Diez años después de la histórica firma del Acuerdo de París, Francia ha salido en defensa de su vigencia y eficacia, en un momento en el que crecen las dudas sobre su capacidad para frenar el cambio climático.
El Gobierno francés sostiene que, pese a los desafíos y los incumplimientos parciales de algunos países, el Acuerdo ha logrado consolidar un marco global sin precedentes, que ha impulsado políticas climáticas más ambiciosas y ha situado la lucha contra el calentamiento en el centro del debate internacional.
Francia destaca que, gracias al Acuerdo, hoy existe una mayor presión diplomática y social para que los Estados refuercen sus compromisos de reducción de emisiones. Los planes nacionales de energía y clima se han ido actualizando al alza en la última década, y la mayoría de las grandes economías han adoptado objetivos de neutralidad climática para mediados de siglo.
Cómo ha evolucionado el Acuerdo de París en su primera década
Francia, donde hace justo 10 años se firmó el Acuerdo de París que pretende limitar el calentamiento global, considera que este gran tratado internacional vinculante sobre el cambio climático ha funcionado durante este tiempo y pese a ciertas evoluciones preocupantes su objetivo sigue estando al alcance.
Diez años después de la histórica firma del Acuerdo de París, Francia ha salido en defensa de su vigencia y eficacia, en un momento en el que crecen las dudas sobre su capacidad para frenar el cambio climático.
«El Acuerdo de París ha funcionado», subrayan fuentes del Elíseo, amparándose en la posición de los miembros del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU (IPCC, por sus siglas en inglés) a los que el presidente francés, Emmanuel Macron, recibió la semana pasada.
Las fuentes hacen hincapié en que esos expertos calculan que la trayectoria actual conduciría a un calentamiento global de 2,3 o 2,4 grados respecto al periodo preindustrial, y eso es un avance si se compara con la trayectoria de 3 grados si no se hubieran puesto en marcha las políticas asentadas en el Acuerdo de París.
Ahora -añaden- hay que seguir trabajando para la meta de 1,5 grados que se fijó hace diez años y «está a nuestro alcance».
Un aniversario marcado por avances y retrocesos globales
La principal conmemoración del día del aniversario de la adopción del Acuerdo de París corre a cargo de la ministra de la Transición Ecológica, de la Biodiversidad y de las Negociaciones Internacionales sobre el Clima, Monique Barbut, que reúne este viernes a diversas personalidades implicadas.
Entre ellas estará el que en diciembre de 2015 presidía aquella COP21 como ministro francés de Exteriores, Laurent Fabius, y que el 12 de aquel mes pudo dar por cerrada la conferencia con el compromiso de 196 países, y que entró en vigor el 4 de noviembre de 2016.
Para limitar el calentamiento «a muy por debajo de 2, preferiblemente a 1,5 grados centígrados», los firmantes se comprometían a alcanzar el techo de emisiones de gases de efecto invernadero «lo antes posible» con la idea de una estabilización del clima para mediados de siglo.
El papel de Estados Unidos en la estabilidad del acuerdo
Desde su adopción hace diez años, el Acuerdo de París ha sufrido diferentes sacudidas y este año el gran revés llegó el 20 de enero cuando, menos de 24 horas después de instalarse en la Casa Blanca para su segundo mandato, Donald Trump retiró a su país como ya lo había hecho en 2017 durante el primero.
El presidente estadounidense lo justificó esta vez para cumplir su promesa electoral de relanzar al máximo la exploración de nuevos pozos de petróleo y de gas en aras de la competitividad sobre todo frente a una China a la que acusó de contaminar «con total impunidad» y de utilizar «mucha energía sucia».
Eso supuso un cambio de gran magnitud respecto a su antecesor, Joe Biden, para el país que es el segundo mayor emisor de CO2, después de China, que como gesto de abandono del multilateralismo ha pesado en la actitud de otros.
Por ejemplo en la Unión Europea (UE), donde en los últimos meses se han hecho evidentes los signos de ralentización de la acción climática del bloque que ha sido desde mucho antes del Acuerdo de París la punta de lanza contra el calentamiento global.
Desde su adopción hace diez años, el Acuerdo de París ha sufrido diferentes sacudidas y este año el gran revés llegó el 20 de enero cuando, menos de 24 horas después de instalarse en la Casa Blanca para su segundo mandato, Donald Trump retiró a su país como ya lo había hecho en 2017 durante el primero.
El Pacto Verde presentado en 2019 por la presidenta de la Comisión Europea como «la nueva estrategia de crecimiento» que debía permitir reducir las emisiones y al mismo tiempo crear empleos y mejorar la calidad de vida de los ciudadanos de los Veintisiete ha dejado de estar en primera línea de las prioridades de Ursula von der Leyen en su segundo mandato.
Propuestas para renovar la gobernanza climática internacional
Algunos textos del Pacto Verde han sido ya objeto de medidas para flexibilizar su aplicación o para aplazarlas y otros están siendo objeto de revisión.
El más significativo es el debate que se está llevando a cabo para modificar la prohibición programada de venta de coches nuevos con motores de combustión a partir de 2035, que de la mano de la industria automovilística y de Alemania cada vez tiene más apoyos.
La que era embajadora francesa en las negociaciones climáticas en diciembre de 2015, Laurence Tubiana, y que se considera una de sus grandes artífices, promueve la idea de dar un cambio a la gobernanza que se fijó entonces para implicar a las autoridades locales, a los ciudadanos y a las empresas con la creación de «una especie de mecanismo de rendición de cuentas».
Asimismo, Francia destaca que el Acuerdo ha movilizado inversiones masivas hacia las energías renovables, la eficiencia energética y la innovación climática. La transición energética, señala, es ya una tendencia irreversible que transforma sectores como la movilidad, la industria y la generación eléctrica.
Desde el Elíseo admiten que el planeta sigue alejándose peligrosamente del límite de 1,5 ºC, pero argumentan que el problema no es el Acuerdo en sí, sino la falta de implementación real por parte de algunos firmantes. Francia insiste en que reforzar el mecanismo internacional —no sustituirlo— es la clave para acelerar la acción climática. Seguir leyendo en ECOticias.com













