Permitidme que empiece recordando todos aquellos movimientos que se formaron para luchar contra la instalación de las centrales nucleares y a las personas que los lideraban y los apoyábamos. Recuerdo el famoso sol rojo con la esfera amarilla y el lema de la época “Nucleares NO”, las manifestaciones surgidas desde el arco vecinal y social y, muy especialmente, las famosas moratorias de 20 años que daban los gobiernos a las nucleares, dos décadas que nos parecían siglos y que ya forman parte del pasado.
También tengo presente la figura de Joan Carranza, el Alcalde de Ascó que se mantuvo firme en su lucha antinuclear para evitar la construcción de las dos centrales en su municipio, una lucha que acabó con una decisión judicial muy injusta que le desterró de su propio pueblo. Mediterrània, entidad que presido, le rindió un sentido homenaje a Carranza por su valentía y por ser el abanderado de los ecologistas y los progresistas que éramos, somos aún, muchos.
Digo somos porque uno no va perdiendo valores por el camino, con el paso de los años. El que nace progresista o con mentalidad ecologista real, no renuncia a estos principios ni cambia de parecer. 20 años después sigo pensando que la energía nuclear no es, ni mucho menos, el tipo de energía que nos conviene.
La peligrosidad de las centrales es un hecho y el ciclo de vida de sus elementos radioactivos y su desintegración, proceso que puede durar decenios, una realidad. Los ciudadanos de la provincia de Tarragona siempre hemos sido poco reivindicativos y así nos han ido las cosas: dos centrales en Vandellós, dos más en Ascó, el segundo mayor polígono petroquímico de Europa, centrales hidroeléctricas, parques eólicos de baja producción y una apuesta demasiado tímida por las energías mas limpias y alternativas como la solar.
Personalmente me preocupan las afirmaciones de muchos de los técnicos y expertos en energía nuclear cuando aseguran que todos los países que utilizan reactores nucleares están en evidente declive, entre otras cosas debido a la fuerte oposición popular a este tipo de industrias y a las moratorias establecidas en muchos de esos países, que les impide evolucionar en este campo hacia el número de reactores que serían necesarios. Se calcula que, para mantener constante el número de reactores operativos en los seis países que aglutinan el 75 por ciento de la energía nuclear en el mundo, o sea Estados Unidos, Francia, Japón, Alemania, Rusia y Corea del Sur, deberían construirse 80 nuevos reactores en los próximos diez años (uno cada mes y medio) y 200 más en los 10 años siguientes (uno cada 18 días).
Las cifras son alarmantes. Un planeta lleno de reactores y de cementerios nucleares que irían creciendo cuando estos reactores que todavía no están construidos hubiesen envejecido. Este futuro no nos lo merecemos y lo podemos modificar. Para ello hay que ser arriesgado pero mientras algunos gobiernos, como el nuestro, mantengan esta timidez y no apuesten claramente por esas alternativas más limpias, las centrales nucleares serán necesarias para generar la energía que se necesita. Si no hay una apuesta clara para aprovechar la luz que nos regala el sol y que permite generar energía, las nucleares seguirán recibiendo moratorias y ampliaciones de sus concesiones durante décadas.
El tiempo cambia muchas cosas pero no borra los pensamientos. Yo sigo creyendo en un mundo más limpio, mejor y más solidario. Sigo diciendo NO a las nucleares, sigo apostando por aquellas fuentes energéticas que tenemos a nuestro alcance y aun creo que la lucha, con la palabra y el dialogo, puede hacer realidad muchas cosas que ahora contemplamos como un imposible. Como decía Aldous Huxley, las personas debemos el progreso a los insatisfechos. Estoy contento de formar parte de ellos.
Ángel Juárez Almendros – Presidente de Mèditerrania-CIE / ECOticias.com (Todos los derechos reservados)