La producción industrial consigue establecer unos precios exageradamente baratos en el mercado, con los cuales la alimentación ecológica no puede competir.
Una de las justificaciones que suelen argüir las personas que aun no se han decidido a comprar productos ecológicos, responde a los precios de este tipo de alimentos en el mercado.
Entre otros mitos, el mantra “comprar ecológico es para ricos” ha hecho cierto furor. La pregunta, sin embargo, también se puede formular al revés: ¿Por qué razón los productos industriales son tan económicos?
El perverso vínculo rentabilidad-contaminación
La producción industrial consigue establecer unos precios exageradamente baratos en el mercado, con los cuales la alimentación ecológica no puede competir. Se trata de un hecho contrastable, que además se puede verificar personalmente atendiendo al coste de determinados productos en el supermercado.
Ahora bien, todo tiene un precio, en esta vida. También lo barato. La rentabilidad de muchos productos de alimentación industrial se explica mediante el uso de contaminantes. Los impactos social y ambiental de este tipo de producción también se deberían de tener en cuenta a la hora de valorar la opción de los productos industriales.
¿Por qué pagar por productos ecológicos?
La respuesta a esta pregunta dispone de múltiples aristas. La primera, porque los alimentos ecológicos suelen estar producidos con materias primas mejores, y, por tanto, más caras. Muchas veces, además, estos productos están elaborados mediante una fabricación artesanal, que requiere tiempo, energías y, sin duda, dinero. Para terminar, cabe considerar que la producción ecológica suele ser en menores cantidades, respecto a la industrial, hecho que también encarece el producto.
A la hora de comprar alimentos ecológicos, se recomienda adquirirlos siempre de temporada, así como visitar las tiendas locales, que suelen requerir de menos intermediarios.
La regulación del mercado
Son diversas las plataformas ecologistas que proponen que los gobiernos de las distintas naciones tengan en cuenta los costes generados por la industria alimenticia y graven, en consecuencia, el precio de todos aquellos productos que impliquen efectos negativos en el medio ambiente y en la salud de las personas.
Estos colectivos también exigen que se terminen las ayudas a las empresas que opten por una producción industrial que sea nociva y que, por el contrario, se favorezca la producción ecológica, también conocida como agroecología, que puede contribuir a un desarrollo más sostenible de nuestras sociedades.