“Cada día se producen en todo el planeta una serie de hechos de gravedad que afectan al Medio Ambiente, a los animales o a la fauna, producto de la inconciencia de la gente a la hora de sacarse una foto “a toda costa”, con tal de dejar un testimonio para la posteridad.”
Parece mentira que por la famosa moda de los selfies y de sacarle fotos a todo, especialmente a lo “raro”, desconocido u original, con el fin de demostrar que uno “estuvo allí” o fue partícipe de tal o cual evento, las personas olviden el respeto intrínseco que se le debe a la Naturaleza.
Y esto va más allá de la protección al Medio Ambiente o del cuidado de determinadas especies que se encuentran o no en peligro o están de alguna manera protegidas; es una mera cuestión de sentido común que parece ser el menos común de los sentidos y del que muchos individuos aparentemente carecen u olvidan a la hora de echar mano a la cámara.
Es muy triste tener que seguir contando hechos como los que se relatarán a continuación, porque a la gente que participa en estos incidentes apurados por ser parte de la vorágine fotográfica, no fueron capaces de parase a pensar un momento en las consecuencias que podían tener sus actos en el bienestar de otro ser y sin siquiera a veces, de valorar los riesgos a los que personalmente se exponen.
Disfrutando con la muerte
En junio del 2015 circularon fotos y hasta un video (que posteriormente fueron retirados de la red por contener imágenes extremadamente crueles) de unos turistas que estaban alimentando a una piara de cerdos salvajes, cerca de un sitio donde pululan los cocodrilos. Esto ocurrió en un pantano en Nueva Orleans, EEUU y fue captado desde el barco donde paseaban estos individuos.
Al percatarse de la cercanía de los cochinillos y de que estos estaban únicamente interesados en el pan que se les ofrecía, los cocodrilos comenzaron a acercarse; desde ese momento los turistas se dedicaron a entretener con comida a uno de los cerdos, quien finalmente fue cazado por el reptil, ante la algarabía y el festejo de los instigadores del hecho.
Estupidez “in extremis”
A principios del 2016 en una playa de Alagoas, en el nordeste de Brasil, unos turistas se dedicaron a pasear con sendos cuadriciclos mientras eran filmados para la posteridad. De lo que al parecer no se percataron jamás, fue que el sitio por donde eligieron transitar era en ese momento el escenario de la eclosión de miles de huevos de tortugas.
Los quelonios recién nacidos fueron masacrados por esta panda de inconscientes a quienes puede verse riendo y disfrutando en un video que circuló por las redes, despertando la indignación de quienes sí tienen algo de sentido común.
Inconsciencia generalizada
Un turista argentino acabó con la vida de un delfín tras sacarlo del agua y exponerlo públicamente, para el resto de personas que estaban en la playa se hicieran un selfie o fotografiaran a la pobre criatura, mientras ésta agonizaba fuera de su medio natural, al tiempo que era manoseada por la multitud.
Este lamentable hecho ocurrió el 15/2/16 en una playa de la localidad argentina de Santa Teresita, un balneario de la provincia de Buenos Aires. Cuando estos inconscientes fotógrafos quisieron enmendar su “error” el pobre animal, un pequeño Delfín de Plata (Pontoporia blainvillei), ya había perecido.
Insensibilidad ecoturística
El 16/2/16 en Tuxpan, una pequeña localidad costera de México, se dio otro caso de turistas que saquearon y destruyeron nidos de tortugas con el fin de hacerles fotos, según denunciaron los integrantes del campamento Tortuguero R5 instalado en ese lugar.
Los animales afectados fueron las tortugas lora (Lepidochelys kempii), una especie que se encuentra en grave peligro de extinción y a las que el mencionado campamento cuida y protege con el fin de preservar su supervivencia.
Y mucho más…
Además de estos incidentes, es importante destacar que muchas personas son capaces de disfrutar participando en actividades que ponen en peligro la vida, la integridad, la dignidad y/o la salud de otros seres (y a veces la suya propia), como es la caza de especies salvajes, los zoos, los espectáculos que utilizan animales y cientos de ejemplos más. Y nunca pierden la oportunidad de sacarse la tan mentada foto.
Una reflexión final
La gente está perdiendo el sentido de lo que hace en pos de ser parte de una masa borreguil, que se hinca sin chistar ante quienes imponen modas y dictan qué es lo que está bien o mal visto hacer, incluso en los ámbitos considerados más ecológicos.
Esta triste senda hace que por sacarse una foto, ir a un sitio que está en boga o participar en actividades que le deben gustar a “todo el mundo”, se dejen de lado los principios básicos del respeto y la mesura. No podemos olvidar que los animales también tienen derechos y se debe respetar su tranquilidad y su dignidad.
Hace falta un poco de reflexión y mucho de educación para no convertirse en uno más del montón. Por esa razón sería importante que la próxima vez que alguien piense en echar mano de la cámara o el móvil para sacar “la” foto que le hará resaltar, piense muy bien cuál es el costo real de esa imagen y en qué manera el sacrificio involuntario de otro ser, vale una palmadita en la espalda, un aplauso (real o virtual) o un “me gusta” en una red social.