La Península Ibérica constituye una unidad biológica con entidad propia, un área biogeográfica diferenciada de las restantes por la composición de especies que la caracteriza. Este hecho, ampliamente constatado en plantas y animales, es aún más claro en los que a peces dulceacuícolas se refiere, con consecuencia del escaso poder de dispersión de éstos.
Esta baja capacidad de expansión unida al aislamiento geográfico que los Pirineos y el agua marina suponen, ha determinado, con el correr de los siglos, la existencia de abundantes endemismos ibéricos (especies que únicamente habitan en la Península Ibérica de manera natural) originados por diferenciación genética de pequeñas poblaciones. Otros peces como Aphanius iberus y Valencia Hispánica se han convertido en endemismos al reducirse su área de distribución (se han encontrado fósiles de sus ancestros en Centroeuropa).
El número de peces continentales que habitan la Península Ibérica es variable según el autor que se consulte, debido a que algunos incluyen especies de estuario, más asociadas a aguas salobres que a las verdaderamente dulces, lo que no es admitido por todos. Hemos confeccionado una lista de especies ibéricas (tabla 1) a partir de las incluidas en las dos publicaciones más recientes sobre el tema (GOMEZ CARUANA & DIAZ LUNA, 1.991; y DOADRIO, ELVIRA & BERNAT, 1.991).
Según esta lista, actualmente serían 72 las especies de peces dulceacuícolas (estrictos o parciales) peninsulares, de las cuales 19 son alóctonas (han sido introducidas por el hombre). De las 53 restantes (todas autóctonas), 19 son endémicas de la península y otras dos son endémicas de la península y el norte de Africa (figura 1). Es decir, aproximadamente el 40% de las especies piscícolas naturales de los ríos ibéricos no aparecen en ninguna otra parte del mundo, lo que da idea de la singularidad de nuestra fauna piscícola.
Si no tuviéramos en cuenta aquellas especies (dulceacuícolas parciales) que no mantienen poblaciones estables en agua dulce y cuya biología depende en gran medida del medio marino (Sygnathus abaster, Dicentrachus labras, D. punctatus y todas las especies de las familias Mugiliadae, Gobiidae y Pleuronectidae), el porcentaje de endemismos ascendería al 51% de las especies nativas.
Esta riqueza natural está seriamente amenazada hoy en día. Contaminación de las aguas, canalizaciones, extracciones excesivas de agua para riego o consumo urbano e industrial, construcción de embalses y minicentrales hidroeléctricas, extracción de gravas, introducción de especies alóctonas, contaminación genética, furtivismo, sobrepesca, etc, son actuaciones de origen humano que perjudican enormemente a las poblaciones de peces, llegando en algunos casos a extinguirlas. Todas ellas tienen importancia y, dependiendo del caso, hasta las a priori menos lesivas pueden resultar exterminadoras.
En el presente artículo vamos a tratar el caso de las introducciones de peces exóticos, introgresión humana que cuenta con antecedentes históricos bastante antiguos, pero que, en los últimos tiempos, se ha generalizado peligrosamente convirtiéndose en una gran amenaza para nuestra fauna piscícola.
Introducciones históricas y recientes.
La fecha de las que podrían ser denominadas introducciones históricas en la península (carpa, carpín y tenca) es tema de controversias entre los diferentes autores.
Para unos, la carpa (Cyprinus carpio) y el carpín o pez-rojo (Carassius auratus) fueron introducidos por los romanos, que los utilizaban como elemento decorativo, en estanques, y quizás también gastronómico. Un segundo impulso a su expansión lo dio la necesidad de contar con pescado fresco en los monasterios medievales del interior, lo que permitiría complementar la dieta de hortalizas con que los clérigos cumplían el precepto de abstenerse de comer carne de pelo o pluma durante la Cuaresma. Esta podría ser también la explicación a la introducción de la tenca (Tinca tinca).
Otros autores en cambio, admiten que la carpa y el carpín fueron introducidos en Europa por los romanos (siglo I), pero postergan su introducción en la Península Ibérica al siglo XVII.
Sea como fuere, hoy en día estas tres especies pueden ser encontradas en la práctica totalidad del territorio peninsular, y su carácter alóctono es generalmente desconocido por la población humana.
