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martes, marzo 21, 2023

Libros recomendados por ECOticias.com: ‘El Subsuelo’ de David W. Wolfe

Este libro afecta directamente a nuestro entorno más inmediato y ayuda a entender cómo abordar los retos medioambientales. Y es, sobre todo, una maravillosa fuente de conocimiento con un encanto difícil de encontrar.

Existe un lugar inexplorado del universo al alcance de nuestra mano. Sólo vemos y conocemos una fracción ínfima de la vida en la Tierra; la mayor parte está bajo nuestros pies, un hábitat desconocido y fascinante. 

El aire que respiramos, el agua que bebemos, lo que comemos, la industria, la medicina actual y la del futuro, incluso la exploración del espacio: todo depende del subsuelo.

El subsuelo se lee como una aventura, con referencias literarias y anécdotas sobre los científicos que han protagonizado el estudio de este hábitat. Por su rigor científico y por su capacidad divulgativa, ha sido merecedor del prestigioso Choice Outstanding Academic Title que otorga la American Library Association.

Esta edición, actualizada y revisada, incluye un prólogo de Mónica Fernández-Aceytuno, Premio Nacional de Medio Ambiente, que da la medida de su relevancia: «Tras la lectura de esta obra tengo la impresión de que hemos vivido a oscuras».

«Tengo la impresión de que hemos vivido a oscuras. Y no tanto porque no supiéramos nada —que también— sino por nuestra incapacidad para imaginar lo que está por debajo de la superficie, toda esa increíble vida subterránea. […] Pero ahora, ese mundo infinito del subsuelo se me antoja más fascinante que el universo, y más necesario conocerlo al comprender, a través de la lectura de este libro, su vital importancia para nuestra existencia.»

Mónica Fernández-Aceytuno (Premio Nacional de Medio Ambiente), prólogo de El subsuelo

David W. Wolfe es profesor asociado de Ecología Vegetal en el Departamento de Horticultura y miembro del Programa de Biogeoquímica de la Universidad Cornell.

Su investigación se centra en la conservación del subsuelo y el agua, en el impacto del cambio climático en las plantas y los suelos, y en nuevas herramientas para mitigar este impacto en los ecosistemas gestionados y naturales.

Ha publicado artículos en revistas académicas. Wolfe lidera un proyecto del Departamento de Agricultura de Estados Unidos dirigido a desarrollar nuevos métodos para la cuantificación del flujo de carbono y nitrógeno en suelos agrícolas y la reducción de la emisión de gases de efecto invernadero, y la Iniciativa Salud del Suelo, patrocinada por el estado de Nueva York.

También participa en proyectos de conservación del suelo y seguridad alimentaria en los países del este de África.

Sobre El subsuelo:

  • «Un viaje sorprendente e iluminador a través del subsuelo», Booklist
  • «No sólo es un resumen magistral sobre el conocimiento científico en la materia y una lúcida descripción de un nuevo árbol de la vida, sino que también es un relato emocionante y revelador», The Boston Globe
  • «Wolfe resulta cautivador a lo largo de toda la lectura. […] Plantea temas y preguntas que merecen llegar a un público amplio», Publishers Weekly 
  • «Cada página de este libro está llena de datos sorprendentes», National Review
  • «El subsuelo es una gran aventura. Cualquiera interesado en la conservación de la vida encontrará en este cuidado libro una guía extraordinaria», John W. McCarter, Jr., Museo Field de Historia Natural de Chicago

Fragmentos de El subsuelo [Páginas 15 – 17]:

No hace falta aventurarse mucho en el subsuelo para llevar a cabo nuevos descubrimientos. Sales al jardín, por ejemplo, hundes el índice y el pulgar en la zona de las raíces de una mata de hierbas y sacas un pellizco de tierra.

Lo más seguro es que tengas en la mano alrededor de mil millones de organismos vivos, unas diez mil especies diferentes de microorganismos, la mayoría todavía sin nombrar, catalogar ni entender.

Entretejidas con los miles de raicillas de la hierba que podemos observar a simple vista existen madejas de unos filamentos microscópicos y parecidas a tela de araña llamados hifas micóticas, cuya longitud total no se mide en centímetros sino en kilómetros. Y todo esto en un simple pellizco de tierra.

En un puñado de suelo normal y corriente hay más criaturas que humanos en el planeta entero, y quizá cientos de kilómetros de microscópicas hifas de hongos asociados. 

Muchos científicos entusiasmados con el estudio de la ecología del suelo han reclutado a pequeños ejércitos de estudiantes de posgrado y los han hecho patearse bosques y praderas con la misión de compilar un inventario completo de la vida subterránea.

En una extensión de un metro cuadrado, sus estudios habitualmente desvelan la presencia de miles de millones de unos gusanos cilíndricos microscópicos llamados nematodos; entre una docena y varios centenares de lombrices de tierra, mucho más grandes; y entre cien mil y medio millón de insectos y otros artrópodos (especies con exoesqueleto duro).

Y esto sin contar las cifras astronómicas de especias de hongos, organismos unicelulares como bacterias y protozoos y otras criaturas que no encajan en estos grandes grupos. La mayor parte de estos organismos son minúsculos y sólo se pueden ver con lentes de aumento.

Otras muchas especies desafían toda clasificación; simplemente no se las ha descrito nunca. Incluso en áreas bien estudiadas, seguimos encontrando de forma rutinaria artrópodos nuevos y otras especies multicelulares de función desconocida.

Las cifras son mareantes, la biodiversidad es fascinante y ningún otro hábitat de la Tierra sobrepasa este potencial de descubrimientos.

Y, sin embargo, hemos dedicado más recursos y esfuerzo a examinar pequeñas parcelas de la superficie lunar o de la de Marte que a explorar el hábitat subterráneo de nuestro planeta.

Las palabras de Leonardo da Vinci son tan aplicables hoy como hace quinientos años: «Sabemos más del movimiento de los cuerpos celestes que del suelo que pisamos».

Incluso en los laboratorios más modernos, los científicos tienen suerte si consiguen crear la mezcla de nutrientes y las condiciones adecuadas para cultivar y estudiar un 1 por ciento de los microorganismos que se encuentran en una muestra típica de suelo. Esta tasa de éxito tan baja se debe en parte a la compleja interdependencia entre los organismos del subsuelo (edáficos).

No pueden sobrevivir cuando se los aísla de sus vecinos. Hasta hace muy poco no sabíamos casi nada sobre el 99 por ciento de los microorganismos del suelo que no podíamos criar en cautividad, poco más que el aspecto que tenían bajo el microscopio sus restos celulares. 

Imagen vertical: Alexis Wolfe

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