Los incendios forestales tienen un impacto significativo en la calidad y estructura del suelo de los bosques afectados. Cuando se producen las llamas, las altas temperaturas desencadenan la destrucción de la capa superficial del suelo, que es fundamental para la retención de nutrientes y la protección contra la erosión.
Otra consecuencia importante es la alteración de la microbiota del suelo. Los microorganismos que descomponen materia orgánica y mantienen el equilibrio del ecosistema del suelo pueden ser destruidos o debilitados por el calor, afectando los procesos de fertilización natural. La reducción de la biodiversidad microbiana puede retrasar la recuperación de la fertilidad del suelo y dificultar la regeneración vegetal.
¿Qué pasa con el suelo tras los incendios forestales?
Cuando el fuego aparece, las altas temperaturas destrozan esa “microbiota” al mismo tiempo que las llamas devoran árboles y vegetación; las primeras capas del suelo quedan estériles, y en el caso de incendios intensos y de gran magnitud como el de Ávila, también capas más profundas, hasta 20 centímetros bajo nuestros pies.
El daño, aunque invisible a los ojos, es extraordinariamente grande. “Lo que ocurre bajo los suelos aporta más biodiversidad que las plantas o animales que vemos sobre la superficie. Dentro del suelo hay miles de especies, miles de microorganismos, algunos incluso desconocidos”, subrayan expertos. El problema se hará evidente cuando sofocado el fuego se intente repoblar ese terreno. “Sin esos microorganismos, los árboles nuevos que se planten, no tendrán la ayuda necesaria para tener un bosque saludable”.
“En el propio suelo está, por tanto, la solución”, enfatiza Jaime Olaizola, doctor en Ingeniería de Montes, experto en Biotecnología Forestal y científico divulgador. Hay dos técnicas posibles; utilizar en la reforestación “planta micorrizada”- que ya tiene en sus raíces hongos adaptados al terreno- o incluir en el hoyo en el que se plante el árbol joven microorganismos beneficiosos, es decir, inocular al suelo “hongos micorrízicos” y algunas bacterias.
Los hongos micorrízicos conviven con los árboles desde hace millones de años de evolución. De ahí el origen etimológico de su nombre, “mykes (hongo) y “rhiza” (raíz), en referencia a esa simbiosis. Casualmente, algunos de los hongos de mayor valor en el mercado son de este tipo, es el caso de la trufa negra o el boletus. Además de por su sabor y por sus cualidades gastronómicas, son tan preciados “porque no se pueden cultivar, sólo crecen si hay un árbol sano al lado. Si unen su micelio a la raíz”.
Biotecnología para recuperar los suelos de los bosques
Resucitar los bosques después de un incendio implicaría recurrir a estas técnicas, “es un cambio de concepto”. Y no es nuevo, la inoculación de microorganismos para recuperar la fertilidad de los suelos agrícolas desgastados es una práctica extendida en países como China, India, Estados Unidos, Brasil y Rusia. Todos ellos, con una alta producción agraria. Aplicarlo a la repoblación forestal es el siguiente paso. “La Tecnología y la Biotecnología han avanzado muchísimo”, nos explica Olaizola, “ahora posibilitan realizar análisis genéticos para ver todos los microorganismos que hay en el suelo. Podemos ver donde antes no se veía”.
Y esto se completa en el laboratorio donde es posible aislar los microorganismos de suelos próximos a los arrasados por el fuego y preparar una inoculación a la carta, como la que se hace ya con los viñedos. Sin esos microorganismos el 20% de los árboles jóvenes estarían condenados a morir en el primer año.
“Ahora sabemos que las primeras plantas sobre la Tierra hace 400 millones de años se unieron a los hongos micorrízicos para poder vivir fuera del agua. La evolución ha ido dando lugar a la enorme biodiversidad que habita bajo el suelo”. Y concluye, “la salud de los bosques afecta a nuestra salud y tiene que ver con todo esto”.
En resumen, los incendios forestales no solo destruyen la vegetación visible, sino que también comprometen la estructura, fertilidad y estabilidad del suelo, afectando la recuperación ecológica de los bosques y su capacidad para sostener vida en el largo plazo. ECOticias.com