A las introducciones históricas mencionadas se les han añadido muchas otras durante el último siglo, seguramente como consecuencia de la mejora en transportes y en conocimientos sobre piscicultura.
A finales del pasado siglo se introdujeron en la península dos salmónidos procedentes de Norteamérica, la trucha arco-iris (Onchorhynchus mykiss) y el salvelino (Salvelinus fontinalis), así como un ciprínido centroeuropeo, el gobio (Gobio). De este último se cree que se importó con la finalidad de criarlo para servir de alimento a las truchas en piscifactorías.
Algo más tarde, allá por 1.910, se realizaron experimentos de aclimatación, en las aguas cerradas del lago de Banyoles (Girona), con varias especies: trucha arco iris, gobio, gardí (Scardinius erythrophthalmus), brema (Abramis brama), alburno (Alburnus alburnus), locha de estaque (Misgurnus fossilis), cacho dorado (Leuciscus idus) y Leuciscus souffla. De éstas han establecido poblaciones las tres primeras especies, desapareciendo al parecer las restantes.
La introducción del pez-gato (Ictalurus melas), aunque menos contrastada, también parece datar de principios de siglo, siendo el lago de Banyoles el primer lugar donde se introdujo.
En 1.921, y con el fin de combatir las plagas de mosquito transmisoras del paludismo, la Administración importa de Norteamérica la gambusia (Gambusia holbrooki), con fatales consecuencias para dos especies autóctonas en peligro de extinción, los endémicos fartet (Aphanius iberus) y samaruc (Valencia hispánica), este último considerado uno de los dos peces del planeta en mayor peligro de extinción según la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza).
El Servicio de pesca Continental, caza y Parque Naturales (SPCCPN), introdujo en las aguas dulces ibéricas otra especie foránea, el lucio (Esox lucius), previo informe favorable del ingeniero Velaz de Medrano. Fatal decisión.
En Abril de 1.949 llegaron los primeros 50.000 huevos embrionados procedentes de Francia, que fueron instalados en la piscifactoría que el SPCCPN tenía en Aranjuez (Madrid). En Diciembre de ese mismo año se soltaron los primeros lucios adultos (255 individuos), procedentes también de Francia, en el río Tajo.
En el caso del lucio no podemos hablar de especie estrictamente alóctona, ya que esta especie habitó en la península hasta el Pleistoceno, como parece indicar una vértebra fósil hallada en le yacimiento arqueológico achelense de Aridos-I (Arganda, Madrid). Sin embargo, al haberse extinguido de la península hace tantos miles de años, tiempo durante el cual nuestros ecosistemas acuáticos han seguido evolucionando en su ausencia, cuando se la incorpora de nuevo a las aguas es recibida como un elemento extraño, igual que a cualquier especie totalmente alóctona, por lo que tampoco podemos considerarla especie nativa o autóctona.
El SPCCPN, en 1.955, lleva a cabo una suelta piloto de perca americana o blackbass (Micropterus salmoides), tras ser criada y estudiada en la piscifactoría de Aranjuez, y también introduce la trucha de fontana o salvelino (Salvelinus fontinalis) y el salvelino alpino (Salvelinus alpinus) en ibones y estanques pirenáicos y en algunos embalses del centro peninsular. De la persistencia de esta última especie no se han encontrado pruebas, por lo que se la supone extinguida y no es incluida en la lista de la fauna de peces de agua dulce actual (tabla 1).
En 1.968 fue introducido por primera vez, en el río Tormes, el hucho o salmón del danubio (Hucho), de manos del SPCCPN, con fines deportivos, para la pesca con caña.
A finales de los años 70 se introdujo, al parecer legalmente, la lucioperca (Stizostedion lucioperca) en el embalse de Boadella (Girona), de modo experimental. Posteriormente, en 1.990, ha sido citado en el embalse de Mequinenza y bajo la presa de San Lorenzo de Montgay (Lleida), probablemente como consecuencia de introducción ilegal.
