…” Una de las cosas más importantes que las ballenas ofrecen a la humanidad es el sentido de brindarnos nuestro lugar en el esquema de las cosas. Nos ayudan a entender cuan pequeños somos en realidad. Y esa visión es un gran regalo pues nos ayuda a darnos cuenta de que no somos la estrella de la función, sino apenas los extras, apenas una cara bonita más. Podemos estar orgullosos de ese rol, pero sólo cuando aceptemos que es la Naturaleza, y no nosotros, la que ocupa el centro de la escena.
Mucha gente cree que la situación es desesperante. Parecen sentir que no hay manera de que puedan hacer una diferencia, que el status quo es demasiado poderoso, que ninguna persona puede cambiar el mundo. Pero una de las lecciones más importantes de la historia de la humanidad, es que la única fuerza que ha cambiado al mundo es la de algún individuo que empujó contra el sistema. Uno podría decir “Sí, pero eso ocurrió cuando el mundo era menos complicado. Nuestros tiempos son demasiado complejos. El sistema es demasiado poderoso, demasiado intrincado”. Pero se equivocaría. Hay en la actualidad tecnologías que incrementan en mucho el poder y la velocidad con los que el mensaje de una persona puede ser escuchado. En estos tiempos es más posible que nunca antes que una persona genere la diferencia.
Incluso en los tiempos del telégrafo, las ideas de Mahatma Ghandi derrotaron a todo el Imperio Británico. ¿Y qué hay acerca de Nelson Mandela? Él quebró la columna del apartheid mientras estaba en prisión. Y también están Fidel Castro y Che Guevara, que ganaron sus batallas en contra de increíbles dificultades. No interesa cuáles son las creencias de uno, ni si uno comparte las políticas e ideologías de alguno o de todos estos individuos: la lección fundamental es que cada nueva ideología comienza como algo que parecía imposible al principio, generalmente algo que parecía ridículamente imposible, pero que fue llevado adelante intensamente por una persona….
….Nuestra generación, la suya y la mía, se enfrenta a la oportunidad más extraordinaria de grandeza que ninguna otra generación en la historia de la humanidad haya tenido jamás. Vivimos un tiempo en el que podemos salvar no sólo algún pequeño reino por propio interés, sino a todo el reino animal. Si fallamos en cambiar nuestros rumbos y simplemente nos detenemos a dejar que el mundo salvaje sea destruido, seremos más odiados que ninguna otra generación que haya existido. Las futuras generaciones sabrán que éramos concientes de la mortal explosión de nuestra especie, de la pérdida de biodiversidad, del calentamiento global, de la contaminación de los mares, la tierra y el aire, de la masiva pérdida de suelo, de la desertificación. Podrán ver claramente que teníamos información más que suficiente para entender que los problemas que estábamos creando requerían soluciones; y, sin embargo, verán con igual claridad que fallamos para actuar con la fuerza suficiente para salvar a la Naturaleza. Y nos odiarán por eso porque, desde su perspectiva, habremos cambiado nuestro confort por su futuro.
Sin embargo, si actuamos con coraje y logramos preservar lo que queda de Naturaleza nos agradecerán, incluso nos venerarán, durante todas las generaciones que quedan por vivir, durante lo que puede convertirse en un largo y luminoso futuro para nuestra especie. La decisión depende de nosotros, de ustedes y de mí.
Ustedes y yo debemos hacer una elección. Pero para hacerlo, cada uno de nosotros necesita contestar una pregunta más. Necesitamos decidir lo siguiente: Hacia qué fin estoy viviendo mi vida? Un mañana, parado en un acantilado en Península Valdés, me di cuenta de que pasaría el resto de mi vida tratando de vivir de manera de cambiar las actitudes de la gente hacia el mundo salvaje, de que siempre pondría eso primero. Este pensamiento me dio una sensación de regocijo y de libertad que transformó mi vida para siempre, fue un golpe que se clavó directo en mi corazón.