“Los investigadores de la Universidad de Iowa pretenden avanzar este año en un proyecto largamente demorado, en el que se les pagaría a una docena de estudiantes por comer plátanos genéticamente modificados y luego hacerles analíticas y controles.”
El plan es objeto de controversia, ya que los defensores de los productos naturales afirman que los alimentos genéticamente modificados pueden ser peligrosos, pero por otro lado, hay multitud de científicos que están en desacuerdo con tal sentencia.
El estudio
Los plátanos fueron creados por un científico australiano y contienen un gen que se supone permitirá que produzcan mas vitamina A, con el fin de ayudar a las personas que viven en África. Los defensores del estudio dicen que el gen proviene de un tipo diferente de plátano y que es completamente seguro de consumir.
Este proyecto que data del año 2014, implicaría a una docena de estudiantes voluntarios, a quienes se le pagarían 900 dólares a cada uno, por comer los plátanos modificados genéticamente y luego someterse a las pruebas de control.
La profesora en Ciencia de la comida Wendy White es quien encabeza el proyecto y confirmó a través de un portavoz de la universidad, que se espera que la prueba se realice algún momento de este año y explicó que los detalles se publicarán en un sitio web federal, según sea necesario y antes de que comience el experimento.
En el verano de 2014, el equipo de White envió un correo electrónico a los estudiantes de la Universidad de Iowa solicitando que una docena de personas se ofrecieran de manera voluntaria a participar del estudio. White prometió pagarles $ 900 por persona si se avenían a comer tres plátanos cada uno, de los cuales solamente uno de ellos sería del tipo modificado genéticamente.
Los participantes deberían incluir en su dieta diaria los tres plátanos, durante cuatro días, en cada uno de los tres períodos de estudio y a continuación, someterse a exámenes sanguíneos. White dijo que obtuvo más de 500 respuestas y que los 12 necesarios ya habían sido seleccionados.
A favor
Ya en 2014 White justificó dicho estudio comentando que el objetivo de su investigación era ayudar a la gente en África a aumentar su producción de vitamina A, de la que suelen padecer carencias por la alimentación insuficiente que reciben.
«En Uganda y otros países africanos, la deficiencia de vitamina A es un importante factor que contribuye a que el índice de mortandad en la infancia sea muy alto a causa de las enfermedades infecciosas», escribió en un comunicado difundido por la Universidad. «¿No sería maravilloso que estos plátanos pudieran evitar que los niños en edad prescolar mueran a causa de la diarrea, la malaria o el sarampión?»
La científica dijo que el nuevo tipo de banano incluye un gen tomado de otra especie de plátano, que produce grandes cantidades de beta-caroteno naturalmente y que cuando la gente ingiere beta-caroteno, sus cuerpos lo convierten en vitamina A.
Justificó la modificación genética de los plátanos, explicando que el problema estibaba en que a los residentes de Uganda y de los países vecinos no les gustan los plátanos dulces que llevan el beta-caroteno adicional naturalmente. Por eso los investigadores han puesto el gen en un tipo de fruta menos dulce, que los africanos utilizan a menudo en la cocina.
Aparentemente cuando en 2014 todo estaba listo para comenzar con las pruebas, hubo que aplazar el estudio porque tuvieron una serie de dificultades y problemas con el envío de los plátanos procedentes de la Universidad de Tecnología de Queensland, en Australia.
En contra
Días atrás un grupo de activistas entregó una serie de peticiones en contra del proyecto en la Universidad de Iowa y en la sede de la Fundación Bill y Melinda Gates en Seattle, que es quien está financiando el proyecto. Los activistas dijeron que más de 57.000 personas firmaron dichas peticiones, exigiendo que se detenga el proyecto.
«A los estudiantes se les pide ser los primeros de consumir un producto cuyo nivel de seguridad es desconocido», dijeron los activistas en una declaración ante la prensa. «El estudio no se lleva a cabo de manera transparente” explicaron, refiriéndose a que “desde la Universidad nadie ha sido capaz de dar respuestas acerca del diseño de la investigación, la naturaleza del consentimiento dado por los interesados, los riesgos y la generalización del estudio.»
Hannah Dankbar, una estudiante graduada en la misma Universidad que participó en la entrega de las peticiones, dijo que las autoridades universitarias al parecer no están dispuestas a responder a las preguntas de los activistas.
«Estoy decepcionada de que no nos haya dado las explicaciones pertinentes en las múltiples veces que les hemos preguntado por la situación del estudio,» escribió Dankbar en un correo electrónico enviado a la Universidad.
Y agregó: “espero que en el futuro haya más oportunidades para el diálogo entre los estudiantes y los investigadores, sobre los estudios que se lleven a cabo en nuestra institución. Creo que todos podemos beneficiarnos, si tenemos conversaciones abiertas sobre la ética y las implicaciones de las investigaciones que se realizan en las universidades públicas”.