El Nyctalus noctula es un murciélago de tamaño grande, con hocico corto y amplio, orejas anchas y redondeadas y el trago arriñonado. Sus alas son largas y estrechas con las membranas alares insertas en los tobillos. Alas, orejas y hocico presentan un marcado color castaño oscuro.
Es una especie autóctona de la Península Ibérica conocido vulgarmente como Nóctulo mediano, pero al que, según la zona se le denomina de diferente forma. En catalán se lo conoce como Rat penat nòctul, en eusquera es el Gau-saguzar arrunt y en Gallego Morcego ruivo.
Los viajes del murciélago nóctulo
Un murciélago nóctulo común puede recorrer más de 380 kilómetros en una noche durante su migración anual de primavera por Europa central y además sabe aprovechar los vientos cálidos de los frentes de tormentas para ‘surfear’ sobre ellos, lo que le permite volar más lejos y ahorrar energía.
Los patrones de migración de estos pequeños mamíferos son poco conocidos y sus decisiones parecen estar ligadas al clima local, especialmente a los vientos favorables, que ayudan tanto a la búsqueda de alimento como a la migración, indica un estudio que publica Science esta semana.
Un equipo de investigadores, encabezado por el Instituto Max Planck de Comportamiento Animal (Alemania), marcaron a un grupo de Nyctalus noctule con pequeñas etiquetas inteligentes, de 1,2 gramos, las cuales transmitían, entre otros, datos de localización, actividad y temperatura ambiental.
El grupo estaba formado por 71 hembras, que son más migratorias que los machos, para observar los patrones de movimientos que les llevan pasar los veranos en el norte de Europa y los inviernos en diversos lugares del sur, donde hibernan hasta la primavera.
Los animales llegaron a recorrer 1.116 kilómetros en 46 días, incluidos vuelos de una sola noche que alcanzaron 383 kilómetros, lo que supone distancias mucho mayores que las registradas anteriormente y un récord para esa especie.
Variabilidad en las rutas
Las trayectorias en su periplo migratorio hacia el noreste son mucho más variables de lo que se creía y no existe un corredor migratorio sino que se mueven por todo el paisaje, explicó Dina Dechmann, del Max Planck y autora principal del estudio.
Los murciélagos alternaban sus vuelos migratorios con frecuentes paradas, probablemente porque necesitaban alimentarse continuamente, pues, a diferencia de las aves migratorias, no engordan para prepararse para la migración. Además, detectaron un patrón sorprendente. “En ciertas noches, vimos una explosión de salidas que parecían fuegos artificiales de murciélagos”, según Edwead Hurme, otro de los firmantes.
Esas oleadas migratorias podían explicarse por los cambios meteorológicos. Los murciélagos se marchaban las noches en que bajaba la presión atmosférica y subía la temperatura, aprovechando los frentes de tormenta y los vientos cálidos de cola. Las etiquetas que llevaban los animales mostraron que volando esas noches de viento cálido gastaban menos energía. Hasta ahora se sabía que las aves se apoyan en el viento durante la migración; los murciélagos también.
Las turbinas eólicas son un peligro real
Estos pequeños mamíferos migratorios se enfrentan a importantes retos, como la elevada demanda de energía, las amenazas antropogénicas, en particular las turbinas usadas para producir energía eólica son causa de frecuentes colisiones, el declive de las poblaciones de insectos y el cambio climático.
Las implicaciones de estos nuevos datos sobre sus migraciones van más allá de la comprensión biológica de este comportamiento poco estudiado, pues saber dónde y cuándo migrarán podría ayudar a evitar muertes de estos animales, concluyen los investigadores.


















