Así lo pone de manifiesto el informe «Consecuencias ocultas» en el que Greenpeace analiza algunos de los casos más graves de contaminación industrial del agua que se han producido en el planeta y sus consecuencias para las personas, el medio ambiente y la economía.
Entre los casos analizados está el del embalse de Flix, «testigo de más de un siglo de vertidos de sustancias químicas persistentes, bioacumulativas y tóxicas» por parte de Ercros -antigua Erikimia-, un fabricante de productos básicos para la industria química y farmacéutica.
Metales pesados, como el mercurio o el cadmio, o compuestos tóxicos persistentes, como el hexaclorobenceno o los policlorobifenilos, son algunas de las sustancias con las que Ercros ha propiciado la contaminación generalizada del Ebro desde ese punto, según señala la organización ecologista.
Tras más de 15 años de litigios, y a pesar de haber sido declarada culpable de contaminar «de forma continua» el medio ambiente en el año 2003, Greenpeace recuerda que Ercros fue eximida posteriormente de hacerse cargo del coste económico de su vertido, de cuyo montante total de su limpieza apenas aportará el 5% (unos 10 millones de euros).
En 2010 comenzaron los trabajos iniciales de limpieza de Flix, aunque como señala Sara del Río, responsable de la campaña de Contaminación de Greenpeace: «hay daños ya irreversibles».
La organización estima que el coste total de restauración ascenderá a 223,3 millones de euros, de los que 117 serán aportados por la Unión Europea a través del Fondo de Cohesión.
¿Quién contamina paga?
No obstante, la organización ha incluido el caso de contaminación de Ercros en su informe internacional para que sirva de ejemplo de «lo complejo, lo caro y el tiempo que lleva limpiar la contaminación tóxica, así como de lo difícil que resulta asignar responsabilidades con carácter retroactivo e implementar el principio de quien contamina paga».
Con «Consecuencias ocultas», Greenpeace quiere hacer ver a los gobiernos que «la prevención en origen, así como la reducción y eliminación del uso y vertido de sustancias químicas peligrosas es mejor y más rentable que tener que lidiar con las consecuencias de la contaminación».
En esta línea, Del Río ha exigido a las empresas y administraciones españolas a que se comprometan por un futuro «libre de tóxicos», mediante la adopción de medidas urgentes, basadas en la precaución y la transparencia, para eliminar totalmente el uso y la emisión de todas las sustancias peligrosas y alcanzar el «vertido cero».
El informe «Hidden consequences» (en su nombre original en inglés) habla también de otros casos de ríos contaminados por tóxicos, como el del Hudson, en Estados Unidos, cuya multimillonaria descontaminación fue pagada por General Electric, o el de un delta en Holanda, cuya restauración, por el contrario, fue financiada por los contribuyentes.
Caty Arevalo/Efe Verde – www.sostenible.cat