La educación ambiental constituye para Sogama un asunto prioritario por la necesidad de contar con la colaboración de la ciudadanía en la gestión sostenible de la basura doméstica, de ahí que la empresa venga promoviendo periódicamente campañas destinadas a la concienciación de los distintos sectores sociales.
El pasado 26 de enero se celebraba el Día Mundial de la Educación Ambiental, una efeméride que tuvo su origen en el marco de la Declaración de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente, en 1972, y que marcó un antes y un después en la visión de las cuestiones medioambientales a nivel internacional.
Con tal motivo, Ricardo García Mira, Profesor de Psicología Social y Ambiental en la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de A Coruña, estuvo ante los micrófonos de Radio Líder, en el marco del programa “Galicia al Natural”, para justificar y argumentar la importancia de la educación ambiental en relación al comportamiento público; “una cuestión que atañe a todos y que debe fomentar la participación del conjunto de la sociedad, ya que adoptar una estrategia de educación ambiental requiere consenso”, aseveró.
LA IMPORTANCIA DE LA PARTICIPACIÓN PÚBLICA
Entiende que, si bien la información ambiental es básica para fomentar la colaboración, no es lo único, “ya que necesitamos estrategias de cambio social que inevitablemente exigen modificaciones en nuestro estilo de vida”.
En este contexto, explicó que la Unión Europea ha hecho una firme apuesta de cara al impulso de la investigación en la materia, contando para ello con la aportación de la Universidad de A Coruña, que lleva a cabo un proyecto en el que participan otras once instituciones educativas vinculadas a la enseñanza superior.
La pretensión de esta iniciativa no es otra que analizar desde distintas perspectivas cuáles son las claves que pueden favorecer una economía sostenible; un objetivo que, según García Mira, requiere un trabajo interdisciplinar de todas aquellas personas que tienen algo que decir respecto al comportamiento social, a lo que añadió que“es evidente que la ecología y la economía están en interacción en el mundo real, formando parte de un sistema complejo que precisa de un análisis profundo”.
En consecuencia, considera que el reto debe dirigirse hacia la implicación de las personas que pueden hacer posible el cambio, lo que exige una modificación en la conciencia política, “porque el gobierno tiene la responsabilidad de habilitar un sistema de información asequible para la población”, jugando aquí las universidades un destacado papel en la formación de ciudadanos y profesionales que luego serán los encargados de transmitir una serie de valores.“Intentamos saber cómo se transfiere el conocimiento entre el hogar y el lugar de trabajo, porque es evidente que las grandes organizaciones tienen influencia sobre la sociedad”, puntualizó.
Considera que el concepto de filosofía del medio ambiente es el de sostenibilidad, que agrupa todo lo que debe ser comportamiento en relación al entorno y que puede ser trasladado, sin daños, a generaciones futuras. Es por ello que, según él, un consejo que podría darse a las instituciones es “que pierdan el miedo a la participación pública, que ha demostrado ser muy efectiva”, y otro que podría darse a la ciudadanía es que se aproxime a las cuestiones medioambientales.
Y como ejemplo puso los temporales que en los últimos días han azotado nuestro país con virulencia y que nos deberían hacer pensar en torno al alto coste y consecuencias del bienestar basado en la explotación desmedida del territorio y de los recursos. “Y ahí tenemos el cambio climático”, remachó.