El desarrollo del producto, que demandó tres años “desde cero” hasta su reciente aprobación por la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat), involucró a las empresas Formulagro SRL e Induagro SRL, de las ciudades de San Lorenzo y Cañada de Gómez en Argentina.
Según explicó ayer el responsable del Grupo de Microbiología Molecular Aplicada y Medio Ambiente de la Facultad de Bioquímica y Conicet, Roberto Grau, se trata de un producto de base biológica, “amigable con el ambiente”, inocuo para la salud humana y animal, al punto de que puede ser usado en agua bebible.
El producto se puede usar en pequeñas piletas, tanques de agua, comederos animales, floreros o cualquier otro recipiente doméstico donde se incuba el Aedes aegypti, ya que se trata de un mosquito de hábitos peridomiciliarios.
Lo que los científicos lograron crear es un arma ecológica a base de esporas de la bacteria Bacillus thuringiensis, variedad israeliensis, específica contra el dengue y otras enfermedades como la fiebre amarilla, la encefalitis viral, la malaria, la leishmaniasis y la oncocercosis (un tipo particular de ceguera).
No es tóxico para el hombre, ni para mascotas, ni para ningún otro insecto (por ejemplo, no afecta a las mariposas ni abejas).
“De una a tres gotitas de larvicida por litro de agua alcanzan para impedir el desarrollo de las larvas”, detalló.
Con el nombre comercial de Vectogreen, el biolarvicida –de venta libre, explicó Grau– sirve tanto para tratar grandes extensiones de agua (fumigando con aviones, por ejemplo, y equipos especializados) como recipientes de uso casero.