El BBVA defiende el cumplimiento del Acuerdo de París y trabajará para no superar los 2 ºC de incremento de la temperatura media del planeta. Y no sólo eso.
En febrero de 2018, hace apenas unos meses, el BBV hizo pública una nueva estrategia de cambio climático y desarrollo sostenible. En su “Compromiso 2025”, la entidad bancaria se fijó el objetivo de alinear su actividad con el escenario de calentamiento global y contribuir a la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas.
El BBVA defiende el cumplimiento del Acuerdo de París y trabajará para no superar los 2 ºC de incremento de la temperatura media del planeta. Y no sólo eso. Esta entidad bancaria ha establecido normas sectoriales para la diligencia ambiental y social, normas entre las que destacan la prohibición de financiar la exploración y producción de arenas bituminosas.
Las arenas bituminosas, tar sands en inglés, son una especie de alquitrán en cuyo tratamiento de extracción y filtrado se consumen enormes cantidades de agua dulce y generan grandes cantidades de residuos tóxicos líquidos y sólidos, que se almacenan frecuentemente de manera inadecuada.
Lo que se obtiene al terminar el proceso es un petróleo extrapesado, de peor calidad y más difícil y peligroso de transportar, que emite más sustancias contaminantes y genera más residuos en las refinerías que el petróleo convencional. Teniendo en cuenta todas las fases del proceso, las emisiones de gases de efecto invernadero en todo su ciclo de vida se estiman un 23% superiores a las del petróleo convencional.
La extracción, procesamiento y transporte de estas arenas bituminosas tiene unos enormes impactos ambientales. Su explotación se realiza principalmente mediante minería a cielo abierto, es decir mediante la deforestación de los bosques boreales. Por cierto, la nueva política de responsabilidad corporativa del BBVA también prohíbe expresamente la financiación de proyectos que utilicen estos métodos de extracción mineros.
La provincia canadiense de Alberta alberga las mayores reservas de petróleo de arenas bituminosas del mundo. Para evacuar este petróleo extrapesado se quieren construir oleoductos. Y estas infraestructuras atraviesan territorios Indígenas. El Gobierno canadiense está obligado a realizar una consulta para obtener el permiso libre e informado de estas tribus, pero no lo ha hecho de manera correcta.
Volviendo al BBVA, según su nueva política corporativa, tampoco podría financiar proyectos sin el consentimiento previo, libre e informado de los pueblos indígenas afectados. El BBVA debería conocer que 150 pueblos indígenas han firmado una Alianza contra la expansión de las arenas bituminosas (Treaty Alliance against Tar Sands Expansion)
A pesar de todo lo que el BBVA ha escrito y de lo que ahora presume, esta entidad forma parte de la docena de entidades financieras sucias que está financiando el proyecto Kinder Morgan a través de su filial americana BBVA Compass. El BBVA financia la construcción de un oleoducto que llevará este petróleo de arenas bituminosas desde Alberta hasta el océano pacífico.
En febrero el BBVA anunció una movilización de 100.000 millones de euros, de aquí a 2025, en financiación verde, infraestructuras sostenibles, emprendimiento social e inclusión financiera. El banco se comprometió a trabajar para mitigar los riesgos ambientales y sociales, minimizando los impactos directos e indirectos potencialmente negativos.
Todo lo que promete el BBVA suena bien. Pero ahora toca tomar decisiones. La primera decisión debería ser anunciar públicamente su retirada del proyecto del oleoducto Kinder Morgan y el resto de proyectos de oleoductos controvertidos, como ha hecho recientemente el banco HSBC.