El transporte por carretera es uno de los principales responsables de la contaminación del aire en Europa, especialmente en entornos urbanos. Los vehículos de combustión emiten dióxido de nitrógeno (NO₂) y partículas finas (PM2.5), contaminantes directamente relacionados con enfermedades respiratorias, cardiovasculares y con un mayor riesgo de cáncer de pulmón.
Por eso, la comunidad sanitaria europea ha alzado la voz para pedir a la Unión Europea que mantenga la prohibición de vender coches nuevos de gasolina y diésel a partir de 2035, una medida clave en la lucha contra el cambio climático y la contaminación atmosférica.
Despedirnos de la gasolina y el diésel a partir de 2035
Un grupo de médicos y profesionales de la salud de toda Europa ha remitido este lunes una carta al comisario europeo de Clima, Cero Emisiones Netas y Crecimiento Limpio, Wopke Hoekstra, para reclamar que la Comisión Europea mantenga firme su compromiso de prohibir la venta de nuevos coches y furgonetas de gasolina y diésel a partir de 2035.
En la misiva, firmada por más de una veintena de especialistas y responsables de organizaciones médicas, los sanitarios alertan de que la contaminación del aire derivada de los motores de combustión «supone una amenaza constante para la salud humana» y provoca cada año más de 300.000 muertes prematuras en la Unión Europea.
Los profesionales, entre los que figuran epidemiólogos, pediatras, neumólogos y responsables de asociaciones sanitarias de varios Estados miembros, subrayan que la polución está directamente vinculada a patologías como cardiopatías, ictus, cáncer de pulmón, asma, demencia, complicaciones en el embarazo o problemas de desarrollo infantil.
El documento recuerda que el transporte por carretera es una de las principales fuentes de dióxido de nitrógeno (NO2) y partículas finas (PM2.5), contaminantes sin umbral seguro de exposición y asociados a mayores tasas de mortalidad por enfermedades respiratorias.
«Un aire más limpio significa menos ingresos hospitalarios, niños más sanos y vidas más largas y activas para todos los europeos», afirman los firmantes, que insisten en que debilitar o retrasar el objetivo de 2035 «pondría vidas en riesgo, prolongaría la dependencia de Europa de los combustibles fósiles y socavaría el derecho colectivo a un aire limpio».
Con esto, estos profesionales de la salud subrayan que dar marcha atrás en este compromiso supondría un retroceso en la protección de la salud ciudadana y en el cumplimiento de los objetivos climáticos. Además, señalan que mantener la prohibición es coherente con los compromisos climáticos europeos de alcanzar la neutralidad en carbono en 2050. EFE / ECOticias.com