El dióxido de carbono (CO2) es el más conocido de los Gases de Efecto Invernadero o GEI, pero no es el único. El vapor de agua, el metano, el ozono y otros gases, como el trifluorometano, son también Gases de Efecto Invernadero o GEI. Los principales son de origen natural. El problema surge cuando la cantidad de estos gases aumenta. Y esto sucede cuando se altera el equilibrio natural y el clima se comporta de manera distinta.
La industrialización, con el uso masivo de combustibles fósiles (petróleo, carbón y gas) y todas las actividades humanas derivadas, como el transporte o el uso intensivo de la agricultura y la ganadería, contribuyen desde el siglo XIX a incrementar la producción de estos Gases de Efecto Invernadero o GEI. Ello dio origen al nefasto calentamiento global que hoy padecemos.
La culpa del aumento de Gases de Efecto Invernadero o GEI es nuestra
El aumento de los Gases de Efecto Invernadero o GEI se asocia también a otros problemas antropogénicos (causados por el ser humano) que inciden en el medio ambiente. La deforestación no solo es un daño enorme para la naturaleza. Si no que ha limitado la capacidad regenerativa de la atmósfera para eliminar el dióxido de carbono (CO2), uno de los principales GEI.
Los científicos han descubierto que no todos los gases producen el mismo efecto. Por lo que han elaborado unos parámetros para medir su influencia real. Su impacto se expresa en cantidades de CO2 equivalente. Así se ha descubierto que el metano es un gas con un efecto invernadero más potente en términos absolutos que el CO2.
Sin embargo, las actividades humanas como el transporte o la industria emiten tal cantidad de dióxido de carbono, que su contribución final en el efecto invernadero es mayor que la del metano. A medida que se conocen más datos, los expertos subrayan que la proporción en el efecto definitivo de estos GEI podría oscilar. Se apunta a la industria o al transporte como los principales responsables del aumento de estos gases.
Pero las actividades agro ganaderas tienen un efecto más importante del que parece. La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) recuerda que la ganadería genera óxido nitroso (296 veces más perjudicial que el CO2) y metano (23 a 70 veces más perjudicial que el CO2).
La comunidad científica internacional está de acuerdo en la importancia de reducir la emisión de estos gases. Para ello, se proponen diversas medidas. Sustituir los combustibles fósiles por energías renovables. Aplicar medidas de eficiencia energética. Aumentar la reforestación. Y en definitiva, introducir en la sociedad práctica de desarrollo sostenible en todas las actividades.
Principales Gases de Efecto Invernadero o GEI
- Vapor de agua (H2O): la niebla, la bruma y las nubes son vapor de agua. Y es también un subproducto de la combustión de los combustibles fósiles. Y por si fuera poco, el calentamiento global provoca un bucle que se retroalimenta. Las temperaturas más altas acrecientan el volumen de vapor de agua, que genera más calor. Por lo que el efecto de retroalimentación lo convierte en un círculo vicioso.
- Dióxido de carbono (CO2): naturalmente es un subproducto de la respiración celular y artificialmente de la utilización de combustibles fósiles.
- Metano (CH4): es el principal componente del gas natural y de las flatulencias de todos los herbívoros. También tiene otras fuentes naturales (como los pantanos o las marismas) y artificiales, como los vertederos.
- Óxidos de nitrógeno (NOx): estos gases se crean de forma natural a partir de la descomposición bacteriana de nitratos orgánicos, por la combustión vegetal o por la actividad volcánica. El ser humano ha provocado un aumento de estos gases, al producirlos para diversos productos industriales y como subproducto de la quema de combustibles fósiles.
- Ozono (O3): el debilitamiento de la capa de ozono hizo famoso a este gas. Por ello, resulta chocante afirmar que su aumento es negativo. En realidad, el ozono no está distribuido de forma equitativa por el planeta. El ser humano ha acentuado las diferencias. Por una parte, en la zona inferior de la atmósfera hay demasiado ozono, que actúa como un potente GEI. Por otra, en la parte superior escasea, lo que se traduce en una menor capacidad para impedir la radiación solar adversa. Aunque el Protocolo de Montreal ha ayudado a estabilizar dicha capa.
- Trifluorometano (CHF3): también conocido como fluoroformo, se utiliza en la fabricación de los chips de silicio y como un supresor de fuego. Es el gas más abundante de los hidrofluorocarbonos (HFC). Permanece en la atmósfera durante 260 años y atrapa el calor 11.700 veces más que el CO2.
- Hexafluoroetano (C2F6): utilizado en la creación de semiconductores, permanece en la atmósfera hasta 10.000 años y retiene el calor 9.200 veces más que el CO2
- Hexafluoruro de azufre (SF6): gas inerte muy empleado en la industria de la electrónica como aislante. El IPCC lo considera el GEI más poderoso del mundo, con una capacidad de atrapar el calor 22.200 veces más que el CO2.
- Triclorofluorometano (CFC-11): este refrigerante provoca varios efectos negativos en el medio ambiente. Además de retener el calor 4.600 veces más que el CO2, reduce la capa de ozono de forma más rápida que cualquier otro refrigerante, sin olvidar el impacto ambiental del cloro.
Varios de los gases de efecto invernadero de la lista, especialmente los últimos, están controlados o directamente se prohíbe terminantemente su fabricación y uso. Pero seguiremos cargando con sus nefastos efectos por mucho tiempo, hasta que se disipen totalmente de la atmosfera.