Como una ciencia aplicada, la agroecología usa principios ecológicos para optimizar los sistemas campesinos y para desarrollar agroecosistemas sustentables nuevos, donde los insumos externos son reemplazados por procesos naturales como la fertilidad del suelo y el control biológico.
El sur global tiene el potencial para producir suficiente alimento per cápita para sustentar a la población actual y potencialmente una población más grande, pero sobre la misma base de tierra arable, con menos petróleo y en medio de un clima cambiante, es decir bajo los principios de la agroecología.
No hay duda que la humanidad necesita un nuevo paradigma de desarrollo agrícola, uno que promueva formas de agricultura más biodiversas, resilientes y socialmente justas. La base de estos nuevos sistemas agrarios son los estilos de agricultura indígena-campesina que fueron los precursores de la actual agroecología.
Sin agroecología no hay futuro sostenible
El modelo agroalimentario es uno de los principales responsables de las crisis climática y de biodiversidad que se viven en la actualidad. Como parte del mismo, la ganadería industrial contribuye de forma desorbitada a este sistema agroindustrial globalizado que demanda un consumo de recursos ingentes, en el que los alimentos lejos de ser un derecho son una simple mercancía.
Son muchos los territorios que se ven afectados por este problema, y España no es una excepción. Sin ir más lejos, somos el tercer productor de porcino a nivel mundial, con el 22% del censo de la UE, y el establecimiento de macroexplotaciones sigue en aumento. Por este motivo, las comunidades locales se están organizando a lo largo y ancho del territorio para hacer frente a los graves impactos de la ganadería industrial.
Este tipo de ganadería se caracteriza por el hacinamiento de los animales, la desconexión con el territorio y la dependencia de insumos externos para la alimentación del ganado. Además, se trata de un sistema vertical en el que unas pocas empresas concentran todo el poder y los ganaderos y ganaderas tienen un papel marginal.
Sus impactos van desde la contaminación de acuíferos y suelos con nitratos y bacterias, debido a los vertidos de purines y al uso abusivo de antibióticos para el ganado, hasta la deforestación y el acaparamiento de tierras para monocultivos destinados a la producción de piensos, con las emisiones de CO2 que esto conlleva. Para hacerse una idea, el porcentaje de tierras empleado para alimentar al ganado a nivel mundial es de un 70% de las tierras agrícolas, en concreto un 40% se destinan a la producción de pienso.
Estos impactos se externalizan, en gran parte de los casos, a países del Sur Global. En Brasil, por ejemplo, la deforestación ocasionada por la agroindustria es responsable de un 74% de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Además, los estudios revelan que el 37% de las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel mundial provienen del sistema agroalimentario y, de éstas, el 57% las ocasiona la industria cárnica. Sus consecuencias hace que se torne un modelo completamente inviable para garantizar un entorno saludable para las poblaciones humanas y demás seres vivos.
El cambio a la agroecología debe hacerse YA
Los ecologistas quieren mostrar su apoyo a las comunidades afectadas y reivindican el papel de las personas que trabajan en el campo, ganaderos y ganaderas, agricultores y agricultoras, para poder optar por modelos más sostenibles que garanticen salarios dignos y una continuidad de su profesión sin esquilmar recursos ni contaminar su entorno.
Por este motivo, demandan un cambio hacia un modelo hacia la agroecología que contemple el bienestar de las comunidades, así como los límites planetarios:
- Un modelo basado en la agroecología: agricultura a pequeña y mediana escala
- Políticas públicas que faciliten la transición agroecológica
- Ganadería extensiva, una ganadería que respete los ecosistemas en consonancia con el medio
- Una alimentación sana, sostenible y agroecológica con la reducción del consumo de carne
- Una agricultura que proteja la biodiversidad y el territorio y reduzca las emisiones de CO2
- Pueblos vivos, un modelo que fije población al medio rural y devuelva los servicios básicos a estas zonas