“La cuidad de Iquitos podría tener su primer camino y conectarse al resto del país vía Saramiriza, si el presidente peruano cumple con sus promesas. Pero mientras unos se alegran de esta noticia, otros están profundamente preocupados, por los graves impactos medioambientales que tendrían estas conexiones.”
Un camino soñado
Iquitos es una ciudad de casi medio millón de habitantes, que floreció durante el boom del caucho de finales del siglo XIX; hoy gran parte del centro histórico está abandonado, los edificios se han derrumbado y la tierra es lentamente reclamada por la selva.
Muchas de las edificaciones que permanecen intactas se han convertido en casinos, mercados o supermercados. A Iquitos solo se puede acceder por dos vías: la aérea o la fluvial y éstas dependen de las condiciones climáticas locales.

De ser un pequeño poblado, Iquitos se ha expandido con poca planificación. Casas sobre pilotes con techos de hierro corrugado se agrupan en la orilla del Amazonas, frente al principal bulevar de la ciudad, llamado Malecón Tarapacá.
Sin embargo, Iquitos es el principal centro de transporte de la selva; desde este poblado, tanto personas como diversas mercancías viajan a otras comunidades, a lo largo de las riberas de los bosques amazónicos.

Se necesitan nueve días de recorrido en barcas, aguas arriba remontando el Río Maranón para llegar hasta Saramizia la ciudad más cercana, desde donde es posible conectarse con el resto de la red vial del Perú.

A favor y en contra
Durante su campaña en 2016, el presidente Pedro Pablo Kuczynski prometió conectar Iquitos con Saramiriza por carretera, para impulsar el desarrollo económico. Los comerciantes de verduras que no crecen en el suelo arenoso de la selva (como es el caso de tomates, pepinos y lechugas) se alegraron de la medida.
Las frágiles frutas frescas de la selva como el camu camu o el acai no pueden ser exportadas usando los barcos de carga lenta, porque no tienen refrigeradores accionados eléctricamente para mantener el producto fresco, así que los fruteros también ven con buenos ojos esta iniciativa.

Luis Campos Baca, radicado en Iquitos y presidente del Instituto de Investigación de la Amazonía Peruana, un organismo gubernamental, dice que su instituto está investigando las muchas oportunidades para la agricultura sostenible de los frutos de la selva en la región.
Por su parte, muchos de sus habitantes temen que este camino tenga impactos ambientales negativos sobre la prístina selva y sobre la sencilla vida de los locales. Señalan que otros caminos que ya se abrieron en sitios similares, no han sido tan buena idea como se pensaba al principio y por ello, no confían en que éste sí lo sea.














