Los manglares son uno de los ecosistemas más valiosos y a la vez más amenazados del planeta. Situados en las zonas costeras tropicales y subtropicales, estos bosques anfibios desempeñan un papel esencial en la regulación del clima, la protección de las costas y la conservación de la biodiversidad.
Sin embargo, su superficie se ha reducido en más de un 35 % en las últimas décadas, debido a la urbanización, la acuicultura intensiva y la contaminación. Los manglares también son viveros de vida. Albergan una enorme diversidad de especies que dependen de ellos para su reproducción y refugio.
Este es el sentido de un proyecto que se lleva a cabo en Brasil y con el que se han retirado ya más de 100 toneladas de desperdicios de estos valiosos escenarios naturales.
Acabar con la basura de los manglares brasileños
El proyecto ‘Del Mangle al Mar’ une a ambientalistas y comunidades tradicionales en la conservación de los manglares de Río de Janeiro, de donde ya han retirado más de 100 toneladas de basura.
Una región de manglares poco conocida de la Bahía de Guanabara, puerta marítima de entrada a Río, en Brasil, ha recibido la atención especial de un grupo de ecologistas y líderes comunitarios con el objetivo de preservar y divulgar la biodiversidad del lugar.
En esta zona de manglares, en el municipio de Guapimirim, es posible observar aves como garzas, patos silvestres, biguás y espátulas rosadas, una especie que había desaparecido de la región y regresó tras la limpieza de su hábitat.
En este ecosistema es donde los voluntarios de Guardianes del Mar actúan. Hasta ahora, han retirado más de 100 toneladas de basura de una superficie próxima a 60 hectáreas, la gran mayoría plásticos. Un ejemplo de compromiso medioambiental en un momento en el que Brasil se prepara para recibir la cumbre climática de la ONU (COP30), que se celebrará en noviembre en la ciudad amazónica de Belém.
Pescadores e indígenas, juntos contra la contaminación
Los grupos de voluntarios, formados por miembros de comunidades locales directamente afectadas por la contaminación, como pescadores, recolectores de cangrejos e indígenas, recogen los residuos de forma manual. Cada día llenan decenas de enormes bolsas.
Se turnan para entrar y salir de las zonas más profundas, de donde extraen neumáticos, restos de televisores, sillas, sofás, cascos y juguetes.
«Hoy, después de ver el desastre del impacto humano que afectó nuestra costa, aprendí con este proyecto ambiental cómo podemos revitalizar la naturaleza. Llegamos aquí, quitamos el plástico en una semana, y a la siguiente los cangrejos ya están brotando«, afirma el pescador Marcelo Pereira de Oliveira.
El también pescador y guía turístico Alaido Malafaia vive y trabaja en esta región desde hace 40 años. Conoce como pocos cada rincón de la bahía. «Pocos imaginan la enorme cantidad de vida que todavía existe aquí. Tenemos espátulas rosadas, delfines, nutrias… Todos dependen de nosotros y nosotros de ellos. Por eso no desistimos», afirma Malafaia, de la Cooperativa Manguezal Fluminense.
La ‘Isla de la Basura’: de neumáticos a sofás
En la llamada ‘Isla de la Basura’, situada a unos 20 kilómetros de los manglares del Área de Protección Ambiental de Guapimirim, botellas plásticas, neumáticos, sofás y otros desechos forman una isla artificial.
De allí se retiraron 42.886 kilos de residuos en 13 meses. En la Bahía de Sepetiba, ya se recolectaron 3.177 kilos en tres meses, con la participación de una veintena de caiçaras, como se denomina en Brasil a los miembros de las comunidades tradicionales de la costa.
La acción también garantiza ingresos extra para los pescadores y recolectores entre octubre y diciembre, durante el período de veda del cangrejo-uçá, una de sus principales fuentes de sustento. En este sentido, reciben un subsidio por realizar la limpieza durante dos mañanas semanales, aproximadamente una hora por día.
Estas operaciones de limpieza de los manglares se realizan desde 2001. Según el presidente de Guardianes del Mar y coordinador del proyecto ‘Del Mangle al Mar’, Pedro Belga, los residuos sólidos actúan como una barrera que impide que brote la vida.
El presidente de la Asociación de Recolectores de Cangrejos de Magé, Rafael dos Santos, destaca también la importancia de las acciones de limpieza para el turismo de base comunitaria.
«Es muy importante cuando el manglar está en condiciones dignas para recibir visitantes interesados en observar especies como el cangrejo-uçá. Esta limpieza es fundamental para mostrar la situación, el respeto que tenemos y la enorme relevancia de este ecosistema», zanja.
Proteger los manglares significa proteger el sustento de millones de personas que viven en las zonas costeras y dependen directamente de sus recursos. Su restauración y conservación requieren políticas integradas que reconozcan su valor ecológico y socioeconómico, involucrando a comunidades locales en su gestión sostenible.
En un mundo amenazado por el aumento del nivel del mar y la pérdida de biodiversidad, los manglares se erigen como ecosistemas clave para un futuro más resiliente y equilibrado. EFE / ECOticias.com