El viernes y el sábado se reunieron a puerta cerrada los representantes de los Veintisiete para intentar recuperar el pulso tras Copenhague. El ministro belga de Medio Ambiente, Paul Magnette, negó que eso implique una división: «Todo el mundo mantiene el recorte del 20%, nadie lo pone en duda. Lo que pasa es que hay países que piensan que se debe ir más rápido y que en el propio interés de la UE se puede elevar unilateralmente al 30%, ya que la oferta no ha funcionado como táctica de negociación».
Polonia, un país muy dependiente del carbón, se niega en redondo a ampliar el recorte y hace dos años ya estuvo a punto de bloquear el 20%. Italia también se opone, con el argumento de que dañaría su industria. La negativa italiana fue comentada, sobre todo porque su ministra, Stefania Prestigiacomo, llegó a Sevilla y se fue de compras. Se perdió parte del encuentro y la foto de familia, según fuentes de la reunión.
La secretaria de Estado de Cambio Climático, Teresa Ribera, explicó en rueda de prensa que la UE seguirá debatiendo los próximos días cómo envía a la ONU su compromiso de emisiones y si ahí reflejará qué deben hacer otros países, como China y EE UU, para ampliar el recorte al 30%. Ribera presidió la reunión en ausencia de la ministra, Elena Espinosa, que no pudo acudir por el fallecimiento de su madre.
Magnette fue, en los pasillos, el más claro de los confusos mensajes que salieron de la cita. El ministro de Bélgica, país que asumirá la presidencia tras España, señaló que la UE estudia «fórmulas intermedias, como un recorte de emisiones del 25% para 2025» y admitió que los ministros hablaron de la posibilidad de imponer barreras al comercio internacional si no hay acuerdo entre los países.
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