El Día Internacional contra el Fracking, que se celebra cada 11 de octubre, es una jornada dedicada a la reflexión, la sensibilización y la acción global frente a una de las técnicas más polémicas de extracción de combustibles fósiles: la fractura hidráulica. Este día busca visibilizar los impactos ambientales, sociales y económicos del fracking, así como promover alternativas energéticas sostenibles que reduzcan la dependencia del petróleo y el gas.
¿Qué es el fracking?
El fracking consiste en inyectar agua, arena y productos químicos a alta presión en formaciones rocosas subterráneas para liberar el gas o el petróleo atrapado en su interior. Aunque se presenta como una tecnología capaz de aumentar la autosuficiencia energética y generar empleo, sus consecuencias negativas para el medio ambiente y la salud humana son ampliamente documentadas.
El uso masivo de agua, la contaminación de acuíferos, la emisión de metano, un gas de efecto invernadero mucho más potente que el dióxido de carbon, y el riesgo de sismos inducidos son solo algunos de los problemas asociados a esta práctica.
El Día Internacional contra el Fracking surgió a raíz de los movimientos ciudadanos que, desde comienzos del siglo XXI, comenzaron a organizarse para frenar su expansión. En países como Estados Unidos, Argentina, México, Reino Unido o España, comunidades rurales y urbanas se han movilizado para exigir moratorias o prohibiciones. Las campañas se han nutrido del trabajo de científicos, ambientalistas y organizaciones sociales que advierten sobre los riesgos irreversibles que el fracking puede causar en los ecosistemas y en la salud pública.
Uno de los principales argumentos contra el fracking es su impacto sobre los recursos hídricos. La fractura hidráulica requiere millones de litros de agua por pozo, mezclada con aditivos químicos que pueden ser tóxicos o cancerígenos. Una vez utilizada, esa agua se convierte en un residuo altamente contaminante que debe ser tratado o almacenado, con el peligro de filtraciones hacia los acuíferos. En regiones donde el agua es escasa, esta práctica agrava la crisis hídrica y amenaza la agricultura y el consumo humano.
Otro aspecto preocupante es la contaminación atmosférica. Durante el proceso de extracción y transporte del gas natural se liberan grandes cantidades de metano, uno de los principales responsables del calentamiento global. Diversos estudios han demostrado que las fugas de metano en las zonas de fracking anulan cualquier posible ventaja climática frente al uso de carbón o petróleo. En este sentido, el fracking no puede considerarse una “energía de transición”, como a veces se argumenta, sino una prolongación del modelo fósil que agrava la crisis climática.
El impacto social también es considerable. En muchas comunidades, la llegada de empresas dedicadas al fracking ha generado conflictos, división social y pérdida de confianza en las instituciones. Los habitantes locales, que suelen depender de la agricultura o del turismo rural, temen por la degradación del entorno natural y la caída del valor de sus tierras. Además, la promesa de empleo y desarrollo económico suele ser temporal y concentrada en las fases iniciales del proyecto, dejando tras de sí daños ambientales permanentes y escasos beneficios duraderos.
Alternativas sostenibles
El Día Internacional contra el Fracking 2025 también sirve para destacar las alternativas energéticas sostenibles. Las energías renovables, como la solar, la eólica, la geotérmica o la hidráulica, ofrecen una vía más limpia y segura para satisfacer la demanda energética global sin comprometer los ecosistemas. Además, la eficiencia energética, la reducción del consumo y la transición hacia una economía descarbonizada son pilares fundamentales para afrontar la emergencia climática.
Cada año, en esta fecha, organizaciones ecologistas, colectivos ciudadanos y comunidades locales organizan marchas, conferencias, proyecciones y actividades educativas en distintos países. Estas acciones buscan informar a la población y presionar a los gobiernos para que apuesten por políticas energéticas responsables y alineadas con los objetivos del Acuerdo de París y la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.
En última instancia, el Día Internacional contra el Fracking no es solo una jornada de protesta, sino también una llamada a la conciencia global. En un planeta que ya sufre los efectos del cambio climático (sequías, incendios, inundaciones y pérdida de biodiversidad), insistir en prácticas extractivas que agravan el problema resulta insostenible. Proteger el agua, el aire y la tierra es proteger la vida. Este día nos recuerda que el futuro energético debe construirse sobre la base del respeto a la naturaleza y la justicia ambiental, no sobre la explotación ilimitada de los recursos del planeta. ECOticias.com