Cuando hablamos de algo “ecológico” se hace referencia al modo en el que se ha obtenido un determinado producto. En concreto, los alimentos ecológicos hacen referencia a aquellos que se han obtenido mediante métodos agrícolas respetuosos con el medio ambiente, es decir, que respetan los ciclos naturales sin alterarlos artificialmente.
La importancia de las prácticas amigas de la naturaleza es que pueden mejorar la calidad del suelo y del agua, además de bajar los niveles de contaminación que se pueden generar durante la producción y así conseguir una utilización sostenible de los recursos.
La característica principal de los alimentos ecológicos es que no se han visto expuestos a ningún tipo de pesticida o sustancia química que no sea natural (fertilizantes artificiales para que la tierra tenga una mayor cantidad de nutrientes, herbicidas, hormonas de crecimiento y antibióticos para el ganado…). Por lo tanto, también quedan excluidos de este tipo de alimentos aquellos modificados genéticamente (transgénicos) que resistan mejor las plagas y mejoren el rendimiento de los cultivos.
Deberíamos elegir alimentos ecológicos en todas las ocasiones que se nos presentes, pero, en especial, hay que ser muy cuidadosos con aquellos productos cuya naturaleza los hace más susceptibles a retener los agentes tóxicos que emplea la industria agrícola y la ganadera tradicional, en forma de herbicidas, fertilizantes, plaguicidas, medicamentos, hormonas y un largo etc.
Hojas verdes
Si hay un alimento que se debería elegir siempre en su opción ecológica son las verduras de hoja verde, especialmente cuando van a comerse crudas. Está comprobado que más del 80% de las hojas verdes contienen al menos uno o dos tipos diferentes de plaguicidas, algunos de ellos de muy alta toxicidad.
Fresas
Las fresas son de esos frutos que pueden ‘envenenarse’ con productos químicos, especialmente las que son tratadas con algún tipo de fungicida que les da un aspecto lozano. Este agente evita la aparición de hongos, pero deja trazas de peligrosos elementos en su pulpa, por lo que la elección es clara: fresas, sí, ¡pero ecológicas! Y no olvidemos el tema de los envases de las fresas, que son fuente inagotable de plásticos para el medio ambiente.
Manzanas
Las manzanas son capaces de retener gran cantidad de los agentes agroquímicos con los que se fumigan los árboles. El problema es que la piel de esta fruta es tan fina, que los pesticidas pueden atravesarla y terminar alojándose en la carne. Y ni siquiera la cocción puede eliminar sus efectos nocivos por completo. Asegurate de que estos alimentos sean ecológicos y orgánicos.
Uvas
Dada su alta fragilidad, los insectos las prefieren, por lo que son fumigadas para espantarlos o matarlos, con diferentes pesticidas que se acumulan en su piel y pasan al organismo de aquellos que las consumen, puesto que la uva no suele pelarse. Tanto para consumirlas directamente como para degustar sus subproductos: mosto, vinos, etc. lo mejor será siempre elegir la versión ecológica de los mismos.
Patatas
A pesar de su aparente resistencia, este tubérculo puede convertirse en un verdadero concentrado de pesticidas y fertilizantes químicos. Ya que durante todo su cultivo recibe varios tratamientos de agroquímicos y está en contacto directo con los abonos. Por lo que muchas veces lo peor de los químicos se concentra en la patata y persiste aún después de pelarla y cocinarla.
Carnes rojas
Los agentes agroquímicos son los únicos peligros que acechan a nuestra dieta, puesto que la carne de la industria tradicional y de la cría intensiva de ganado (ovino, bovino, caprino, porcino), procede de animales que han sido inoculados con toneladas de antibióticos con el fin de prevenir el padecimiento de todo tipo de enfermedades.
A ello se le suman las hormonas de crecimiento y los plaguicidas del alimento. El uso excesivo de antibióticos merma su eficiencia genérica y como son bioacumulables. Al igual que varios ingredientes de los agroquímicos, que del filete pasan a nuestro organismo. Lo ideal es ingerir poca carne roja y siempre de origen ecológico.
Pollo
Las hormonas que se le inyectan a los pollos no son una leyenda urbana, sino una triste realidad. La cría intensiva de aves solo es posible si se recurre, en vez de a una vida digna y saludable, a una existencia miserable e insalubre, paliada por la inoculación de medicación y hormonas, que los hagan crecer con rapidez.
Huevos
El primer riesgo que corren los huevos es la contaminación por salmonella (que vive en los excrementos animales), una bacteria que puede causar una intoxicación alimentaria llamada salmonelosis. Cuanto más deplorables sean las condiciones de vida de las gallinas, codornices, patos, ocas, etc. mayores serán las opciones de contagio, por lo que hay que incluirlos en nuestra cesta de alimentos ecológicos.