Carey, caguama y verde son las variedades vistas en lugares cercanos a la comunidad, como el Parque Nacional Cayos de San Felipe, conjunto de islillas amparadas por proyectos conservacionistas
En el suroeste cubano, el poblado ribereño de La Coloma, resulta sitio de prominencia para el cuidado de tres especies de tortugas marinas, criaturas que desovan en las proximidades del asentamiento, confirmaron hoy expertos. Carey, caguama y verde son las variedades vistas en lugares cercanos a la comunidad, como el Parque Nacional Cayos de San Felipe, conjunto de islillas amparadas por proyectos conservacionistas, afirmó a Prensa Latina Eliseo Pereza, subdirector de la Empresa Provincial de Flora y Fauna.
Con el fin de contribuir a la preservación de los quelonios, el pueblo de pescadores organiza por segunda ocasión un festival dedicado a los antiguos habitantes del océano, actualmente en peligro de extinción, una cita para pobladores y ecologistas desde el 31 de mayo venidero.
Amenazados por la sobrepesca, depredadores naturales y la destrucción o deterioro de sus hábitats, esos reptiles ponen sus huevos en las dunas de la cayería, aunque han sido avistados en otros espacios colindantes con La Coloma, precisó Peraza.
Incentivar la protección de los curiosos animales, los cuales regresan siempre a las playas donde nacen para dejar su descendencia, anima a los coordinadores de la celebración.
Conversatorios con investigadores, concursos de pintura, danza, teatro y literatura sobresalen entre las opciones de la festividad, que incluirá también un desfile de disfraces, ideado especialmente para los más pequeños de la localidad.
El pasado año -añadió- realizamos el primer festival y quedamos satisfechos con los resultados por lo que ahora pretendemos atraer a un número mayor de personas.
En los islotes aledaños las tortugas marinas son observadas por especialistas de la estación ecológica local mientras hacen las nidadas en la arena, la vigilancia abarca también a los huevos hasta el momento de la eclosión estrategia que favorece la conservación de las madres y sus crías, comentó el estudioso.
La península de Guanahacabibes, en el límite occidental del país, es otro de los parajes de relevancia para las tres variedades, que encuentran allí espacios ideales tanto de anidación como de alimentación.
Conocida también como El Cabo, la apartada demarcación funciona como una suerte de laboratorio a cielo abierto donde brigadas de voluntarios recorren la costa para detectar la presencia de los quelonios y monitorear su estancia en el lugar, con el apoyo de científicos, alumnos de escuelas cercanas y habitantes.
Situada a 170 kilómetros de La Habana, en La Coloma radica uno de los mayores complejos de Cuba destinados a la captura y procesamiento industrial de la langosta.
Desde épocas remotas, el mar ha proporcionado sustento a las familias de la zona, involucradas ahora en programas de educación ambiental, respaldados por organismos internacionales como el Fondo Mundial para el Medio Ambiente.
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