El ciclo hidrológico es el proceso natural que regula el movimiento del agua en la Tierra. Un fenómeno que antes era relativamente estable y que hoy, como se puede ver en algunos de los rios más importantes de todo el mundo, muestra signos de alteraciones significativas que afectan a todos los continentes debido a los efectos del cambio climático.
Las variaciones en la temperatura global intensifican la evaporación y la condensación, lo que provoca lluvias más torrenciales en algunos lugares y sequías prolongadas en otros. El resultado es una mayor frecuencia de eventos extremos, como inundaciones, tormentas violentas o periodos de aridez severa, que impactan tanto en estos ecosistemas acuáticos como en las vidas humanas de las comunidades que depende de ellos.
Los ríos no logran estabilizar su ciclo hidrológico debido al cambio climático
El ciclo hidrológico es «crecientemente errático y extremo», oscilando entre las sequías y las inundaciones, advierte un nuevo informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), que observó condiciones anómalas en dos tercios de las cuencas fluviales del planeta durante el año 2024.
Un informe de la agencia meteorológica de la ONU indicó que el pasado año se midieron caudales inferiores a la media de las últimas tres décadas en un 32 % de las cuencas, especialmente en América y África del Sur, mientras que fueron superiores en otro 26 %, con ejemplos en Europa, el subcontinente indio o buena parte de China.
El caudal fue menor al normal en cuencas de la importancia del Amazonas, el Paraná o el Orinoco en Suramérica, así como el Zambezi, el Limpopo o el Orange en África austral, mientras que hubo exceso hídrico en ríos de distintos continentes, tales como el Danubio europeo, el Indo y el Ganges en Asia o el Níger africano.
En el caso de España, el estudio muestra que hubo condiciones superiores a la media 1991-2020 en todas las cuencas mediterráneas, incluidas las del Ebro, el Júcar o el Segura, así como en muchos ríos de Cantabria y Galicia, mientras que los niveles fueron normales en Tajo, Duero, Guadiana o Guadalquivir.
«Los recursos hídricos del mundo están bajo una presión creciente y, al mismo tiempo, los fenómenos extremos relacionados con el agua tienen un impacto cada vez mayor en las vidas y los medios de subsistencia«, valoró la secretaria general de la OMM, Celeste Saulo, al publicarse el informe.
El estudio también destacó que en 2024, por tercer año consecutivo, hubo una amplia pérdida de hielo en todas las regiones glaciares, que sumó 450 gigatoneladas, «agua suficiente como para llenar 180 millones de piscinas olímpicas». Ese deshielo, que afectó especialmente a Escandinavia, las islas Svalbard y el norte de Asia, contribuyó a que el nivel del mar aumentara 1,2 milímetros en un sólo año, incrementando la amenaza para cientos de millones de personas que habitan en zonas costeras.
OMM recordó también que 2024, el año más caluroso nunca antes registrado, estuvo marcado por fenómenos extremos relacionados con el ciclo hidrológico tales como lluvias torrenciales y ciclones que causaron 2.500 muertos y cuatro millones de desplazados en África y más de un millar en Asia-Pacífico. Países como Brasil sufrieron simultáneamente inundaciones en el sur, que provocaron 183 muertes, y sequías en la cuenca del Amazonas, prolongación de las de 2023 y que afectaron a un 59 % del territorio nacional.
El informe recordó que estudios anteriores de Naciones Unidas cifran en 3.600 millones las personas sin acceso adecuado a agua potable durante al menos un mes del año, una cifra que podría aumentar a más de 5.000 millones a mediados de siglo.