“Los países ricos se habían comprometido en París a que para 2020 recaudarían 100 mil millones de dólares anuales, a modo de financiación climática de los países en desarrollo. Hasta septiembre, la apenas se contaba con 10,3 mil millones.”
Revisión y financiación
Los gobiernos que se reunieron en Bonn, tenían por objetivo preparar las reglas de revisión, de las promesas de reducción de emisiones hechas en París, en 2015. Pero la pregunta que surge, en cuanto a la Deuda climática: ¿quién paga los platos rotos?, sigue sin una respuesta válida.
Las negociaciones aun continuaban la noche del viernes 17/11, cuando llegaba a su fin la COP23. Todos los representantes de las naciones que asistían a las mismas se vieron fuertemente presionados por llegar a acuerdos, con la “espada de Damocles” del Cambio Climático y sus costos, pendiente sobre el mundo.
El presente no solo fue un año caluroso (ver: 2017: ¿uno de los tres años más ‘calientes’ de la historia?, sino que al término del mismo se espera registrar un aumento, en vez de la esperada disminución, de las emisiones de gases de efecto invernadero, como el CO2 y los NOx.
Costos climáticos
El mayor punto de fricción que tuvo la COP23 ha sido la llamada “financiación climática”. Según el artículo N.º 9 del Acuerdo de París, los países más desarrollados (y por tanto más contaminantes) prometieron proporcionar los recursos financieros necesarios, para ayudar a los mas pobres en materia de adaptación y mitigación (cada 2 años se cuantificarían las contribuciones y el nivel de apoyo necesario).
La Alianza Panafricana por la Justicia Climática se pronunció al respecto, advirtiendo que: “la ambición de superar los problemas del Cambio Climático que tienen los países en desarrollo, depende de que, las naciones más ricas les proporcionen los medios de implementación. En la COP23 no se alcanzaron los acuerdos necesarios, para que esto suceda”.
Durante esta Cumbre se lograron algunas contribuciones: Alemania (50 millones de €), Suecia (186 millones) y Bélgica (10,25 millones), pero las cifras del dinero comprometido, aún distan mucho de los montos prometidos originalmente.
La opción de los seguros
Los países desarrollados consideran, que los seguros podrían ser un medio adecuado para la mitigación de riesgos, dado que, sería la herramienta económica, que reduciría los estragos económicos causados por los fenómenos meteorológicos extremos; solo en 2017 los daños de este tipo de eventos, tuvieron costos que superaron los 220 mil millones de €.
Las naciones más pobres sostienen, que los seguros son adecuados para los países ricos, puesto que, para ellos, lo importante es proteger las infraestructuras que ya poseen. Pero para quienes deben afrontar las consecuencias más graves del Cambio Climático, como la desertificación, el aumento del nivel del mar o de la acidez de las aguas oceánicas, esta fórmula no es aplicable.
Próximos pasos
La próxima cumbre, la COP24 se celebrará en la localidad polaca de Katowice. Polonia es el único estado miembro de la Unión Europea, que aún no ha ratificado la “Enmienda de Doha”, sobre el Protocolo de Kyoto.
En dicha enmienda se incluye un compromiso de la UE para reducir sus emisiones, hasta en un 30% (comparadas con los niveles de 1990), para 2020. Miguel Arias Cañete, el Comisario del Clima de la UE sostuvo durante la COP23, que hará el mayor esfuerzo por lograr esta ratificación.
Mientras tanto, las ONG’s y activistas medioambientales sostienen que, la UE perdió su liderazgo mundial, en cuanto al impulso a las energías renovables y la lucha por la eficiencia energética y que no se aprecia que estén haciendo un esfuerzo real, para recuperarlo.