Max-Neef ha trabajado en la Unión Panamericana y en las Naciones Unidas, y ha asesorado, entre otros, a los gobiernos de Suecia y Canadá sobre sus estrategias de desarrollo, ha recibido varios galardones por su obra, incluido el premio Nobel Alternativo de Economía en 1983. Actualmente trabaja como profesor titular de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad Austral de Chile, donde ocupa el cargo de director del Instituto de Economía.
¿Cómo surgió el interés por el desarrollo a escala humana?
Ingresé en la universidad cuando tenía 16 años y me gradué a los 21. Entonces, en un mundo diferente al de hoy, los que salíamos de la universidad teníamos una gran cantidad de ofertas de trabajo. Yo acepté una oferta de la Shell Oil Company, y seis meses más tarde ya ocupaba un lugar en la ejecutiva. Tenía 23 años, casa, coche, era jefe de una gran empresa, era soltero, me iba bien en todo.
Hasta que una noche, al llegar a casa, dije «voy a escuchar la Primera Sinfonía de Brahms». En el segundo movimiento de la sinfonía, que es el movimiento lento, me pasó lo más espectacular de toda mi vida, no oí la melodía, sino que oí la voz de Brahms que me decía (entonando al ritmo de la sinfonía) «¿qué haces con tu vida?» y me lo preguntó hasta cuatro veces.
Detuve la sinfonía, me quedé pensando y realmente me proyecté así en el futuro. Me vi como un «big boss» del petróleo, negociando por medio Oriente. Y pensé «este no soy yo, yo no encajo en esta película», me sentí como si estuviera fuera, mirando la escena, observando a la persona que estaba sentada en la butaca, que tenía 75 años y se preguntaba cómo había sido su vida para estar en aquellos momentos, en plena conciencia, escuchando a Brahms. Esta experiencia me marcó mucho, hasta que unos días más tarde decidí renunciar a todo. No sabía qué haría, pero estaba seguro de que lo que había hecho hasta el momento no, ¡PUNTO!
Fue un cambio radical en mi vida, me llevó a tener nuevas preocupaciones y nuevos horizontes que, finalmente, desembocaron en teorías como la del Desarrollo a escala humana.
La tesis del Desarrollo a escala humana (DEH) se manifiesta en una matriz que plantea nueve necesidades humanas fundamentales (subsistencia, protección, afecto, entendimiento, participación, ocio, creación, identidad y libertad), conectadas axiológicamente con cuatro categorías de satisfacción de necesidades (ser, tener, hacer y estar). Esta matriz pretende determinar a escala local las necesidades y amenazas por medio de la identificación de satisfactorio y pseudosatisfactorio respectivamente.
¿Cuál ha sido su mayor satisfacción como profesor?
Sucedió después de que pasara mucho tiempo. Me vino a ver un ex alumno de Berkeley, tras 45 años, porque nunca se había olvidado de su profesor. Estas son las grandes satisfacciones y es este el resultado consciente de que realmente te has entregado a tu trabajo, que no estabas jugando. Y no es por lo que le has enseñado, sino porque le has transmitido un modo de vida; lo que marca es tu testimonio personal.
¿Cree que es posible formar «profesionales descalzos»?
Creo que las cosas siempre son posibles, pero es difícil en el contexto en el que nos encontramos, sobre todo con el paradigma económico dominante, y ni la universidad ni ninguna de las instituciones formales que hay están orientadas en esa dirección. Estamos encerrados en un sistema que no permite que se estimulen estos impulsos, y eso no es algo que se enseñe, debe salir de dentro, se debe tomar conciencia del mundo donde estamos.
Economía descalza es un concepto basado en la experiencia de vida de Max-Neef con campesinos de Ecuador y artesanos de Brasil, «decidí meterme en el barro con los pies descalzos. El mundo rico e insospechado que descubrí después de hacer este paso es el tema de este libro».
¿Qué opina de la crisis económica i de la alimentaria?
Todo esto está relacionado con el paradigma, con el modelo global, y es esto lo que hay que cambiar. Entender que es una crisis DEL sistema y no DENTRO del sistema. Pero una crisis es la oportunidad de cambiar y mejorar las cosas, no es estrictamente negativa, y si no lo haces, entonces es responsabilidad tuya.
Inevitablemente, se tendrán que reforzar más las economías locales y regionales, los países tendrán que volver a mirar hacia dentro en lugar de mirar sólo hacia fuera, y eso es positivo, el transporte a distancias gigantescas deberá parar, cabe decir que se deberá volver a acercar el consumo al mercado, otro hecho de impacto enormemente positivo, tanto socialmente como ambientalmente. Estas son las oportunidades.
Para poder afrontar esta crisis alimentaria en América Latina, ¿qué hay que enseñar a futuras generaciones?
No es una cuestión de enseñar, en estos momentos estamos viviendo una situación que, a mi entender, ha sobrepasado todo lo que nos podíamos imaginar. Últimamente, los bancos centrales principales, el de la Unión Europea, el de los Estados Unidos, el de Canadá y el de Japón, han inyectado 180 mil millones de dólares para salvar bancos privados, y si con esto no basta, el gobierno de los Estados Unidos aprueba 700 mil millones más y, quince días más tarde, 850 mil millones más; finalmente, se llega a un paquete que, en este momento, es de 8,15 millones de millones, es decir, trillones de dólares.
Y entonces piensas, ¿dónde estaba todo ese dinero? Nunca lo han tenido para resolver el problema de la crisis alimentaria, y ahora tiene suficiente dinero para garantizar tres siglos sin hambre, entonces… ¿qué es lo que importa? ¿Salvar niños o salvar bancos? Y eso es lo que hay que resolver, porque vivimos en «un mundo en el que suele pasar que nunca hay suficiente para quienes no tienen nada y siempre hay suficientes recursos para quienes lo tienen todo».
¿Pudo responder la pregunta de la Sinfonía? ¿Qué busca hoy Manfred Max-Neef?
Este año he cumplido 75 años y escuché Brahms con la conciencia tranquila, y además he añadido algo MUY curioso a mi relato, porque justamente en el año en el que he cumplido 75 años, me ha llegado la gran cantidad de reconocimientos que he recibido en todo el mundo, en este momento, justo a partir de los 75. Es como si Brahms hubiera estado esperando arriba. ¡Es casi mágico! Lo más grato de todo ello es decir sí, fui coherente conmigo mismo y he vivido como debía vivir. ¡Así, en estos momentos, Brahms me está premiando! (y sonríe).
Revista Educació i Sostenibilitat
Autora: Claudia Casanova Chia, ingeniera y estudiante del máster en Sostenibilidad de la UPC