Florent Marcellesi, portavoz de la Coordinadora Verde, ha declarado que “para solucionar la pobreza, es imprescindible encararse con sus causas porque todo lo demás se quedará en gestos solidarios puntuales que no abordarán ni resolverán la raíz del problema. Desde nuestra organización, pedimos que se cancele de forma inmediata la deuda externa de Haití.”
De ser autosuficiente en la década de los setenta, Haití ha pasado a ser un país que necesita importar más de la mitad de los productos agrícolas para cubrir sus necesidades. A este respecto, la coportavoz de la Coordinadora, Sonia Ortiga, manifiesta que “debemos tomar conciencia de que la ayuda al desarrollo a largo plazo no puede ser eficaz si imponemos desde el punto de vista de terceros actores lo que consideramos que son prioridades adecuadas a nivel local, aun a pesar de que sobre el terreno se nos insista en que estamos equivocados. La ayuda al desarrollo no funcionará sin aumentar los fondos y sin una política de fortalecimiento de la democracia, la gobernabilidad y la sustentabilidad.”
Aunque España, la UE y los Estados miembros hayan anunciado el importe de la ayuda que se donará a Haití (130 millones de euros ahora y 200 a largo plazo), este dinero no tiene sentido si no se dirige a garantizar un funcionamiento democrático de los servicios públicos y un desarrollo de políticas ecológicas, agrícolas y comerciales que garanticen la defensa de los derechos del pueblo haitiano. Para la Coordinadora Verde, estas cifras contrastan escandalosamente con los 150 Billones de dólares que se reparten algunos miles de trabajadores de la Banca, lo que pone en cuestión el modelo de desarrollo que se quiere promover a nivel global.
La organización ecologista advierte del riesgo de que parte de la ayuda que ahora se dirige al país caribeño se condicione a compras de bienes o equipos en los países donantes o a la aceptación de políticas económicas contrarias al interés de las mayorías pobres y del medio ambiente. Los países donantes deben huir de la tentación de considerar el terremoto como un buena oportunidad de negocio al participar de los proyectos de reconstrucción.
En palabras de Marcellesi, “los pobres que hoy sufren la inasistencia tras el terremoto, ya estaban inasistidos por las políticas neoliberales y productivistas impuestas por el BM y el FMI. La primera manera de ayudar a Haití es permitirle que se beneficie de sus propios recursos, para lo que hay que exigir la cancelación de su deuda pública externa, que ascendía a 1885 millones de dólares en 2008, y trabajar por cambiar las condiciones de explotación de este país. La ayuda humanitaria es urgente, pero no es suficiente.”