Los biocombustibles se obtienen de materia orgánica, como la madera, el alcohol o gas metano. Estas energías limpias resultan una opción frente al uso de los combustibles fósiles (petróleo, gas) que se emplearon en el planeta durante casi todo el siglo XX y que han provocado daños en el medio ambiente.
Sin embargo, para obtener biocombustibles de primera generación se utilizan materias primas que forman parte de la cadena alimenticia del ser humano, como el maíz o caña de azúcar. Esto trajo como consecuencias la escasez de granos básicos a escala mundial en el 2008. Lo que puso de manifiesto la necesidad de explorar el uso de otras materias primas orgánicas que no sean parte de la cadena alimenticia, tal y como lo propone el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav), Unidad Guadalajara.
Al respecto, el doctor Arturo Sánchez Carmona, responsable de la investigación explicó que en el Cinvestav trabajan con desechos de las industrias alimentarias y agrícolas, para lograr la base tecnológica de procesos que se ajusten al tamaño de los sectores productivos nacionales, a fin de producir biocombustibles de segunda generación, a partir de materias primas.
“Con la materia prima ya identificada en proyectos anteriores para la generación de biocombustibles de segunda generación, ahora nos hemos concentrado en el estudio de los procesos para su producción; y estamos en la etapa de encontrar la manera de trasladarlos de laboratorio a escala industrial de manera eficiente y efectiva”, indicó.
A fin de potenciar los resultados generados en el Cinvestav se formó un grupo de trabajo en red, en el que participan diferentes instituciones de la República Mexicana, cuyo objetivo es proponer un modelo de planta para la elaboración de biocombustibles a una escala que se ajuste al tamaño de mercado nacional.
“Tenemos resulto el proceso de producción a escala de laboratorio que incluye la producción de etanol, biohidrógeno y biogás partiendo de diferentes residuos agrícolas y alimentarios. Algunos de los equipos de investigación ya logramos escalar varias de las etapas de proceso a volúmenes mayores. En la actualidad trabajamos en la integración de dichos procesos a la misma escala y bajo una misma estrategia”, indicó.
El titular de la investigación, comentó que la idea es que en un par de años el proyecto muestre el concepto de planta multiproducto-multipropósito con equipo que pueda procesar lotes de materia prima de un kilogramo aproximadamente. Cabe recordar que algunas comunidades científicas a estas plantas las conocen como bio-refinerías.
La propuesta de la bio-refinería va acompañada de un análisis de rentabilidad y ciclo de vida, pero si el precio de producción fuera alto no tendría éxito. Sin embargo, los cálculos del proyecto propuesto en la Unidad Guadalajara, indican que pueden alcanzar costos bajos de producción, incluso por debajo de los 5 pesos por litro de alcohol para plantas que procesen alrededor de 500 toneladas del residuo por día.
El especialista concluyó que respecto a la construcción de la planta para producir estos biocombustibles, el papel de los investigadores está orientado, por un lado a generar información sobre la producción y uso de biocombustibles de generaciones superiores en el ámbito mexicano, y por otro, crear la base científica necesaria para establecer vínculos con empresas generadoras de tecnologías que puedan llevar el concepto a su etapa piloto.
En la investigación participan las Universidades de Guanajuato, la Michoacana de San Nicolás Hidalgo, la Autónoma del Estado de Morelos, la Autónoma Metropolitana-Iztapalapa, el IPICYT, CICESE, Ciatej, y Cinvestav Unidad Guadalajara y Saltillo.