La gestión de residuos en el marco de la Economía Circular
El concepto de Economía Circular surgió en el siglo pasado, sin embargo, recientemente ha empezado a extenderse en los últimos años, como recurso para hacer frente a la creciente contaminación y al impacto de las acciones de los humanos en el planeta. Es una alternativa al modelo lineal, en el que se generan productos que, tras su uso, se desechan en forma de residuos, que suelen acabar en vertederos.
El nuevo modelo promovido en el marco de la Economía Circular aboga por una reducción del consumo, pero también por aplicar medidas para la reutilización y el reciclaje de los residuos. El objetivo final es reintroducir en la cadena de valor, y como materias primas, aquellos productos que hasta ahora eran desechados, con el objetivo de evitar la contaminación e impulsar la sostenibilidad del planeta.
La ONU puso en marcha en 2015 un plan de acción europeo que pretende impulsar la Economía Circular y que abarca una serie de medidas aplicables a todas las etapas de la cadena de valor: desde la producción, pasando por el consumo y la gestión de residuos. Además, aborda temas prioritarios en este último ámbito, como el de los plásticos, residuos alimentarios, materias primas críticas, construcción, biomasa y bioproductos.
En este programa de medidas, la gestión de los residuos se plantea como un aspecto crucial para impulsar la Economía Circular y se especifica la importancia de la recuperación, la reutilización y el reciclado de los mismos como prioridad, estableciendo el depósito en vertedero como la opción menos sostenible.
Llegados a este punto, es necesario hacer constar que, los residuos en muchas ocasiones no se pueden reutilizar ni reciclar al 100%, es decir que siempre existe un porcentaje no reinsertable en la cadena de valor y que normalmente es lo que se deposita en los vertederos. Esto ocurre cuando hablamos de Residuos Sólidos Urbanos (RSU), pero también sucede en algunas industrias, como la alimentaria, la papelera o los textiles.
Aquí es donde entra en juego la tecnología diseñada por Greene Waste to Energy, que permite convertir todos esos desechos que no se pueden reciclar, en productos de valor añadido y energía, transformando un problema en una oportunidad, mediante la valorización de residuos y que tiene el objetivo de avanzar hacia lo que se conoce como Residuo Cero.
¿Cómo funciona la tecnología de valorización de residuos de Greene Waste to Energy?
Las plantas de Greene aplican tecnologías de termoconversión y biológicas para la transformación de los residuos. En el proceso se combinan diversos procesos como el de pirólisis, la gasificación o la electrólisis, entre otros. Gracias a la tecnología patentada por la empresa afincada en Elche (Alicante), se proponen dos modalidades de valorización de residuos.
Por un lado, está la valorización energética cuyo objetivo es el aprovechamiento energético del residuo con el fin de generar energía eléctrica y térmica; por el otro, tenemos la valorización material, mediante la que se obtienen nuevos materiales. En este segundo caso, con el uso de tecnologías como pirólisis y/o gasificación, se puede transformar el residuo en otros productos de alto valor añadido, como, por ejemplo: parafinas, metanol, ceras, aceites pirolíticos, etc.
¿En qué convertimos los residuos?
Si hablamos de valorización material, la tecnología de Greene puede convertir los residuos en:
- Biocombustibles: son combustibles producidos a partir de fuentes orgánicas, en este caso, residuos, que se utilizan como fuente de energía en motores de combustión. Se puede obtener bioetanol o biodiesel.
- Gas Renovable: es un gas producido a partir de los residuos, que puede emplearse para producir energía eléctrica, térmica y también como carburante.
- Ceras sintéticas: se trata de un material muy utilizado para producir envases de alimentos, papel parafinado, materiales de recubrimiento, aislantes eléctricos, velas aromáticas, lápices, marcadores, cosméticos, etc. Estas ceras son muy demandadas por sectores como el químico, el de la perfumería o la industria textil, entre otros.
- Metanol: es un tipo de alcohol muy versátil, que se puede utilizar para producir combustibles, pero también tiene numerosas aplicaciones industriales: fabricación de pinturas, poliéster, revestimientos, etc.
- Hidrógeno verde: denominado el combustible del futuro, está muy de moda. Se trata de un vector energético, lo que significa que puede almacenar energía para ser utilizada cuando se necesite.
¿Qué residuos se pueden valorizar?
La tecnología de Greene es capaz de valorizar de forma rentable cualquier residuo que tenga matriz orgánica, ya sea de origen sintético o natural. Este desarrollo destaca por su alto nivel de eficiencia energética y por su versatilidad y es la tecnología de termo conversión vía gasificación, con mayor grado de flexibilidad de todo el mercado.
Principales proyectos en los que trabaja Greene
Actualmente, Greene tiene distintos proyectos en marcha. Uno de ellos es Almagreen, dirigido a la producción y almacenamiento de energía renovable, a partir de residuos. El objetivo de Almagreen es estudiar la valorización de residuos de diferente naturaleza, para convertirlos en hidrógeno verde, biometano y combustibles líquidos renovables, pero sobre todo se centrará en estudiar cuál es la mejor manera de almacenar estos productos, para que sean empleados posteriormente en el sector del transporte y/o el químico.
Otro de ellos es el denominado WAX100 que pretende generar ceras sintéticas para diferentes usos industriales, a través de un proceso de gasificación de residuos. El objetivo de este proyecto es la planificación de una biorrefinería piloto que convertirá el gas de síntesis o syngas que se obtiene a partir de los desechos mediante el empleo de la reacción Fischer-Tropsch, en ceras, que los sectores de la perfumería, la química o la industria textil aprecian y demandan.
Además, Greene Waste to Energy se ha sumado al proyecto Eco Challenge como partner. Esta es una iniciativa que agrupa a diferentes empresas del sector del calzado, que tiene varios objetivos, entre ellos está el de que buena parte de la producción de calzado que hoy en día se fabrica en Asia retorne a Europa. En este caso, Greene ofrecerá su tecnología, con la que se valorizarán 50.000 toneladas de residuos al año, convirtiendo estos desechos en productos de valor añadido como biocombustibles renovables, ceras industriales o hidrógeno.
En definitiva, la tecnología de Greene y sus proyectos están dirigidos al fomento de la economía circular en el ámbito empresarial, así como al impulso de las energías renovables. Gracias a la empresa los residuos de diferentes orígenes permiten producir nuevos productos de gran utilidad industrial, en el marco de un proceso de economía circular.