En la década de los 70 el SPCCPN fue sustituido por el ICONA (Instituto para la Conservación de la Naturaleza). Esta sustitución fue más importante de lo que pudiera parecer, ya que el cambio de entidad administrativa fue acompañado de un cambio de actitud hacia la Naturaleza. Se frenó la política que fomentaba la introducción de especies alóctonas, aunque desde entonces se cultivan y dispersan las especies exóticas que gozan de mayor aceptación en le colectivo de pescadores: carpa, tenca, trucha arco-iris, black-bass y lucio.
En 1.974 se cometió un grave delito ecológico. Uno o varios particulares, con conocimiento de que lo que hacían era totalmente ilegal, introdujeron un tonel con 32 alevines de siluro (Siluro glanis) a través de la frontera con la excusa de que iban a servir de cebo vivo para capturar lucio y black-bass en el embalse de Mequinenza. Lo que en realidad se hizo con ellos fue liberarlos en la desembocadura del río Segre en el Ebro.
Los intentos de justificación de esta introducción, publicados incluso en alguna revista de pesca, carecen de todo rigor científico.
Aunque no sirva de consuelo, esto no es lo común. La mayoría de las restantes introducciones de peces alóctonos parecen haber sido llevadas a cabo por particulares bienintencionados pero ignorantes. Por lo general se trata de personas amantes de la Naturaleza, pescadores en muchos casos, que creen hacer un bien al soltar peces en un río o embalse, sea cual sea su especie y origen, desconociendo que lo que probablemente estén haciendo sea provocar un desastre ecológico. Actitudes similares han potenciado la expansión del tristemente célebre cangrejo rojo o de las marismas (Procambarus clarkii), calificado por los expertos como «ecológicamente indeseable en nuestras aguas».
Fruto de estas introducciones particulares parece ser la presencia, en aguas peninsulares, de las especies alóctonas que nos quedan por mencionar.
El gardón o rutilo común (Rutilus), frecuente y abundante en Europa y buena parte de Asia, ha sido introducido en la Península Ibérica, aunque en unos pocos lugares (río Llobregat, canal de Urgel,…).
El fúndulo o pez-momia (Fundulus heteroclitus) es originario del Este de Norteamérica y actualmente se le encuentra en el Suroeste de la Península Ibérica. Existe una cita del siglo pasado, cercana a Sevilla, que posiblemente corresponda a esta especie. Es posible que llegara hasta la península como «polizón» en algún barco.
La perca (Perca fluviatilis), común en Europa, ha sido introducida en el embalse de Boadella (Girona), que al perecer es el único enclave ibérico en el que habita.
El pez-sol (Lepomis gibbosus) es otra especie originaria de Norteamérica que ha sido introducida en la Península Ibérica, no estando clara la fecha de su introducción.
Finalmente, el chanchito (Cichlasoma facetum) es un cíclido originario de Sudamérica, muy utilizado en acuarios, que se ha aclimatado a las aguas del sur peninsular como consecuencia, probablemente, de la suelta de ejemplares que fueron importados para acuariofilia. La primera cita peninsular data de principios de los años 40, en Portugal, pero recientemente se ha comenzado a expandir con gran fuerza.
La situación de la C.A.P.V.
Actualmente tenemos conocimiento de la existencia de 31 especies de peces, total o parcialmente dulceacuícolas, en la Comunidad Autónoma del País Vasco, como se detalla en la tabla 1. Para llegar a esta cifra hemos revisado la bibliografía y hemos añadido citas propias, pero conviene hacer notar que los ecosistemas estuarinos del País Vasco han sido escasamente estudiados en lo que se refiere a su ictiofauna, por lo que es posible que alguna especie de estos ambientes no haya sido detectada hasta el momento pese a existir en ellos, como sucedió con Liza ramada, que no fue citada por primera vez hasta 1.987.
De las 31 especies mencionadas, 21 son autóctonas (se ha excluido el gobio, aunque hay que hacer constar que la población del río Bidasoa parece ser la única autóctona de toda la Península Ibérica) y 10 alóctonas (gobio en la vertiente mediterránea).
Además del mencionado gobio, las especies de peces introducidas en la C.A.P.V. son: tenca, carpín y carpa (introducciones más recientes).
