Si nos hablan de aceite industrial pensamos enseguida en el ámbito de la automoción o de la industria, donde sin duda se utiliza mayoritariamente, pero también existe una gran variedad de sectores económicos en los que se usa este producto, como puede ser el de la construcción, transporte, hostelería o agricultura, entre otros.
Estos usos tan variados conllevan que en España se consuman cada año cerca de 300.000 toneladas de aceites lubricantes, un producto que tras su utilización puede contener metales pesados y que, por su degradación, puede generar sustancias tóxicas, lo que nos hace enfrentarnos a un residuo peligroso con potenciales efectos muy perniciosos para el medio ambiente y la salud de las personas, en caso de no gestionarse adecuadamente.
Si nos preguntamos si el aceite industrial genera mucha cantidad de este residuo, la respuesta es afirmativa, ya que después de perder aproximadamente un 55% de su volumen durante su utilización, el resto del producto resultante se considera residuo. En concreto, en España se generan cada año en torno a 150.000 toneladas brutas de aceite industrial usado en cerca de 70.000 establecimientos (talleres e industrias principalmente) repartidos por 4.800 municipios de toda nuestra geografía, datos que nos hacen ver la complejidad logística que requiere la recuperación de todo este residuo.
Porque entrando en detalle, podemos ver que el aceite usado se genera de manera muy desigual debido a las características sociodemográficas y económicas de nuestro país. Por ejemplo, el 80% del residuo se concentra en unos 500 municipios densamente poblados, mientras que el 20% restante se localiza en municipios pequeños repartidos por el 85% del territorio. Y si nos fijamos en los establecimientos productores veremos que un 60% genera menos de una tonelada de aceite usado al año, ubicándose muchos de ellos en zonas rurales, de montaña o difícil acceso en las que es necesario realizar largos desplazamientos con el coste logístico y económico que ella conlleva.
El respaldo de una amplia red de gestión
Todo esto podría suponer un panorama desolador, sobre todo para nuestro medio ambiente, de no contar con un sistema como SIGAUS, cuya red de 160 empresas gestoras trabaja a diario para que cada gota de aceite usado que se genera en España pueda recogerse, ya sea en la península, en las ciudades autónomas o en los archipiélagos, y recibir posteriormente un tratamiento que permita devolver al mercado nuevos productos de provecho.
Gracias a la financiación que la Entidad aporta a estas empresas, cada año se realizan en nuestro país más de 160.000 operaciones de recogida del aceite usado, muchas de las cuales no serían rentables (y no se realizarían, por tanto), si no fuera por esta financiación que SIGAUS aporta para garantizar la recogida y posterior tratamiento de este residuo.
Esto cobra una especial importancia en zonas ambientales de valor, las más vulnerables frente al potencial efecto contaminante del aceite usado, y las que al mismo tiempo tienen un acceso más difícil, ya que normalmente se encuentran en los entornos más alejados y despoblados. Gracias a la labor de SIGAUS, cada año es posible recuperar más de 4.500 toneladas de aceite usado en las inmediaciones de espacios protegidos, así como más de 3.000 toneladas en el entorno de ríos, embalses o lagos, zonas también muy vulnerables a los efectos negativos de este residuo.
Tecnología al servicio de una trazabilidad completa
Toda esta información procede del SIT (Sistema de Información Tecnológico) de SIGAUS, una herramienta que se nutre de los documentos oficiales facilitados por las empresas gestoras de aceite usado y que resulta imprescindible para acreditar la trazabilidad desde el productor del residuo hasta el tratamiento final del mismo.
El SIT también es la fuente de datos del Observatorio del Aceite Usado de SIGAUS, una plataforma online en la que, a través de un mapa de España interactivo, es posible consultar cómo se genera el aceite usado en nuestro país, con datos como el número de recogidas realizadas, actividades productoras de este residuo, operaciones en el medio rural o junto a espacios naturales protegidos, así como los beneficios ambientales logrados gracias a la gestión del aceite usado en cuanto a reducción de gases contaminantes, ahorro de energía o materias primas.
En definitiva, estas herramientas son la ventana que muestra los resultados de un sistema que ofrece una cobertura al 98% de la población, y al 99% de los talleres e industrias de nuestro país. Se trata de un claro ejemplo de economía circular, en el que el 100% del aceite industrial usado se convierte en recursos, es decir, los lubricantes, al final de su vida útil, ya no reciben simplemente una gestión lo más eficiente posible, sino que su tratamiento permite obtener materias primas o combustibles plenamente válidos en nuevos procesos productivos.