El biólogo del CREAF Ferran Sayol presentó recientemente su tesis doctoral sobre la inteligencia animal, en la que comparó el tamaño del cerebro de muchas especies utilizando las aves como modelo. Las especies más inteligentes también son las que evolucionan más rápidamente. El ambiente influye mucho en el tamaño cerebral: los animales que colonizan las islas, por ejemplo, tienden a desarrollar cerebros más grandes.
Los seres vivos evolucionan al exponerse a condiciones ambientales nuevas. Los animales que tienen un cerebro grande son más hábiles en colonizar nuevos ambientes y acceder a nuevos recursos, y por lo tanto pueden dar lugar a nuevas especies a un ritmo mucho más rápido de lo normal.
Esta es una de las principales conclusiones de la tesis doctoral que Ferran Sayol ha llevado a cabo en el CREAF y que ha dirigido el Dr. Daniel Sol, investigador del CSIC en el mismo centro.
¿Cuál es la ventaja de tener un cerebro grande? Con esta pregunta Ferran Sayol comenzó su tesis en el marco del Programa de Doctorado de Ecología Terrestre de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB). Para realizar el estudio, el biólogo comparó el tamaño del cerebro de más de 1900 especies de aves. Después de establecer cuales especies tenían los cerebros más grandes, combinó esta información con los métodos de análisis filogenética más recientes.
Estos métodos no sólo permiten reconstruir el árbol genealógico de las especies, sino también calcular a qué velocidad han evolucionado a lo largo del tiempo. “Los resultados indican que las familias de aves con cerebro más grande son también las más diversificadas, es decir son las que más especies han generado” explica el Dr. Sayol.
Tener un cerebro grande proporciona la habilidad de cambiar el comportamiento para resolver problemas nuevos, y esta flexibilidad es lo que permite acceder a ambientes diferentes y buscar nuevos recursos cuando es necesario.
Según Sayol los humanos hemos sido capaces de colonizar el planeta acostumbrándonos a las condiciones más diversas precisamente gracias a la flexibilidad en el comportamiento.
“Nuestros cerebros nos permiten encontrar las soluciones para sobrevivir en cualquier ambiente.
Por ejemplo, para colonizar las regiones más frías hemos realizado abrigos que nos protegen. Pero algunas aves también son capaces de construir herramientas: el cuervo de Nueva Caledonia fabrica palitos de cierto tamaño y forma para sacar insectos de las cavidades de los árboles”.
Vivir en una isla hace crecer el cerebro
La inteligencia proporciona muchas ventajas. ¿Pero porqué algunos animales han llegado a tener cerebros grandes y otros no? Para contestar a esta pregunta Sayol analizó los datos sobre el ambiente en el que vivía cada una de las especies de su estudio y descubrió que las aves que vivían en ambientes más cambiantes tenían un cerebro más grande.
El biólogo en su tesis indica varios ejemplos de ambientes cambiantes, pero dedica un capítulo entero a las islas porque son un laboratorio natural extraordinario para entender este fenómeno.
Sayol observó que las aves que colonizan las islas desarrollan un cerebro más grande que el de las especies relacionadas que se quedan en el continente.
El investigador nos explica que vivir en una isla favorece la evolución de cerebros grandes por varias razones. “En las islas el ecosistema es simplificado y hay pocos depredadores: esta falta de presión permite a sus habitantes tener una vida más larga y dedicar más años al desarrollo.
Un periodo de desarrollo más largo permite un mayor crecimiento del cerebro. Las islas son también un ambiente muy inestable donde la disponibilidad de recursos puede variar de un año a otro. Las especies con un cerebro grande pueden adaptarse rápidamente a estos cambios”.
¿Un mayor tamaño del cerebro equivale a una mayor inteligencia?
Sayol no sólo midió el tamaño total del cerebro de cada animal de su estudio, sino que también observó si las áreas cerebrales más desarrolladas eran las que se suelen relacionar con la inteligencia: “Hemos visto que las áreas que crecen más son las llamadas asociativas, que integran las informaciones procedentes del exterior para elaborar una respuesta.
Podemos concluir que tener un cerebro grande significa tener más desarrolladas estas áreas, y entonces que el tamaño total del cerebro es un buen indicador de inteligencia”.
El investigador nos explica que en su estudio eligió las aves como modelo porque se trata de un grupo de animales extraordinariamente grande y diversificado, que ha colonizado los ambientes más diversos y entre el cual cerebros de gran tamaño han evolucionado muchas veces de forma independiente.
Destaca también la importancia de alejarse de los animales demasiado similares a Homo sapiens cuando se estudia la inteligencia: “las aves son animales muy diferentes a nosotros, entonces si comparamos la evolución de sus cerebros con lo que ya sabemos sobre la de los primates y otros mamíferos podemos tener una visión más amplia y objetiva de la inteligencia en el mundo animal”.
Los estudios de Ferran y de su equipo no sólo nos permiten entender cómo puede haber evolucionado nuestra misma inteligencia, sino también tienen implicaciones para la protección de la biodiversidad.
De hecho, los resultados conseguidos hasta ahora pueden ayudar en predecir qué especies tienen más posibilidades de adaptarse a los radicales cambios ambientales causados por el ser humano a nivel global.
Tesis
Sayol Altarriba, F. (2018). Causes and consequences of brain size evolution: a global analysis on birds. Universitat Autònoma de Barcelona. Director: Daniel Sol Rueda