Con tan sólo 26 años, el 14 de julio de 1960, Jane Goodall pisó por primera vez la Reserva de Gombe (Tanzania) para iniciar su estudio sobre chimpancés salvajes, según ha recordado el CSIC en una nota. Hoy en día, 50 años después, la investigación continúa, convirtiéndose en una experiencia pionera en el campo de la etología, o ciencia del estudio del comportamiento de los animales, como uno de los estudios de campo más prolongados que ha permitido descubrir datos antes desconocidos, como que los chimpancés son capaces de fabricar herramientas para atrapar termitas y que ese aprendizaje se transmite de generación en generación; o que es una especie tan territorial que llega incluso a planificar verdaderas guerras en contra de aquellos que intenten invadir su espacio, como en efecto ocurrió en Gombe entre 1974 y 1977, cuando Goodall y su equipo fueron testigos de la aniquilación deliberada por parte de patrullas de machos hacia un grupo vecino de chimpancés que se había escindido del grupo principal.
En 1977 Goodall fundó el Instituto que lleva su nombre, que hoy en día cuenta con oficinas en 27 países, y que además de dedicarse al estudio del comportamiento animal, también participa en campañas de conservación, sensibilización, educación y divulgación ambiental. A principios del pasado siglo XX se sabía que existía una población de unos dos millones de chimpancés salvajes repartidos en 25 países africanos.
En la actualidad ese número se ha reducido «drásticamente» a poco más de 200.000 ejemplares en una veintena de naciones. En gran medida la debacle de la especie ha sido provocada por la deforestación desmedida que ha destruido su medio y por la cacería ilegal o la captura de ejemplares como animales de laboratorio o para la industria del espectáculo.
La labor del Instituto Jane Goodall se dirige en buena parte a sensibilizar sobre este problema alrededor del mundo en viajes que ocupan durante 300 días al año la agenda de esta investigadora, que ya ha visitado en varias ocasiones la ciudad de Sevilla y que el año 2003 recibió el Premio Príncipe de Asturias en Investigación Científica y Técnica.
El Instituto lleva a la práctica programas como ‘BioDiverCIudad’, ‘Ecoinvestigadores’, ‘ChimpAmigos’, ‘Movilizate por la selva’ o ‘Roots&Shorts’, todos encaminados a la investigación, conservación y divulgación ambiental.
En referencia a la muestra, indica que varios de los paneles advierten sobre comportamientos observados en los chimpancés que «sorprenden» por su cercanía con rasgos que se pensaban exclusivamente humanos. Por ejemplo, Goodall y su equipo determinaron con su método de observación que en los chimpancés, al igual que en los humanos, los vínculos entre madres e hijos pueden durar toda la vida, a diferencia de otras especies donde el momento del destete o la independencia alimenticia marca una escisión definitiva.
Asimismo, otros investigadores, como Roger Fouts, han comprobado que esta especie tiene «una prodigiosa memoria» o que es capaz de comunicarse utilizando un código humano, previamente aprendido, la lengua de signos americana. Washoe, uno de los simios estudiados, podía usar unos 250 signos y crear sus propias palabras.
ECOticias.com – ep