Un vertedero es una instalación de eliminación de residuos mediante su depósito subterráneo o en superficie, por períodos de tiempo superiores a los considerados para el almacenamiento temporal. Los vertederos son depósitos controlados en los que existen una serie de dispositivos (entre ellos una impermeabilización de la base y de los flancos de los mismos).
El objetivo de estas implementaciones es el de evitar la contaminación de las aguas superficiales y subterráneas, del suelo y del aire, y la emisión de gases de efecto invernadero, así como cualquier riesgo derivado para la salud de las personas.
Actualmente, está totalmente prohibido el vertido de residuos de manera no controlada en todo el territorio nacional, según se indica en la Ley 7/2022, de 8 de abril, de residuos y suelos contaminados para una economía circular. Ello se hace con el objetivo de evitar problemas como la contaminación de aguas, la generación de sustancias peligrosas, la transmisión de enfermedades o ser un posible foco de incendios.
Un ‘dolor de cabeza’ medioambiental
No solo es importante saber ¿qué hay en un vertedero? También es útil conocer los procedimientos que se llevan a cabo dentro de estos sitios. Porque la basura no puede dejar en un pozo, sin más. Es necesario evitar que siga acabando con el medio ambiente. Y que nos perjudique a nosotros y al resto de los seres vivos.
Un vertedero es una instalación de tratamiento de basuras autorizada para la eliminación de residuos que ha de reunir unas determinadas condiciones de diseño y seguridad, además de contar con diversos elementos de vigilancia y control con el fin de evitar y prevenir, en la medida de lo posible, los riesgos para el medio ambiente y la salud humana.
Desde el punto de vista legal, la eliminación de residuos en vertedero es la última opción contemplada dentro de la jerarquía de gestión, según la Directiva Marco de Residuos y la Ley 7/2022, de residuos y suelos contaminados para una economía circular.
¿Cómo funciona un vertedero?
Una vez que la basura se entierra en un vertedero y pasa a ser relleno sanitario, dan comienzo dos procesos muy diferentes. El de descomposición y el de biodegradación. Ambos acontecen de manera muy lenta y controlada, dado que ese es el fin de un vertedero. Que no haya un deterioro rápido de los detritus.
Hace muchísimos años, se dejaba al aire libre en ‘basureros abiertos’. Los detritus quedaban expuestos al sol y a los fenómenos meteorológicos. Y toda la infraestructura resultaba inestable. Cada vertedero era un foco de agentes patógenos y contaminantes. Por ello en la actualidad se colocan capas de tierra sobre la basura y se la aísla.
¿Cuál es la diferencia entre descomposición y biodegradación?
En la descomposición de los elementos no intervienen organismos vivos. Estos son procesos en los que la materia se reduce a componentes moleculares menores. Pero lo hace por medio de agentes inertes. Un típico proceso de descomposición es el que sufren las rocas. Por la acción del viento o del agua acaban formando arena.
En cambio, cuando se produce un fenómeno de biodegradación se cuenta con la participación de varios tipos de organismos vivos. Como bacterias, protozoos, hongos, etc., que son los encargados de realizar el proceso de descomposición de la materia. El resultado es moléculas o átomos, que se reintegran a la naturaleza como nuevas materias primas.
¿Qué vida útil tiene un vertedero?
El tiempo que se demora en rellenar un vertedero depende de diferentes factores. Los componentes del suelo. La cantidad y tipo de residuos, la climatología y un largo etc. La idea es que cada uno dure al menos unas cuantas décadas. De hecho, en muchos casos esta vida útil se ‘alarga’ mediante procesos muy variados. Pero la vida de un vertedero es completamente diferente a la de los demás.
En cuanto se completa el llenado del vertedero, este se sella. En el interior continuarán los procesos de biodegradación y descomposición. Y el saneamiento total de la zona dependerá del tipo de residuos que contenga. Los plásticos y las latas pueden demorar cientos de años en desaparecer. Y el vidrio puede necesitar varios milenios. Si hay contaminantes radiactivos o altamente tóxicos, la recuperación podría no ser posible. O necesitar plazos inimaginables para concretarse.
Conclusión
Es de suma importancia que a cada vertedero lleguen materiales que sean fácilmente degradables. Por ello es idealmente el sitio de depósito de los restos orgánicos, que además fertilizan la tierra. Para lograrlo es vital contar con la colaboración ciudadana. Cada persona debe tener muy claro qué es lo que hay que reciclar y dónde se lo debe depositar. Con ello se evita que nuestra basura sea más contaminante y los elementos de larga duración acaben como relleno sanitario.
Muchos países ya han logrado eliminar estos emplazamientos con la colaboración activa de sus habitantes. Para ello los habitantes reciclan, compostan y separan sus desechos. Y el sobrante se composta o se incinera para generar energía. pero no hay dudas de que la mejor forma de gestionar la basura es lograr que un vertedero sea innecesario.