Tala de robles en Sierra Culebra. Alrededor de un millar de robles vivos, la mitad de ellos maduros de más de treinta años y la mayoría rebrotados tras el incendio, están siendo cortados en la Sierra de la Culebra a causa de la orden emitida por la Junta de Castilla y León, que obliga a la extracción de arbolado de coníferas de pino en los Montes de Utilidad Pública (MUP), así como en montes y otras zonas arboladas no gestionadas por la Administración Autonómica.
Los robledales, que en algunos puntos sirvieron de pantalla para frenar el avance de las llamas, podrían desaparecer en los próximos meses, mientras grandes áreas de plantaciones de coníferas que no se quemaron siguen sin limpiar con el consecuente daño al medio ambiente.
En dicha orden, y con la excusa de proliferación de plagas, se conminaba a particulares y ayuntamientos a retirar la madera quemada con urgencia y con la amenaza de multa de no hacerlo.
Una celeridad que contrasta con la ingente materia combustible que se almacena en los pinares que no se llegaron a quemar y que en su día fue una de las causas principales de la rápida propagación del incendio a ras de suelo.
Tala salvaje
Bajo el amparo de dicha orden, algunos ayuntamientos como el de Villardeciervos se han apresurado a ordenar la tala de un área acotada de unos 3 x 1 kilómetros de superficie que atañe a robledales situados entre este municipio y el de Cional, afectados por el fuego, pero que ya habían sido capaces de rebrotar en su totalidad a lo largo del verano y a pesar de la persistente sequía.
Solo algunos ejemplares parecen librarse de esta especie de “suerte” (que según la tradición es un reparto de leña entre los vecinos) en la que, al contrario que en las “suertes”, se están provocando grandes claros completamente arrasados por las motosierras.
Y a estos seguirán la masa arbolada de un total de 23 municipios afectados por los incendios de este verano y la misma orden de extracción de madera: Ferreras de Abajo, Tábara, Faramontanos de Tábara, Ferreruela, Friera de Valverde, Losacio, Melgar de Tera, Micereces de Tera, Morales de Valverde, Olmillos de Castro, Pozuelo de Tábara, Pueblica de Valverde, Riofrío de Aliste, Santa Croya de Tera, Santa María de Valverde, Santibáñez de Tera, Tábara, Villanueva de las Peras, Losacino, Figueruela de Arriba, Almaraz de Duero, Muelas del Pan, Villaseco del Pan y Zamora.
Esperar a la primavera para ver si siguen vivos
Ante esta situación, se pide a los ayuntamientos y la propia Junta de Castilla y León, que tomen conciencia de la importancia de los bosques autóctonos y se retrase la tala de las frondosas hasta que, durante la primavera, pueda comprobarse qué árboles han sido capaces de resistir al fuego y cuáles no, y que, desde luego, no se talen los que están sanos o tengan posibilidades de supervivencia, tal y como se está haciendo ahora.
Al mismo tiempo, exige que sea la propia Junta, a través de un equipo técnico del que formen parte distintos especialistas, también ecólogos, el que asuma la tarea de determinar qué arboles se pueden cortar.
Esta asociación apoya la petición realizada por Zamora Viva en este mismo sentido y recuerda que la tala indiscriminada de estos árboles puede retrasar la recuperación del medio natural en 20 o 30 años más, la edad de muchos de los árboles que están cortando. Esto supone, además del daño a la naturaleza local, una mayor vulnerabilidad, ya que la fauna que depende de su existencia quedará también desprotegida al abrirse grandes claros, al igual que los territorios y las poblaciones frente a futuros incendios.
Incapacidad para elaborar un plan de recuperación de La Culebra
Diversos estudios se refieren a la capacidad de resistencia al fuego de los melojos, comúnmente llamados carballos en la comarca de Carballeda, bosques que durante siglos sobrevivieron a la incesante oleada de incendios provocados tanto para aumentar las áreas de cultivo como de pastoreo, y de cuya resistencia da cuenta su profusión en la comarca.
También advierten de los impactos negativos en el suelo del uso de maquinaria pesada para la saca de la madera, tales como la compactación del terreno, afección a la escorrentía y arrastre de la ceniza. También señalan que dejar madera caída dificulta el movimiento de los ungulados, protegiendo así en cierto modo los rebrotes.
Es evidente que la dejadez de la Junta y la nula capacidad para elaborar un plan de recuperación de La Culebra está alcanzando nefastas consecuencias, atendiendo solo a la parte económica derivada de la extracción de recursos y descuidando por completo tanto el mantenimiento de zonas sin quemar como de las zonas quemadas. Tala de robles en Sierra Culebra.