. El 70% de los encuestados ha tenido relaciones sexuales después de beber y un tercio, tras consumir otras drogas como cannabis, MDMA, popper o cocaína.
El alcohol está ‘blaqueado’
El alcohol es la sustancia más normalizada. Siete de cada diez jóvenes han tenido sexo borrachos o con alguien que lo estaba. No se bebe para mantener relaciones, pero ambas prácticas terminan entremezcladas. Les proporciona algunos efectos que perciben como «ventajas», como liberarse de la vergüenza o divertirse más, pero pesan más los efectos negativos, como el descontrol o la falta de deseo.
Las drogas ilegales tienen menos presencia. Muchos jóvenes no identifican su consumo con el sexo y relegan prácticas como el chemsex al contexto de la homosexualidad masculina. Las chicas demandan más información sobre este cruce entre las sustancias y las relaciones sexuales.
Con la edad, además, crece el interés por el aspecto emocional en lo sexual, según apuntan los estudios elaborados por el Centro Reina Sofía de Fad Juventud en colaboración con el Plan Nacional sobre Drogas y el Ayuntamiento de Madrid.
Nada de preservativo
El consumo frecuente deriva en consecuencias más graves: un tercio ha vivido un embarazo no deseado y otro tercio, alguna infección de transmisión sexual (ITS).
El preservativo no forma parte de la ecuación en muchas relaciones. La mitad de los jóvenes reconocen que no utilizan protección de forma constante. Detrás de los motivos se esconde la falsa creencia de que así se «disfruta más» o que demuestra «confianza» en la otra persona.
Existe una falsa sensación de seguridad que conduce a los jóvenes a pensar que no van a contagiarse de una ITS ni a sufrir un embarazo no deseado. Las chicas muestran una mayor conciencia de los riesgos que los chicos. A pesar de que el 90% asegura estar bien informado, solo la mitad ha recibido una educación sexual adecuada en casa o en la escuela.
La educación sexual brilla por su ausencia
Muchos aprenden sobre sexo a través del porno, las redes sociales o los amigos y se mantienen ajenos a conceptos como el deseo, el respeto o los límites. Para los chicos, el consentimiento es algo ambiguo, que puede llevar a malentendidos sin muchas consecuencias. Las chicas, sin embargo, hablan de miedo y momentos en los que les cuesta decir que no o ni siquiera recuerdan lo que pasó.
Entre los jóvenes, el consentimiento es algo que se da al principio, como quien firma un contrato, pero olvidan que también hay que hablar de lo que sí, lo que no y hasta dónde, incluso durante la relación sexual.
Reconocen que cuando el alcohol entra en escena, cuesta todavía más decir que no e identificar señales de incomodidad o de abuso. Las mujeres son las que cargan mayoritariamente con la responsabilidad de frenar, pero la comunicación sexual todavía es un tabú, motivado por la vergüenza, la inseguridad y el miedo a ser juzgado.