Hacia una ‘transición alimentaria’ qué impulse la agroecología para frenar el cambio climático y la pérdida de biodiversidad, tanto lo que comemos como la forma de producir los alimentos repercuten en nuestra salud, y también en el medio ambiente.
Los alimentos pasan por diferentes etapas ya que deben producirse, procesarse, transportarse, distribuirse, prepararse, consumirse; pero, muchas veces, también es necesario eliminarlos.
En cada una de estas etapas se producen gases de efecto invernadero que atrapan el calor del Sol contribuyendo al cambio climático. Más de un tercio de todas las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por el hombre se relaciona con los alimentos.
Por ejemplo:
- El metano producido por el proceso digestivo del ganado bovino,
- el óxido nitroso proveniente del uso de fertilizantes en la producción de cultivos,
- el dióxido de carbono causado por la tala de bosques para la expansión de los terrenos de labranza y
- otras emisiones en agricultura causadas por el aprovechamiento del estiércol, el cultivo de arroz, la quema de los residuos de cultivos y el uso de combustibles en las granjas.
- la propia refrigeración y transporte de los alimentos,
- los procesos industriales como los destinados a la producción de papel y aluminio para el envasado,
- la gestión de los desechos de alimentos.
Ecologistas están “etiquetando” alimentos en supermercados con información sobre el insostenible modelo alimentario
Durante estos días, personas voluntarias de organizaciones ecologistas están “etiquetando” alimentos en supermercados (como Mercadona, Carrefour, Día, Eroski, Alcampo, Lidl, Aldi, Hipercor, Bonpreu Alimerka, Gadis, Froiz, El Jamón, La Cesta, Más, Lupa, Superco…) en 17 ciudades* de la geografía española para concienciar a la población sobre la urgencia de transformar el actual e insostenible sistema alimentario por uno basado en la ‘agroecología’.
Para ello, están pegando etiquetas con un código QR que permite a las personas acceder al informe ”Revolución Alimentaria: Urge una transición del inviable sistema actual a un MODELO ALIMENTARIO SOSTENIBLE”, publicado la pasada semana.
* Alicante, Barcelona, Bizkaia, Córdoba, Granada, León, Lleida, Madrid, Málaga, Ourense, Oviedo, Palma de Mallorca, Santiago de Compostela, Sevilla, Tarragona, Valladolid y Vigo.
El informe propone una transformación sin precedentes del actual sistema alimentario
En él se analiza la situación actual, los impactos derivados del modelo imperante y qué ocurriría si se sigue en la misma trayectoria o si se apuesta por efectuar una transición a un modelo alimentario sostenible tal y como proponen las organizaciones ecologistas.
De seguir como hasta el momento, los impactos ambientales y sociales serían notorios. Por ejemplo, para 2050, las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas a la alimentación se incrementarían un 7 % y las especies amenazadas, un 6 %, y se reduciría un 53 % las capturas de pescado en caladero nacional.
Por otro lado, para mantener este modelo altamente dependiente de insumos provenientes de otros países, habría que incrementar un 5 % la superficie cultivada total (España y países terceros).
Sin embargo, la transición alimentaria hacia uno verdaderamente sostenible, tendría beneficios sin parangón. Por ejemplo, también para 2050, se reducirían las emisiones en un 116 %, pasando el sistema alimentario español de ser un emisor neto a ser un sumidero de carbono.
Las especies terrestres amenazadas se reducirían un 23 % y la contaminación del agua un 57 %, algo de extrema importancia sabiendo que sobre España pesa una sentencia condenatoria por incumplimiento de la Directiva de Nitratos.
Se reduciría la superficie cultivada total un 38 % y se incrementaría un 22 % el potencial de capturas en caladero nacional debido al efecto de los espacios marinos protegidos de protección estricta, una de las medidas a poner en marcha.
En el ámbito del empleo, la transformación es también muy beneficiosa, ya que con el modelo actual se podría incrementar un 6 % el empleo asociado al sistema alimentario frente a un 35 % del informe.
La sociedad civil es un actor clave para la transformación del sistema alimentario. Por ello, este fin de semana, decenas de voluntarias de Greenpeace estuvieron etiquetando productos en supermercados para llamar la atención sobre la urgente necesidad de construir un nuevo modelo alimentario, sostenible, sano y justo tanto para quienes consumen como para quienes producen nuestros alimentos.
Alimentos de origen vegetal, ecológicos, locales y de temporada
Para que la transformación del sistema alimentario propuesta se haga realidad, es fundamental que las personas modifiquen sus hábitos de consumo: que recuperen la verdadera dieta mediterránea adaptada al contexto climático, es decir, adaptarse a la dieta de salud planetaria, basada en alimentos de origen vegetal, ecológicos, locales y de temporada.
Pero, sobre todo, que ejerzan su enorme poder como consumidoras, impulsando una auténtica revolución alimentaria con cada decisión de compra, una que sea escuchada por productores, distribuidores, empresas y responsables políticos.
Para lograrlo, es necesario construir un sistema que facilite y acompañe este cambio de hábitos. Esto implica impulsar mercados locales para productos ecológicos y sostenibles, equilibrando la oferta y la demanda a nivel estatal, y promoviendo la venta mediante herramientas tecnológicas y espacios como los mercados locales.
Asimismo, es clave garantizar precios justos tanto para quienes producen como para quienes consumen, construyendo una cadena alimentaria alternativa que abarate los costes y genere rentas justas a aquellas producciones sostenibles.