Entre el Ā«creced y multiplicaosĀ» veterotestamentario y el Ā«multiplicate por ceroĀ» de Bart Simpson hay toda una evoluciĆ³n del pensamiento humano y de la forma en que percibimos y entendemos nuestra presencia sobre el planeta como condicionante de la propia vida en toda la diversidad de sus manifestaciones. Llama la atenciĆ³n, por ejemplo, que segĆŗn el GĆ©nesis en el Arca hubiera mĆ”s espacio para los animales no humanos que para los parientes de NoĆ©. Es como si nos hubieran querido subrayar los inspirados escribas que la supervivencia del ser humano en Ā«solitarioĀ» no tenĆa caso. Ahora que nos empezamos a dar cuenta hasta que punto nuestra especie estĆ” significando la muerte y la desapariciĆ³n de infinidad de especies vivas, incluida la nuestra, estamos siendo cada vez mĆ”s conscientes que para la supervivencia de la vida debemos disminuir el impacto de nuestra presencia, o huella ecolĆ³gica, y eso se ha denominado en un primer momento crecimiento cero, y mĆ”s tarde decrecimiento.
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El dĆa 29 en todo el mundo se llama otra vez la atenciĆ³n de nuestra sociedad y nuestros intelectuales sobre la necesidad de reducir nuestro impacto sobre el medio ambiente, una retirada a tiempo es una victoria se suele decir, lo cierto es que la crisis econĆ³mica estĆ” suponiendo para muchos ciudadanos una oportunidad para constatar hasta que punto se puede simplificar nuestra estructura econĆ³mica domĆ©stica sin que se afecte a lo fundamental, despuĆ©s de haber dado de baja incontables domiciliaciones bancarias al final percibimos claramente que no sabĆamos lo que estabamos pagando y sobre todo para quĆ© lo hacĆamos.
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Esta simplicidad voluntaria de algunos individuos precursores de un movimiento al que muchos nos hemos sumado empujados por la crisis en que nos desenvolvemos tiene un aspecto nuevo en tanto que organizaciĆ³n colectiva, por primera vez estamos ante un fenomeno social de una dimensiĆ³n significativa y que pudiera tener muy pronto aristas de caracter propiamente polĆtico. En efecto las estadĆsticas hablan de una abierta rebeldĆa social a contribuir a alimentar una espiral irracional del crecimiento, es pronto para decir hasta que pronto es el miedo o la prudencia, es como si en esta sociedad globalizada hubiera cundido la convicciĆ³n de que la aceleraciĆ³n nos conducĆa irremediablemente a un callejĆ³n sin salida.
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La polĆtica demogrĆ”fica del gigante chino y su opciĆ³n por el hijo Ćŗnico tiene de discutible sobre todo la falta de libertad con que se pretende imponer, sin embargo la superpoblaciĆ³n es el primer problema que la humanidad tiene planteado y esto en un doble sentido, las condiciones de pobreza extrema a que la mayorĆa de los seres humanos se ve condenada y el uso impropio de recursos limitados y no renvobles por parte de una minorĆa cuya conducta irresponsable con las generaciones futuras compromete la continuidad de la vida tal y como hasta ahora la hemos conocido. Esta paralisis global del sistema econĆ³mico internacional me hace pensar a veces en el pavor de una humanidad que por un momento ha vislumbrado o podido entrever hacia donde nos conduce una velocidad insensata a la hora de consumirse a sĆ misma.
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Se atribuye a Juan el Bautista, al que las tres religiones monoteistas veneran, la frase Ā«yo tengo que menguarĀ» o Ā«tengo que seguir menguandoĀ», asĆ que podrĆa ser muy bien el patrĆ³n del decrecimiento, tambiĆ©n podrĆamos apadrinar el movimiento por el propio Bart Simpson. Su Ā«multiplicate por ceroĀ» puede que sea mĆ”s contundente y fĆ”cil de entender por todos. Incluidos los agnĆ³sticos. Y es que con su contundencia podrĆa sacudir incluso a los escĆ©pticos … del cambio climĆ”tico.
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Juan Costa. Miembro del Secretariado de Verdes del Mediterraneo / ECOticias.com (Todos los derechos reservados)
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