Este miércoles, dirigentes de 120 países se reunieron en la sede de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en Nueva York para presentar estrategias frente al cambio climático. La reunión buscaba coordinar compromisos internacionales, aunque destaca la ausencia de Estados Unidos, cuyo presidente Donald Trump declaró un día antes que la lucha climática es una ‘estafa’.
La reunión es parte del camino hacia la próxima COP30 de Belém, en Brasil y es mucho más que una cuestión de oportunidad, ya que en ella algunos estados se juegan la supervivencia. La brecha entre el impacto del cambio climático y la necesidad de una respuesta eficaz nunca ha sido tan evidente.
Cumbre del clima en Nueva York sin EE. UU.
Inundaciones en el sur de Asia, incendios forestales en Norteamérica y calor récord en Europa confirman lo que la ciencia lleva años advirtiendo: el cambio climático avanza más rápido que las acciones políticas.
En este contexto, el Secretario General celebra una Cumbre sobre el Clima durante la semana de alto nivel de la Asamblea General, presionando a las naciones para que aumenten sus compromisos climáticos antes de la Conferencia sobre el Cambio Climático (COP30) de noviembre en Belém, Brasil.
La cita del 24 de septiembre en la sede de la ONU funciona como lanzadera hacia la COP30, pero con un formato distinto: no es una negociación, sino un evento donde se esperan anuncios concretos de jefes de Estado, gobiernos, empresas y sociedad civil.
El mandato es claro: los firmantes del Acuerdo de París deben presentar medidas nuevas o actualizadas que reflejen acción audaz para la próxima década.
António Guterres ha sido contundente: los compromisos actuales son insuficientes y solo una minoría de países tiene planes vigentes para 2025. Según ONU Cambio Climático, las propuestas actuales apenas reducirían las emisiones un 2,6% para 2030 respecto a 2019, lejos del 43% necesario para limitar el calentamiento a 1,5°C.
La Cumbre es a la vez presión y oportunidad. Los líderes deberán demostrar cómo ejecutarán sus medidas y cómo se alinean con la transición energética hacia energías limpias.
Es el momento
La urgencia viene marcada por datos científicos y realidades políticas. 2024 fue el año más caluroso registrado, con 1,6 °C sobre niveles preindustriales. Mientras, el escenario político se fragmenta: Estados Unidos, uno de los mayores emisores históricos, abandonó el Acuerdo de París en 2025, dejando dudas sobre la financiación climática prometida a países en desarrollo.
Pese a todo, hay señales positivas: la inversión en energías limpias alcanzó los dos billones de dólares en 2024, superando por primera vez a los combustibles fósiles, e iniciativas como el Tratado de No Proliferación de Combustibles Fósiles ganan apoyo. La Cumbre pondrá a prueba si estos avances pueden consolidarse.
Tres preguntas para la COP30
Los resultados de Nueva York marcarán el tono de la COP30 en Belém, centrada en justicia climática, protección forestal y energías renovables. Los observadores vigilarán tres puntos:
- ¿Presentarán los grandes emisores planes que cierren la brecha de emisiones?
- ¿Se escalará la financiación, especialmente para el Fondo de Pérdidas y Daños, que solo tiene 789 millones de dólares comprometidos?
- ¿Reconocerán los líderes que expandir combustibles fósiles es incompatible con los objetivos de París?
Sin progreso en estas áreas, la COP30 podría terminar en promesas incumplidas.
Lograr compromisos efectivos
Para la ONU, la Cumbre es clave para reconstruir la confianza en el multilateralismo y demostrar que la acción climática genera beneficios económicos y sociales.
Pero para comunidades afectadas por inundaciones en Pakistán e India o sequías en el Cuerno de África, no se trata de oportunidades, sino de supervivencia. La brecha entre impacto y respuesta nunca ha sido tan evidente. La Cumbre de septiembre no sustituye a la COP30, pero puede ser igual de decisiva si logra compromisos audaces, financiación creíble y una dirección clara sobre combustibles fósiles. El Acuerdo de París está en juego.
Se deben tomar medidas de mitigación y de reducción del empleo de combustibles fósiles, al tiempo que se promueve la aceleración del despliegue de energías renovables, de adaptación para fortalecer la resiliencia ante eventos extremos, pactar una financiación adecuada, eficiente y funcional y combatir la desinformación. ECOticias.com