De un tiempo a esta parte, la salud ha pasado a ser una de nuestras principales prioridades. A esto, que no es poco, se ha unido la necesidad de las personas y las empresas de apostar por la sostenibilidad en términos generales, pero de manera específica en las viviendas, que aunque no lo parezca, son responsables del 18 % de las emisiones de CO2 que se producen en el mundo.
No son pocas las empresas del sector de la vivienda y la construcción que se han unido para desarrollar estrategias de crecimiento que sirvan para concienciar a todos los actores de la sociedad sobre la importancia de la eficiencia energética en la edificación para la protección del medio ambiente, el ahorro energético y el confort.
Las promotoras de viviendas ya basan sus nuevos proyectos en estándares para la construcción sostenible, porque cada vez son más las personas que las marcan como prioridad a la hora de adquirir una vivienda de obra nueva. Pero esto no es todo. La rehabilitación basada en la eficiencia es otro de los grandes retos que nuestra sociedad tiene por delante, más teniendo en cuenta que el 50 % del parque de viviendas de nuestro país fue construido antes de 1980.
Pero, ¿qué tiene una casa eficiente que no tenga una que no lo es? ¿Cuáles son aquellas características básicas que debemos tener en cuenta tanto a la hora de comprar como en el momento de rehabilitar?
Está integrada adecuadamente en su entorno
A la hora de construir o rehabilitar una casa es importantísimo tener en cuenta cuáles son las condiciones climatológicas de la zona, así como la orientación. Empecemos por esto último, porque una casa orientada correctamente se calienta con facilidad en invierno y es fresca en verano, aunque encontrar la posición perfecta es un tanto complicado. Por eso no hay que dar un paso sin tener en cuenta el clima.
En lugares fríos es fundamental conseguir una orientación sur para aprovechar al máximo la luz solar y reducir el gasto energético en invierno. Ocurre justo lo contrario en climas cálidos: aquí una orientación norte puede ser más favorable. También puede resultar útil aprovechar la vegetación exterior para ganar sombras y espacios agradables, tanto en interiores como al aire libre, en terrazas, porches y jardines.
Cuenta con un buen aislamiento térmico y acústico
Los puentes térmicos son los responsables de que se escape buena parte del calor que generamos en una vivienda. De ahí que sea necesario garantizar un aislamiento térmico correcto. Las ventanas también son un punto de fuga del 25 % de la energía de calefacción y refrigeración, especialmente si cuentan con un cerramiento deficiente. En este caso, debes saber que las ventanas también tienen etiqueta energética, que se mide con una escala de la A a la G en invierno y con estrellas en verano.
Lo mejor, a la hora de hacer la inversión (especialmente si rehabilitamos), es instalar ventanas con doble acristalamiento, cámara de aire y rotura de puente térmico. Además de aislarnos del frío o el calor, también nos ayudarán a evitar el ruido. En cualquier caso, es vital que tengamos en cuenta las condiciones geoclimáticas de la casa, para así tomar la decisión más acertada respecto al modelo de ventanas y otras soluciones de aislamiento.
No en vano, hay otros puntos de fuga que pueden ubicarse en la solera, la cubierta o la fachada del edificio. Para detectarlos necesitarás contar con la ayuda de un profesional que te ofrezca la solución de aislamiento más adecuada. La inyección de lana mineral (una actuación que se realiza en apenas horas y sin obras) puede resolver buena parte de estos problemas.
Permite una gestión eficiente de las energías
Te hemos hablado de calefacción y refrigeración, pero… ¿qué hay sobre el resto de energías y consumos que se realizan en una vivienda? Un hogar eficiente debe contar con medios que permitan hacer un consumo inteligente del agua, por ejemplo. Una buena manera de conseguirlo es instalando grifos con mecanismos de apertura con tope intermedio o reductores de caudal. El flujo de agua que proporcionan suele ser más que suficiente para la mayor parte de usos en el hogar.
En cuanto a la electricidad, ahora que sus precios baten récords históricos, la mayoría de consumidores tienen claro que deben reducir el gasto. Una buena manera de hacerlo es sustituyendo las luces halógenas por iluminación LED, con la que se puede pasar de consumir un 80 % a un 30 % de inmediato. Contar con un buen proyecto de iluminación, ya sea en obra nueva o en segunda mano, es básico para gestionar de manera eficiente el consumo de luz.
La instalación de placas solares que permitan obtener un porcentaje importante de la energía que se consume en casa de fuentes naturales como el sol es una buena solución a tener en cuenta. Su inversión puede ser costosa al principio, pero dependiendo del proyecto y del lugar, la amortización puede llegar en apenas unos años, gracias a la reducción de hasta el 50 % del consumo de la red.
Cuenta con equipos de bajo consumo
Si hablamos de consumo eléctrico, también debemos prestar atención a los electrodomésticos del hogar, responsables del grueso del gasto en la factura. A la hora de instalar nuevos equipos hay que fijarse muy bien en la etiqueta energética de los mismos. Desde el 1 de marzo de 2021 es obligatorio que los electrodomésticos a la venta incorporen la nueva escala energética que ha sido simplificada para regresar a la original: de la A a la G, dejando las etiquetas A+, A++ y A+++ obsoletas.
El consumo energético y de agua, así como las tecnologías que hacen estos electrodomésticos más inteligentes, computan en el resultado de la etiqueta y, por supuesto, en el resultado de las facturas mensuales, especialmente por lo que respecta a lavadoras, secadoras, frigoríficos, televisores, hornos, placas vitrocerámicas y de inducción, etcétera. Porque no es lo mismo una lavadora o un lavavajillas que pueden calcular el peso de la ropa, la carga de platos o la suciedad existente que uno de básico, incapaz de tener en cuenta uno solo de estos factores.
Es flexible y adaptable al cambio
Nuestras necesidades van cambiando con el tiempo y nuestra casa debe adaptarse en la medida de lo posible. Contar con una casa que pueda amoldarse al cambio es una enorme ventaja para garantizar su sostenibilidad. Tal vez sea más fácil en un proyecto de obra nueva, en el que partamos de soluciones para distribuir y organizar espacios de manera diáfana, evitando los tabiques ciegos y apostando por elementos reversibles o desplazables. Aunque ya sabes que, aunque tengas entre manos un proyecto de rehabilitación, nunca es tarde para hacer un nuevo planteamiento más flexible y heterogéneo.
Esto nos servirá para ganar eficiencia a lo largo de los años, evitar las grandes obras y sortear los problemas vinculados a las instalaciones. Déjate ayudar por un buen experto que sepa mirar a futuro y allane el camino para los cambios, que son, en definitiva, la esencia de nuestras vidas. ¡Y de nuestras casas!