Garantizar la seguridad alimentaria del planeta en 2050 es uno de los mayores desafíos de la humanidad. Para esa fecha, se estima que la población mundial superará los 9.700 millones de personas, lo que implicará un aumento significativo en la demanda de alimentos.
Sin embargo, este reto no se limita únicamente a producir más, sino a hacerlo de forma sostenible, equitativa y resiliente frente a los impactos del cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la escasez de recursos naturales. Y en este punto aparece Brasil, como uno de los mayores productores de grano del mundo y que necesita recuperar sus zonas de cultivo degradadas para enfocar dicha producción.
La seguridad alimentaria pasa por devolver la vida a terrenos degradados
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) confía en que Brasil, como uno de los mayores productores de grano del mundo, puede contribuir con los 3.000 millones de toneladas necesarias para garantizar la seguridad alimentaria del planeta en 2050. Sin embargo, para ello no alcanza solo con aumentar indiscriminadamente la producción, sino que es necesario enfocarse en recuperar las áreas degradadas, según señalaron este jueves especialistas en el panel que abordó esta cuestión dentro del III Foro Latinoamericano de Economía Verde (FLEV), organizado por la Agencia EFE, en São Paulo.
En ese sentido, el principal plan del Gobierno brasileño es recuperar 40 millones de hectáreas de tierras degradadas, según comentó el director ejecutivo de la Asociación Brasileña del Agronegocio, Eduardo Bastos, lo que permitirá transformarlas en áreas cultivables y así duplicar el área de producción del país sin deforestar.
Pero el desafío no es solo productivo, sino también tecnológico. Según el secretario ejecutivo de la entidad pública Consorcio Amazonia Legal y enviado especial de la COP30, Marcello Brito, todavía hay mucho que explorar en el uso de herramientas de inteligencia artificial dentro del sistema alimentario.
Marina Guyot, gerente de Políticas Públicas de Imaflora, sostuvo que para que Brasil se mantenga como uno de los mayores productores de alimentos se necesitan políticas públicas que cuiden de la cuestión climática. De acuerdo con la experta, las cosas que se han hecho en Brasil todavía son “tímidas”. Si bien es necesario que exista una serie de incentivos al productor, Guyot enfatizó en la importancia de «un cambio de cultura» sobre cómo se piensa el modelo de desarrollo del país. Eso, según ella, “es una iniciativa de los Gobiernos” y no va a suceder por iniciativa del productor rural, en la mayoría de los casos.
Estos debates se desarrollaron en la tercera edición del FLEV, que este año cuenta con el patrocinio de ApexBrasil, la agencia de promoción de las exportaciones e inversiones de Brasil; Norte Energia, concesionaria de la central hidroeléctrica de Belo Monte y Lots Group, empresa que aporta soluciones para la descarbonización del sector de la logística. También cuenta con la colaboración de Imaflora, del Observatorio del Clima y de la universidad IBMEC, en cuyo auditorio se celebra el encuentro.
Como ha quedado claro en la celebración del III Foro Latinoamericano de Economía Verde, donde se puso sobre la mesa esta idea de recuperar las tierras degradadas de Brasil para aumentar la producción de grano, garantizar la seguridad alimentaria requiere también un cambio cultural y social. Reducir el desperdicio de alimentos, que hoy alcanza un tercio de la producción global, y mejorar la distribución equitativa son pasos también clave. EFE / ECOticias.com