Del pez-sol la presente es la primera cita bibliográfica para el País Vasco, habiendo sido detectado este mismo año en una balsa de riego alavesa, aunque la densidad de la población indica que la fecha de suelta fue anterior. Al parecer de momento ésta es la única población de pez-sol en la C.A.P.V.
Tenca, carpa y carpín mantienen poblaciones estables en aquellos tramos fluviales y retenciones de agua (charcas, embalses) que les son favorables, siendo la última de estas tres especies la que con diferencia está más extendida por la C.A.P.V.
Con trucha arco-iris se realizan sueltas periódicas para pesca deportiva pero, como al parecer no se han dado casos de reproducción natural en nuestras aguas, cabe pensar que pocos años después de un hipotético cese de las repoblaciones esta especie se extinguiría, por lo que su presencia no parece excesivamente problemática siempre y cuando se limiten las repoblaciones a tramos bien definidos y aislados del resto.
Con el hucho se realizaron pruebas de aclimatación recientemente, soltando algunos ejemplares en aguas de un río vizcaíno, pero se abandonó el proyecto ante la imposibilidad de conseguir más ejemplares para repoblación. Hoy en día no se tienen datos de su presencia en aguas vascas.
El lucio fue introducido por algún particular en el alavés embalse de Albina, donde ha diezmado las poblaciones autóctonas de peces. De momento su presencia es restringida (embalses de Albina y Villarreal) pero constituye una seria amenaza pues cabe la posibilidad de que colonice los tramos bajos de algunos de nuestros ríos.
Sobre la presencia del siluro en aguas de la C.A.P.V. tan sólo se dispone de una prueba fotográfica. Su introducción pudo coincidir en tiempo y lugar con la del lucio, pero al parecer no se ha aclimatado como éste.
Desgraciadamente el black-bass está mucho más extendido por la C.A.P.V. Actualmente resulta difícil encontrar una charca, balsa o embalse en la que no se haya introducido ya este voraz depredador.
¿Y por qué no?
Utilizando una definición muy sencilla, podríamos decir que un ecosistema es el conjunto formado por una comunidad de organismos vivos y el medio físico sobre el que se asienta. Los elementos que conforman la comunidad son las poblaciones de las diferentes especies de seres vivos (algas, plantas acuáticas, larvas de insectos, peces, etc), y todos ellos están más o menos relacionados entre sí y con el medio físico mediante conexiones directas e indirectas que forman la llamada red trófica de la comunidad.
TABLA 1 |
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1. Lampetra fluviatilis (lamprea de arroyo) 2. Lampetra planeri (lamprea de arroyo) 3. Petromyzon marinus (lamprea marina) 4. Acipenser sturio (esturión) 5. Alosa alosa (sábalo). 6. Alosa fallax (saboga). 7. Anguilla anguilla (anguila). 8. Hucho hucho (salmón del Danubio). 9. Oncorhynchus mykisss (trucha arco-iris) 10. Salmo salar (salmón). 11. Salmo trutta (trucha común). 12. Salvelinus fontinalis (salvelino). 13. Esox lucius (lucio). 14. Anaecypris hispanica (jarabugo). 15. Barbus bocagei (barbo común). 16. Barbus comiza (barbo comiza). 17. Barbusgraellsii (barbo de Graells). 18. Barbus guiraonis (barbo mediterráneo). 19. Barbus haasi (barbo culirroyo). 20. Barbus meridionalis (barbo de montaña). 21. Barbus microcephalus(barbo cabecipequeño). 22. Barbus sclateri (barbo gitano). 23. Carassius auratus (carpín-pez rojo). 24. Cyprinus carpio (carpa). 25. Chondrostoma polylepis (boga). 26. Chondrostoma toxostoma (loina/madrilla). 27. Gobio gobio (gobio). 28. Iberocypris palaciosi (bogardilla). 29. Leuciscus carolitertii (bordallo). 30. Leuciscus cephalus (cacho). 31. Leuciscus pyrenaicus (cachuelo). 32. Phoxinus phoxinus (ezkailu/chipa). 33. Rutilus arcasii (bermejuela). 34. Rutilus lemmingii (pardilla). 35. Rutilus lusitanicus (rutillo portugués). 36. Rutilus macrolepidotus (ruivaca). 37. Rutilus rutilus (rutilo común) 38.- Scardinius erythophothalmus (gardí). 