La cooperación entre productores y consumidores constituyó su eje central y el punto de partida para el desarrollo que llegó después con la aparición de los mercados anónimos y la necesidad de obtener una certificación independiente que asegurara al consumidor que lo que compraba se cultivaba o se criaba de acuerdo a ciertas normas.
El origen del movimiento de la agricultura ecológica, tal como la conocemos hoy, fue un impulso renovador sobre la forma de entender al ser humano como individuo, como ser social y como responsable de la salud del planeta. No solo concierne a nuestra forma de producir alimentos y seguir una dieta sana. Esto es la consecuencia de aquella visión y no al revés.
La cooperación entre productores y consumidores constituyó su eje central y el punto de partida para el desarrollo que llegó después con la aparición de los mercados anónimos y la necesidad de obtener una certificación independiente que asegurara al consumidor que lo que compraba se cultivaba o se criaba de acuerdo a ciertas normas.
Múltiples formas de cooperación se han desarrollado desde entonces en el seno de este movimiento, vía cadenas cortas de comercialización, cooperativas o grupos de consumo, o incluso la propiedad compartida, las conocidas Comunidades de Apoyo a la Agricultura (CSA, en sus siglas en inglés), donde la tierra es propiedad de una comunidad que se hace cargo de todos los gastos, incluidas las necesidades del agricultor o el equipo de producción.
Con este mismo espíritu de colaboración y responsabilidad compartida, también en lo económico, la Fundación Triodos ha creado la primera plataforma en España de crowdfunding para huertos ecológicos escolares (www.huertoseducativos.org) . Una fórmula innovadora y sencilla de que los centros educativos que lo necesiten puedan obtener fondos para mejorar o establecer un huerto ecológico en su entorno.
Se trata de apoyar, mediante pequeñas donaciones de particulares, el desarrollo de iniciativas de alto valor educativo. El huerto ecológico es una herramienta educativa eficaz para fomentar desde la escuela el respeto por el medio ambiente y concienciar a los jóvenes sobre un consumo responsable y una alimentación sana. En los huertos ecológicos nuestros hijos aprenden a conocer y amar la naturaleza, a conocerse a sí mismos y el valor del trabajo en equipo, a comer sano y a reconocer y cuidar el paisaje que les acoge y su cultura.
Existen numerosos ejemplos del uso pedagógico de un huerto escolar para educar, de forma motivadora y divertida, sobre materias tan diversas como las ciencias naturales, las matemáticas o la historia, así como sobre valores como el respeto o el trabajo en equipo. Algunas de estas buenas prácticas se incluyen en el portal Huertoseducativos.org, una comunidad abierta a la colaboración de profesores, alumnos, madres y padres que desean compartir su experiencia con un huerto escolar.
En la educación, como en la agricultura ecológica, la colaboración es clave a la hora de fomentar un desarrollo integral de los más jóvenes. Proyectos como los huertos escolares, que contribuyan a difundir valores como la cooperación, el respeto por la naturaleza y el cuidado de la salud, serán decisivos para que en el futuro se conviertan en ciudadanos conscientes, participativos, comprometidos y responsables de sus actos y de la sociedad en la que les toque vivir.
Ricardo Colmenares es director de la Fundación Triodos (‘https://www.fundaciontriodos.es/es/triodos/‘).
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