La expansión de los parques eólicos en Guadalajara ha abierto un intenso debate en torno a su impacto real sobre la fauna. Mientras las empresas promotoras defienden que las instalaciones cumplen con estrictos estudios de impacto ambiental y que su huella en la biodiversidad es mínima, diversos colectivos ecologistas sostienen que “alguien está mintiendo” y que los informes oficiales no reflejan la magnitud de las consecuencias para la vida silvestre.
Los defensores de la energía eólica recuerdan que se trata de una de las fuentes renovables más limpias y eficientes, crucial para reducir la dependencia de combustibles fósiles y avanzar en los compromisos de descarbonización. Por el contrario, organizaciones ecologistas locales y nacionales advierten de que los molinos se han convertido en una amenaza para especies vulnerables como el buitre leonado, el águila imperial o el milano real.
¿En qué quedamos con los parques eólicos de Guadalajara?
Ecologistas han advertido de que los planes de vigilancia de los parques eólicos ubicados en el norte de la provincia de Guadalajara no están cumpliendo con su función de detectar el impacto que provocan en las aves, sobre todo en los murciélagos.
En una nota de prensa, han mantenido que el análisis que ha hecho del funcionamiento de cinco polígonos eólicos enclavados en los términos municipales de Tartanedo, Fuentelsaz y Milmarcos, en el periodo 2009-2023, indican que sus planes de vigilancia no recogen el impacto real que tienen estas instalaciones en la fauna y de que no están cumpliendo correctamente su función de determinarlo.
Según estos, el impacto debe de ser mucho mayor que el recogido en estos datos, lo que implica que los protocolos utilizados para detectar la mortalidad de la fauna en los aerogeneradores son insuficientes, ya que en su opinión: «Los datos obtenidos son en general escasos y llama la atención que apenas se encuentran cadáveres de pequeñas aves y de murciélagos, cuando hay abundantes estudios sobre la gran mortalidad que sufren”,
“Los planes son muy mejorables, debido a los continuos cambios de las empresas de vigilancia ambiental, la ausencia de justificación científica para la periodicidad quincenal de las visitas y el nulo seguimiento de murciélagos», han apuntado. No obstante, y aunque entienden que los datos sólo reflejan «la punta de un iceberg de la mortalidad real», los ecologistas han valorado que los datos de los planes de vigilancia permiten que se visualice «la enorme mortalidad del buitre leonado, la especie más afectada».
El enfrentamiento entre ambas posturas pone sobre la mesa una disyuntiva clave: cómo equilibrar la urgencia de producir energía renovable con la necesidad de proteger los ecosistemas. La controversia en Guadalajara refleja un dilema que se repite en todo el país: avanzar hacia un futuro verde sin dejar atrás a la fauna que forma parte del mismo. EFE / ECOticias.com