39. Tinca tinca (tenca). 40. Tropidophoxinelus alburnoides (calandino). 41. Cobitis calderoni (colmilleja/lamprehuela). 42. Cobitis maroccana (colmilleja). 43. Noemacheilus barbatulus (locha). 44. Silurus glanis (siluro). 45. Ictalurus melas (pez gato). 46. Aphanius iberus (fartet). 47. Fundulus heteroclitus (fúndulo). 48. Valencia hispanica (samaruc). 49. Babusia holbrooki (gambusia). 50. Atherina boyeri (pejerry/mochón). 51. Atherina hepsetus (pejerrey/chucleto). 52. Atherina prebyster (pejerre/abichón). 53. Gasterosteus aculeatus (espinoso). 54. Syngnathus abaster (aguja de río). 55. Cottus gobio (coto/cavilat). 56. Dicentyrarchus labrax (lubina). 57. Dicentrarchus punctatus (baila). 58. Perca fluviatilis (perca). 59. Stizostedion lucioperca (lucioperca) 60. Lepomis gibbosus (pez sol). 61. Micropterus salmoides(black-bass). 62. Cichlasoma facetum (chanchito). 63. Chelon labrosus (corcón/lisa). 64. Liza aurata (galupe). 65. Liza ramada (capitón). 66. Liza saliens (galua). 67. Mugil cephalus (mujol cabezudo). 68. Oedalechilus labeo (labeo/caluga). 69. Blennius fluviatilis (blenio/pez fraile) 70. Pomatoschistus microps (cabuxino enano). 71. Pomatoschistus minutus (cabuxino). 72. Platichthys flesus (platija). |
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Cada especie viene seguida de una serie de tres códigos, el primero indica el origen (N=nativa; En=endémica; In=introducida), el segundo indica la categoría de conservación según la «Lista Roja de los Vertebrados de España» del ICONA (E=en peligro; V=Vulnerable; R=rara; I=indeterminada; K=insuficientemente conocida; NA=no amenazada) y la tercera señalada si ha sido citada en la C.A.P.V. o no. |
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(*)Endemismo ibero-norteamericano. |
Fuente: elaboración propia |
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Cada ecosistema concreto tiene su red trófica característica, en la que las poblaciones de las diferentes especies pueden fluctuar como consecuencia de los factores ambientales (que influyen en la reproducción, crecimiento, migración, mortalidad) y de las interacciones ecológicas (competencia, depredación). Esto supone lo que se llama un «equilibrio dinámico».
Cuando se introduce un elemento extraño (una especie íctica alóctona en nuestro caso) en la red de un ecosistema (fluvial, lacustre) cuyas características le sean favorables, se altera ese equilibrio dinámico.
Con el tiempo la nueva especie se irá haciendo un hueco en la red, desplazando a especies competidoras menos fuertes, incidiendo sobre las poblaciones de las especies presa, etc, lo que podría conllevar la rarefacción o incluso extinción de algunas especies no dotadas de comportamientos defensivos o potencial reproductor suficientes, y la proliferación de otras, beneficiadas por la disminución de competencia.
Es muy difícil predecir las consecuencias de una introducción, ya que cada caso concreto es diferente, pero lo que es seguro es que, si la especie introducida es capaz de vivir y proliferar en el nuevo hábitat, lo hará a costa de romper el equilibrio dinámico preexistente y, de camino hacia el nuevo equilibrio que se establecerá ya con su presencia, es muy posible que deje fuera alguna otra especie.
Esta es la razón por la cual son indeseables las introducciones de peces exóticos en ecosistemas de aguas dulces. Tanto los ecosistemas como las comunidades y organismos que los conforman son un patrimonio que debemos conservar para disfrutarlos y garantizar su disfrute a las generaciones futuras.
A modo de apéndice resaltemos la existencia en nuestras aguas fluviales de una auténtica reliquia, como es el pez fraile o blenio, cuya supervivencia se encuentra seriamente amenazada, además de por el deterioro de su hábitat, por la expansión del cangrejo de las marismas (Procambarus clarkii), cuya introducción parece haber sido la causa de la desaparición del blenio en los ríos del sur peninsular.