A quién no le gusta un buen plato de cuchara de esos que al cocinarlos hacen chup-chup
Volvemos al método tradicional, a la cocina de la abuela sin aditivos ni ingredientes procesados, platos hechos a fuego lento y con esmero.
Las bondades de tomar los alimentos crudos ya están bien aceptadas y desde Conasi nos unimos a la recomendación de que una buena parte de la dieta diaria sea de frutas y verduras crudas (para ello, tomar zumos o batidos es una forma muy sencilla y deliciosa de incorporar una buena cantidad y de modo muy rico y fácil de elaborar).
Pero es posible que no queramos o no nos convenga hacer una dieta sólo crudivegana y entonces, entendemos que puestos a cocinar, lo adecuado es hacerlo a temperaturas lo más bajas posible.
Desde este punto de vista, abogamos por:
- Cocción lenta:
- Con ollas eléctricas o slow cookers, controlando la temperatura. Las ollas de cocción lenta van subiendo la temperatura lentamente y no alcanzan el punto de cocción (100º) hasta después de 7 u 8 horas en función lenta y a las 3 ó 4 horas en función rápida.
- Con ollas de cerámica esmaltada, que usamos en la cocina de gas, vitrocerámica o de inducción: este material transmite muy bien el calor y lo conserva mucho tiempo, son ideales para cocciones prolongadas.
- Si no tenemos ninguna de estas opciones, podemos cocinar en cualquier olla a fuego lento, si bien siempre será preferible que sean de fundición y con fondo difusor, para que el calor se reparta bien y mantengan una temperatura estable.
- Deshidratación: con los deshidratadores podemos controlar la temperatura entre 35º y 70º, si bien las preparaciones que se pueden hacer son tipo crackers, pizzas, pasteles, todo ello crudivegano.
- Cocción al vapor: con vaporeras que se ponen sobre la olla o vaporeras eléctricas, el vapor es ideal para cocinar verduras y pescados.
Por ahora, desestimamos la incorporación de los modernos métodos de cocción al vacío o “Sous-vide” debido a la necesidad de introducir el alimento en bolsas de plástico, que aún siendo libre de BPA consideramos no aconsejable, ante la existencia de otros bisfenoles y moléculas no saludables en los plásticos, que se liberan especialmente en presencia de calor.
Este artículo está escrito por Marta Villén, directora de Conasi.eu